Lo vio. Vio cómo Keylor Navas, último hombre, derribaba a Brasanac. Falta y expulsión de libro. De las acciones más claras de los últimos años. Ni la más mínima duda. Intuyo que unanimidad en toda la prensa deportiva de España, aunque he leído a compañeros criticando el daño que hacen al periodismo quienes han decidido abandonar la imparcialidad que la profesión exige. Mateu tuvo varios segundos para pensar en la carrera previa a una escandalosa decisión. Ni falta, ni expulsión. Con premeditación y alevosía. Quitándonos la venda de los ojos a quienes hemos intentado defender la honestidad de los árbitros y el inevitable error humano.
Un partido, desde ese instante, adulterado. Y lo que es peor, la sensación generalizada de que esta Liga está podrida. Mateu nos quita de un plumazo la inocencia. Mancha a un colectivo que, estando permanentemente en el ojo del huracán, necesita exhibiciones de honestidad y no vergonzosas actuaciones como la del árbitro valenciano. Mateu tardó un segundo en sacar la roja a Piccini en su falta a Lucas Vázquez. Es más, llevaba la segunda amarilla en la mano derecha y la roja en la izquierda. Dejó con diez a un buen Betis castigado por un arbitraje con doble vara de medir. Expulsó a Piccini y perdonó la segunda amarilla a Marcelo. Indecente actuación que, por el bien de la competición, no debería quedar impune.
Joaquín Adorna en E.D.
Un partido, desde ese instante, adulterado. Y lo que es peor, la sensación generalizada de que esta Liga está podrida. Mateu nos quita de un plumazo la inocencia. Mancha a un colectivo que, estando permanentemente en el ojo del huracán, necesita exhibiciones de honestidad y no vergonzosas actuaciones como la del árbitro valenciano. Mateu tardó un segundo en sacar la roja a Piccini en su falta a Lucas Vázquez. Es más, llevaba la segunda amarilla en la mano derecha y la roja en la izquierda. Dejó con diez a un buen Betis castigado por un arbitraje con doble vara de medir. Expulsó a Piccini y perdonó la segunda amarilla a Marcelo. Indecente actuación que, por el bien de la competición, no debería quedar impune.
Joaquín Adorna en E.D.
Comentario