El Betis no pudo contra uno de los equipos más débiles que han pasado por el Villamarín esta temporada y no consigue despegarse de la zona baja de la tabla en una jornada propicia. Ceballos no apareció y el Betis no tuvo ninguna continuidad con el balón. El Sporting, que hizo un partido incluso más mediocre, pudo irse con un botín mayor gracias a los errores de los de Víctor. Aún se esperan los fichajes.
Regresaron los viejos fantasmas que parecían enterrados en este 2017, con un inicio de año diferente a lo visto el año pasado, y el Betis mostró, por primera vez, su versión más mediocre en casa en la era Víctor. Sin ideas ni claridad el Betis dominó el encuentro con ocasiones en la primera mitad, la mayoría en balones parados, y con un dominio que le ofreció el Sporting encerrándose atrás en la segunda. Pudo marcar y debió ganar pero ante un equipo que llevaba sumados cinco puntos de los últimos cuarenta y llevaba sin ganar un año fuera de casa, la imagen del equipo queda realmente dañada. Este empate, además, cierra la pequeña ventana ilusionante que quedaba abierta que era mirar más hacia arriba que hacía debajo en lo que quedaba de temporada.
Salió al partido el Sporting con unas líneas adelantadas y con una presión al centro del campo del Betis conocedores de la poca o nula capacidad de asociación de los jugadores en esa parcela del campo del equipo verdiblanco. Hoy Ceballos no apareció y el juego del Betis se derrumbó nada más comenzar. Ya no había fluidez, ningún jugador se ofrecía y se rifaban balones a la nada ya que hoy el equipo no tenía ni a Sanabria ni a Alegría en la punta del ataque. Así transcurrió la primera parte donde ninguno de los dos equipos encontraba fluidez en su juego y solo encontraban vías de ataque en los errores del otro.
Mientras en la zona de ataque del Betis, Rubén y Zozulya no parecieron nunca compenetrarse e hicieron restar mucho al equipo. Movimientos parecidos, ocuparon las mismas zonas de ataque lo que les eliminaba a los dos en las jugadas. Esa nula sincronía aturdió al Betis en zona ofensiva en la primera mitad a lo que se sumó la poca aportación de Ceballos hicieron que se viera una imagen muy pobre del Betis que aun así pudo marcar en jugadas a balón parado.
Un gol que si hubiese llegado, seguramente hubiera hecho estallar el polvorín del Sporting y hubiera puesto bastante de cara el partido. Pero el Betis no supo jugar con la situación delicada del Sporting necesitado de sumar de tres en tres, e, incluso, fueron los asturianos los que supieron aprovechar las dudas del equipo verdiblanco debido al run run de la grada viendo que el gol no llegaba en la segunda mitad. Y pudo llegar el disgusto.
En la segunda el Betis mejoró algo con el balón a lo que se unió un Sporting, sabedor que había concedido suficiente para ir por debajo en el marcador, mucho más replegado para esperar su oportunidad a la contra con el Betis volcado y con la grada nerviosa. Se creó un contexto de un equipo encerrado con dos líneas de cuatro y el Betis intentando encontrar la llave para entrar en el área rival. Un contexto que a este Betis no beneficia nada.
En la segunda mitad el equipo verdiblanco apenas pudo crear ocasiones de gol claras, estrellándose una y otra vez con la defensa asturiana y desesperándose demasiado rápido por las pérdidas de tiempo del rival. La desesperación llevó a la precipitación y la precipitación a errores en zonas ofensivas y no tan ofensivas que pudieron costar el partido.
El Betis no tuvo calma para afrontar la situación, no apareció Ceballos para coger la responsabilidad y el equipo de Víctor acabó el partido metido en su campo ante una situación de peligro del rival.
El uno a uno:
Regresaron los viejos fantasmas que parecían enterrados en este 2017, con un inicio de año diferente a lo visto el año pasado, y el Betis mostró, por primera vez, su versión más mediocre en casa en la era Víctor. Sin ideas ni claridad el Betis dominó el encuentro con ocasiones en la primera mitad, la mayoría en balones parados, y con un dominio que le ofreció el Sporting encerrándose atrás en la segunda. Pudo marcar y debió ganar pero ante un equipo que llevaba sumados cinco puntos de los últimos cuarenta y llevaba sin ganar un año fuera de casa, la imagen del equipo queda realmente dañada. Este empate, además, cierra la pequeña ventana ilusionante que quedaba abierta que era mirar más hacia arriba que hacía debajo en lo que quedaba de temporada.
Salió al partido el Sporting con unas líneas adelantadas y con una presión al centro del campo del Betis conocedores de la poca o nula capacidad de asociación de los jugadores en esa parcela del campo del equipo verdiblanco. Hoy Ceballos no apareció y el juego del Betis se derrumbó nada más comenzar. Ya no había fluidez, ningún jugador se ofrecía y se rifaban balones a la nada ya que hoy el equipo no tenía ni a Sanabria ni a Alegría en la punta del ataque. Así transcurrió la primera parte donde ninguno de los dos equipos encontraba fluidez en su juego y solo encontraban vías de ataque en los errores del otro.
Mientras en la zona de ataque del Betis, Rubén y Zozulya no parecieron nunca compenetrarse e hicieron restar mucho al equipo. Movimientos parecidos, ocuparon las mismas zonas de ataque lo que les eliminaba a los dos en las jugadas. Esa nula sincronía aturdió al Betis en zona ofensiva en la primera mitad a lo que se sumó la poca aportación de Ceballos hicieron que se viera una imagen muy pobre del Betis que aun así pudo marcar en jugadas a balón parado.
Un gol que si hubiese llegado, seguramente hubiera hecho estallar el polvorín del Sporting y hubiera puesto bastante de cara el partido. Pero el Betis no supo jugar con la situación delicada del Sporting necesitado de sumar de tres en tres, e, incluso, fueron los asturianos los que supieron aprovechar las dudas del equipo verdiblanco debido al run run de la grada viendo que el gol no llegaba en la segunda mitad. Y pudo llegar el disgusto.
En la segunda el Betis mejoró algo con el balón a lo que se unió un Sporting, sabedor que había concedido suficiente para ir por debajo en el marcador, mucho más replegado para esperar su oportunidad a la contra con el Betis volcado y con la grada nerviosa. Se creó un contexto de un equipo encerrado con dos líneas de cuatro y el Betis intentando encontrar la llave para entrar en el área rival. Un contexto que a este Betis no beneficia nada.
En la segunda mitad el equipo verdiblanco apenas pudo crear ocasiones de gol claras, estrellándose una y otra vez con la defensa asturiana y desesperándose demasiado rápido por las pérdidas de tiempo del rival. La desesperación llevó a la precipitación y la precipitación a errores en zonas ofensivas y no tan ofensivas que pudieron costar el partido.
El Betis no tuvo calma para afrontar la situación, no apareció Ceballos para coger la responsabilidad y el equipo de Víctor acabó el partido metido en su campo ante una situación de peligro del rival.
El uno a uno:
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