Originalmente publicado por campogibraltareño
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La primera condena por corrupción deportiva en nuestro país, y esta implica directamente al Real Betis. Si no fuera porque la Justicia es lenta, y el mundo del fútbol practica de manera masiva la desmemoria, este suceso inédito debería servir para remover conciencias y promover auténticas revoluciones en un mundo que se escuda en la profesionalidad para encubrir prácticas propias del crimen organizado. Hoy más que nunca los hinchas somos los recursos útiles para seguir manteniendo los negocios de determinados personajes, pero consumimos un producto fraudulento.
Me gustaría recordar que en esa campaña, la de los 25 puntos, dos entrenadores, un presidente, un administrador judicial y un secretario técnico se fueron a la calle. En esa temporada, perdimos una eliminatoria contra el eterno rival desperdiciando dos goles de ventaja a domicilio en la ida, y fueron moneda común las seguidillas de derrotas y los goles encajados de manera sospechosa.
Resumamos: varios jueces profesionales consideran probado que dos exjugadores profesionales del Betis amañaron dos partidos. En esos dos partidos el Betis debía ganar y en el otro perder. El primero se ganó y el segundo se perdió (encajando dos goles en los primeros quince minutos). Los jugadores condenados no formaron parte de ambos partidos.... La lectura es clara, ¿o no? ¿Hasta cuándo vamos a seguir protegiendo ídolos de barro? ¿Alguien en su sano juicio piensa que el resto de la plantilla no tenía al menos conocimiento de lo que pasaba? Una plantilla profesional dedicada al fútbol no se comporta como compartimentos estancos, no es como un equipo de gobierno de un Ayuntamiento formado por varias concejalías, o departamentos de empresas privadas que tienen su función definida y sus competencias limitadas. ¿Están haciéndonos creer que una treintena de adultos que pasan más tiempos juntos que con sus familias durante una temporada no sabían, ni por asomo, lo que sus compañeros hacían?
Si el club cree que con un comunicado breve al estilo Pilatos se va a librar de su responsabilidad, puede que tenga razón, al menos a corto plazo sí. El problema es que esto, antes o después se repetirá, y puede que en una dimensión mayor.
En esa mala pesadilla de la 2013/2014, un medio de comunicación hoy vetado por escribir que el director de márketing del Betis fue condenado judicialmente por usar de manera fraudulenta la imagen corporativa del club, publicó que tras la caída de Miguel Guillén, algunos directivos comenzaron a hablar en círculos reducidos "pestes" sobre los jusgadores. ¿Por qué no denunciaron públicamente? Es cierto que al club se le denegó la posibilidad de ejercer la acusación particular en este procedimiento, pero la acusación popular, aunque fuera desde un punto de vista meramente estético podría haberse planteado... ¿O no? ¿O se nos escapa algo?
El fútbol profesional se ha acostumbrado a no dar explicaciones y sí a exigir su consideración como actividad esencial de esta sociedad. Pues podría ser al menos honesto y limpio.
Veremos cómo queda la sentencia en instancias superiores.
Me gustaría recordar que en esa campaña, la de los 25 puntos, dos entrenadores, un presidente, un administrador judicial y un secretario técnico se fueron a la calle. En esa temporada, perdimos una eliminatoria contra el eterno rival desperdiciando dos goles de ventaja a domicilio en la ida, y fueron moneda común las seguidillas de derrotas y los goles encajados de manera sospechosa.
Resumamos: varios jueces profesionales consideran probado que dos exjugadores profesionales del Betis amañaron dos partidos. En esos dos partidos el Betis debía ganar y en el otro perder. El primero se ganó y el segundo se perdió (encajando dos goles en los primeros quince minutos). Los jugadores condenados no formaron parte de ambos partidos.... La lectura es clara, ¿o no? ¿Hasta cuándo vamos a seguir protegiendo ídolos de barro? ¿Alguien en su sano juicio piensa que el resto de la plantilla no tenía al menos conocimiento de lo que pasaba? Una plantilla profesional dedicada al fútbol no se comporta como compartimentos estancos, no es como un equipo de gobierno de un Ayuntamiento formado por varias concejalías, o departamentos de empresas privadas que tienen su función definida y sus competencias limitadas. ¿Están haciéndonos creer que una treintena de adultos que pasan más tiempos juntos que con sus familias durante una temporada no sabían, ni por asomo, lo que sus compañeros hacían?
Si el club cree que con un comunicado breve al estilo Pilatos se va a librar de su responsabilidad, puede que tenga razón, al menos a corto plazo sí. El problema es que esto, antes o después se repetirá, y puede que en una dimensión mayor.
En esa mala pesadilla de la 2013/2014, un medio de comunicación hoy vetado por escribir que el director de márketing del Betis fue condenado judicialmente por usar de manera fraudulenta la imagen corporativa del club, publicó que tras la caída de Miguel Guillén, algunos directivos comenzaron a hablar en círculos reducidos "pestes" sobre los jusgadores. ¿Por qué no denunciaron públicamente? Es cierto que al club se le denegó la posibilidad de ejercer la acusación particular en este procedimiento, pero la acusación popular, aunque fuera desde un punto de vista meramente estético podría haberse planteado... ¿O no? ¿O se nos escapa algo?
El fútbol profesional se ha acostumbrado a no dar explicaciones y sí a exigir su consideración como actividad esencial de esta sociedad. Pues podría ser al menos honesto y limpio.
Veremos cómo queda la sentencia en instancias superiores.
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