Criticad al Betis, que es gratis - Al final de la Palmera
Criticad al Betis, que es gratis
Criticar al débil es muy cómodo y, en este caso, además, muy rentable, porque la masa social del club es, pese a todos los despropósitos, impresionante
Por ALBERTO GARCÍA REYES, 26 de enero de 2017 12:30 h.
Qué fácil es maltratar al Real Betis. Me voy a meter en un charco, lo sé, pero no voy a callarme algo de lo que estoy convencido. Cuando Ángel Haro dijo que había una campaña orquestada contra el club que preside, o que se estaban escribiendo muchas tonterías, todos los periodistas saltamos al unísono para reprocharle su falta de respeto a nuestra libertad. El presidente verdiblanco se equivocó y no hay mucho más que decir al respecto. Sin embargo, el otro día un compañero le preguntó a Pepe Castro acerca de la polémica con Sergio Ramos y el presidente del Sevilla contestó literalmente lo siguiente: “¿Esa es la primera pregunta que tiene usted que hacerme? Me parece impresentable”. Pero nadie ha criticado la desconsideración. Incluso hay quienes han aplaudido esta comparecencia. ¿Por qué los ataques a la prensa se toleran en una orilla y se magnifican en la otra?
Venga, vale, la diferencia deportiva es abismal, el Sevilla va segundo en la Liga y el Betis sigue penando en la tabla. Al Sevilla da gusto verlo jugar y el Betis a veces da grima. Los fichajes de invierno de uno y otro equipo son incomparables… Todo lo que queramos añadir a esta lista sirve para escenificar el contexto tan distinto que viven ambos clubes. Pero los hechos son sagrados. ¿O acaso un aristócrata insultando a un pobre es mejor que un pobre insultando a un aristócrata?
Al Betis le cabe toda la crítica del mundo, sobre todo después de la soporífera actuación contra el Sporting de Gijón. Las cosas no van como los béticos queremos y en el fútbol cualquier progresión necesita un tiempo que no casa con nuestra impaciencia, sobre todo si hay que levantarse de una quiebra como la que nos dejaron los amigos de quienes ahora lo ven todo oscuro. Al Betis es sencillísimo decirle que tiene unos directivos incapacitados, que su director deportivo no da la talla, que los jugadores son muy malos y que los fichajes son decepcionantes. Criticar al débil es muy cómodo y, en este caso, además, muy rentable, porque la masa social del club es, pese a todos los despropósitos, impresionante. Quede claro que no estoy justificando nada: yo también soy crítico con la situación actual y quiero que mi equipo esté de una vez a la altura de su afición. ¿O aquí sólo son béticos unos cuantos que dan lecciones desde el anonimato en las redes sociales? No. Somos muchos los béticos que sabemos que la cosa no va bien, pero que no queremos volver al loperismo por nada del mundo. Porque si hay que ser pobres, al menos que sea honradamente.
Hay que criticar, sí, pero no de oficio. La respuesta del presidente del Sevilla fue exactamente igual de desafortunada que la de Ángel Haro. Sin más. No hay que hacer un escándalo de esto porque un mal momento lo tiene cualquiera. Basta con reconocerlo al menos. Y a partir de ahí, que la libertad de cada uno ponga en su boca lo que le dé la gana sin olvidar que la verdadera libertad consiste en reprocharle al fuerte el mismo error que se le reprocha al frágil.
Criticad al Betis, que es gratis
Criticar al débil es muy cómodo y, en este caso, además, muy rentable, porque la masa social del club es, pese a todos los despropósitos, impresionante
Por ALBERTO GARCÍA REYES, 26 de enero de 2017 12:30 h.
Qué fácil es maltratar al Real Betis. Me voy a meter en un charco, lo sé, pero no voy a callarme algo de lo que estoy convencido. Cuando Ángel Haro dijo que había una campaña orquestada contra el club que preside, o que se estaban escribiendo muchas tonterías, todos los periodistas saltamos al unísono para reprocharle su falta de respeto a nuestra libertad. El presidente verdiblanco se equivocó y no hay mucho más que decir al respecto. Sin embargo, el otro día un compañero le preguntó a Pepe Castro acerca de la polémica con Sergio Ramos y el presidente del Sevilla contestó literalmente lo siguiente: “¿Esa es la primera pregunta que tiene usted que hacerme? Me parece impresentable”. Pero nadie ha criticado la desconsideración. Incluso hay quienes han aplaudido esta comparecencia. ¿Por qué los ataques a la prensa se toleran en una orilla y se magnifican en la otra?
Venga, vale, la diferencia deportiva es abismal, el Sevilla va segundo en la Liga y el Betis sigue penando en la tabla. Al Sevilla da gusto verlo jugar y el Betis a veces da grima. Los fichajes de invierno de uno y otro equipo son incomparables… Todo lo que queramos añadir a esta lista sirve para escenificar el contexto tan distinto que viven ambos clubes. Pero los hechos son sagrados. ¿O acaso un aristócrata insultando a un pobre es mejor que un pobre insultando a un aristócrata?
Al Betis le cabe toda la crítica del mundo, sobre todo después de la soporífera actuación contra el Sporting de Gijón. Las cosas no van como los béticos queremos y en el fútbol cualquier progresión necesita un tiempo que no casa con nuestra impaciencia, sobre todo si hay que levantarse de una quiebra como la que nos dejaron los amigos de quienes ahora lo ven todo oscuro. Al Betis es sencillísimo decirle que tiene unos directivos incapacitados, que su director deportivo no da la talla, que los jugadores son muy malos y que los fichajes son decepcionantes. Criticar al débil es muy cómodo y, en este caso, además, muy rentable, porque la masa social del club es, pese a todos los despropósitos, impresionante. Quede claro que no estoy justificando nada: yo también soy crítico con la situación actual y quiero que mi equipo esté de una vez a la altura de su afición. ¿O aquí sólo son béticos unos cuantos que dan lecciones desde el anonimato en las redes sociales? No. Somos muchos los béticos que sabemos que la cosa no va bien, pero que no queremos volver al loperismo por nada del mundo. Porque si hay que ser pobres, al menos que sea honradamente.
Hay que criticar, sí, pero no de oficio. La respuesta del presidente del Sevilla fue exactamente igual de desafortunada que la de Ángel Haro. Sin más. No hay que hacer un escándalo de esto porque un mal momento lo tiene cualquiera. Basta con reconocerlo al menos. Y a partir de ahí, que la libertad de cada uno ponga en su boca lo que le dé la gana sin olvidar que la verdadera libertad consiste en reprocharle al fuerte el mismo error que se le reprocha al frágil.
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