No hay forma de que el bético tenga una Navidad tranquila e ilusionante con lo que quede por venir
Desilusión. Ese es uno de los estados de ánimo con los que el aficionado al Real Betis Balompié se marcha al parón de la competición por las fechas navideñas. Y es que el equipo que ahora dirige Víctor Sánchez del Amo no enamora ni ilusiona a nadie. Es verdad que la escuadra bética se mantiene con seis puntos sobre el descenso y a cuatro del objetivo de quedar entre los diez primeros equipos en la tabla clasificatoria con lo que de momento la permanencia no peligra, pero después de haber mejorado y ganado crédito tras el cambio de entrenador en los partidos disputados en el Villamarín, los jugados lejos de Heliópolis, sobre todo los dos últimos, dejan un poso de desazón y un sentimiento de que el Betis va a pasar otra temporada más sin pena ni gloria con una irregularidad propia de las últimas campañas en el club de La Palmera. Porque temporada queda, sí, pero el bético está cansado de ver siempre lo mismo. La eliminación copera a manos del Deportivo de La Coruña ha sido la gota que ha colmado el vaso. Acudir al partido de vuelta con la ventaja que dio el gol de Sanabria en el choque de ida y acabar siendo apeado de la competición por un igual a día de hoy en España ha enfadado e indignado a una afición que, al menos, contaba en sus planes con avanzar en la Copa y plantarse, como mínimo, entre los mejores dieciséis equipos del cuadro.
Pero no. Otra vez los mismos errores defensivos, falta de atención en las marcas y una tremenda ausencia de eficacia en ambas áreas dieron con la eliminación bética de una competición que no ofrece noticias positivas desde el curso 10-11. Porque yo siempre soy del pensamiento de que la mejoría y la estabilidad deben hacerse a través de que se ganen los máximos partidos posibles y de avanzar lo más lejos posible en las competiciones de eliminatorias. Ya sólo le queda LaLiga al Betis. Y sería bueno, por el bien de todos, jugadores, directivos, entrenadores, que el aficionado bético no tenga que ver cómo se espera que haya tres equipos peores para salvar la categoría.
Como la pelota sigue sin entrar como debería y lo deportivo no termina de funcionar, el apartado societario e institucional queda también marcado. El crecimiento del club como entidad, algo que no se niega, queda en un plano más secundario. Porque aplicar ese crecimiento al apartado futbolístico aún está a años luz de lo que merece la afición del Betis.
Desilusión. Ese es uno de los estados de ánimo con los que el aficionado al Real Betis Balompié se marcha al parón de la competición por las fechas navideñas. Y es que el equipo que ahora dirige Víctor Sánchez del Amo no enamora ni ilusiona a nadie. Es verdad que la escuadra bética se mantiene con seis puntos sobre el descenso y a cuatro del objetivo de quedar entre los diez primeros equipos en la tabla clasificatoria con lo que de momento la permanencia no peligra, pero después de haber mejorado y ganado crédito tras el cambio de entrenador en los partidos disputados en el Villamarín, los jugados lejos de Heliópolis, sobre todo los dos últimos, dejan un poso de desazón y un sentimiento de que el Betis va a pasar otra temporada más sin pena ni gloria con una irregularidad propia de las últimas campañas en el club de La Palmera. Porque temporada queda, sí, pero el bético está cansado de ver siempre lo mismo. La eliminación copera a manos del Deportivo de La Coruña ha sido la gota que ha colmado el vaso. Acudir al partido de vuelta con la ventaja que dio el gol de Sanabria en el choque de ida y acabar siendo apeado de la competición por un igual a día de hoy en España ha enfadado e indignado a una afición que, al menos, contaba en sus planes con avanzar en la Copa y plantarse, como mínimo, entre los mejores dieciséis equipos del cuadro.
Pero no. Otra vez los mismos errores defensivos, falta de atención en las marcas y una tremenda ausencia de eficacia en ambas áreas dieron con la eliminación bética de una competición que no ofrece noticias positivas desde el curso 10-11. Porque yo siempre soy del pensamiento de que la mejoría y la estabilidad deben hacerse a través de que se ganen los máximos partidos posibles y de avanzar lo más lejos posible en las competiciones de eliminatorias. Ya sólo le queda LaLiga al Betis. Y sería bueno, por el bien de todos, jugadores, directivos, entrenadores, que el aficionado bético no tenga que ver cómo se espera que haya tres equipos peores para salvar la categoría.
Como la pelota sigue sin entrar como debería y lo deportivo no termina de funcionar, el apartado societario e institucional queda también marcado. El crecimiento del club como entidad, algo que no se niega, queda en un plano más secundario. Porque aplicar ese crecimiento al apartado futbolístico aún está a años luz de lo que merece la afición del Betis.