Relación tormentosa – NACHO VENTO
Relación tormentosa
Nacho Vento / 27 noviembre, 2016 / 2 Comments
La relación del Betis con los árbitros es compleja. Uno intenta creer en la imparcialidad de un estamento destinado a velar por la justicia en la competición, pero en ciertas ocasiones se adivina lógico que muchos béticos hayan perdido la confianza. Hablar de teorías conspiratorias quizá sea caer en la paranoia o llevar la situación hasta un extremo indeseable. Pese a ello, hay una realidad que tal vez esté pesando sobre el Betis como una losa de mil kilos. Una realidad en la que coinciden muchos profesionales de los medios de comunicación y que normalmente queda siempre entre bastidores. A la LFP le interesa un Betis mediocre en lo futbolístico porque sabe que la enorme masa social que hay detrás de la entidad siempre va a ser leal sin importar las circunstancias. De los equipos terrenales, el Betis es de largo el que más audiencia genera en abierto, de ahí que en términos económicos, un Betis en segunda resulte mucho más rentable que un Betis en Europa League -donde sólo operadores de pago podrían televisarlo-. Con esto no estamos queriendo decir que los errores arbitrales en contra del conjunto heliopolitano sean premeditados, nada más lejos de la realidad. Pero si la moneda sigue cayendo en contra con excesiva frecuencia, al final es probable que la hipótesis cobre una fuerza tal que lleve a algunos a comprobar si la moneda está o no trucada.
“Se dice que al final de liga los errores a tu favor compensan los errores en contra. Espero entonces que a partir de ahora sean a favor, ya que estamos teniendo unos cuantos que nos están perjudicando. La fórmula no es quedarse en el lamento arbitral, sino seguir trabajando y ganar partidos”, fueron las palabras que pronunció el presidente Ángel Haro el martes 20 de septiembre después del último derbi. Cómo no recordarlo si el (no) gol de Álex Alegría todavía sigue incrustado en la retina de muchos.
Han pasado dos meses de aquella noche y lo cierto es que lejos de revertirse la situación, nada ha mejorado en la tormentosa relación que desde hace tiempo vive el Real Betis con el estamento arbitral. El viernes en Eibar volvió el deja vu cuando Ocón Arraiz decidió dejar al equipo con 10 a las primeras de cambio por una falta que, incluso siendo dudosa, se prestaba como mucho a la cartulina amarilla. El peaje fue carísimo. Al mazazo inesperado de la expulsión se unió el gol en la jugada posterior y entonces el equipo quedó aturdido y sin saber cómo responder a las circunstancias, igual que el alumno poco aplicado que tiembla cuando el profesor le pregunta una lección que prefirió no estudiar.
En cualquier caso, no queda duda de que la errónea decisión del colegiado condicionó todo el encuentro. Cuán flagrante sería el fallo arbitral que incluso el técnico rival, José Luis Mendilibar, apostillló en sala de prensa: “me parece muy fuerte que por una jugada de éstas te expulsen a un jugador”. El entrenador vasco no tenía por qué hacer ese comentario, pero su honesta sentencia evidencia que el Betis se ha convertido en una víctima común. Aquí reside el principal problema para el club verdiblanco, en que los errores arbitrales que vienen perjudicando al Betis se están convirtiendo en algo demasiado frecuente. Sin ir más lejos, durante la temporada pasada se produjeron hitos especialmente reseñables (Vicandi Garrido en el Camp Nou, por ejemplo) que terminaron con los jugadores y la grada desquiciados y clamando contra el señor del silbato. De hecho, en la faceta de expulsiones, hasta en un par de ocasiones el Comité de Apelación desdijo a los colegiados y concedió la razón a los servicios jurídicos del Betis. Puede que con Piccini se repita la misma historia. Sin embargo, el daño ya está hecho y que el citado organismo no aplique sanción alguna sobre el jugador italiano sólo supondría una tirita que en ningún caso hará cicatrizar la herida.
Relación tormentosa
Nacho Vento / 27 noviembre, 2016 / 2 Comments
La relación del Betis con los árbitros es compleja. Uno intenta creer en la imparcialidad de un estamento destinado a velar por la justicia en la competición, pero en ciertas ocasiones se adivina lógico que muchos béticos hayan perdido la confianza. Hablar de teorías conspiratorias quizá sea caer en la paranoia o llevar la situación hasta un extremo indeseable. Pese a ello, hay una realidad que tal vez esté pesando sobre el Betis como una losa de mil kilos. Una realidad en la que coinciden muchos profesionales de los medios de comunicación y que normalmente queda siempre entre bastidores. A la LFP le interesa un Betis mediocre en lo futbolístico porque sabe que la enorme masa social que hay detrás de la entidad siempre va a ser leal sin importar las circunstancias. De los equipos terrenales, el Betis es de largo el que más audiencia genera en abierto, de ahí que en términos económicos, un Betis en segunda resulte mucho más rentable que un Betis en Europa League -donde sólo operadores de pago podrían televisarlo-. Con esto no estamos queriendo decir que los errores arbitrales en contra del conjunto heliopolitano sean premeditados, nada más lejos de la realidad. Pero si la moneda sigue cayendo en contra con excesiva frecuencia, al final es probable que la hipótesis cobre una fuerza tal que lleve a algunos a comprobar si la moneda está o no trucada.
“Se dice que al final de liga los errores a tu favor compensan los errores en contra. Espero entonces que a partir de ahora sean a favor, ya que estamos teniendo unos cuantos que nos están perjudicando. La fórmula no es quedarse en el lamento arbitral, sino seguir trabajando y ganar partidos”, fueron las palabras que pronunció el presidente Ángel Haro el martes 20 de septiembre después del último derbi. Cómo no recordarlo si el (no) gol de Álex Alegría todavía sigue incrustado en la retina de muchos.
Han pasado dos meses de aquella noche y lo cierto es que lejos de revertirse la situación, nada ha mejorado en la tormentosa relación que desde hace tiempo vive el Real Betis con el estamento arbitral. El viernes en Eibar volvió el deja vu cuando Ocón Arraiz decidió dejar al equipo con 10 a las primeras de cambio por una falta que, incluso siendo dudosa, se prestaba como mucho a la cartulina amarilla. El peaje fue carísimo. Al mazazo inesperado de la expulsión se unió el gol en la jugada posterior y entonces el equipo quedó aturdido y sin saber cómo responder a las circunstancias, igual que el alumno poco aplicado que tiembla cuando el profesor le pregunta una lección que prefirió no estudiar.
En cualquier caso, no queda duda de que la errónea decisión del colegiado condicionó todo el encuentro. Cuán flagrante sería el fallo arbitral que incluso el técnico rival, José Luis Mendilibar, apostillló en sala de prensa: “me parece muy fuerte que por una jugada de éstas te expulsen a un jugador”. El entrenador vasco no tenía por qué hacer ese comentario, pero su honesta sentencia evidencia que el Betis se ha convertido en una víctima común. Aquí reside el principal problema para el club verdiblanco, en que los errores arbitrales que vienen perjudicando al Betis se están convirtiendo en algo demasiado frecuente. Sin ir más lejos, durante la temporada pasada se produjeron hitos especialmente reseñables (Vicandi Garrido en el Camp Nou, por ejemplo) que terminaron con los jugadores y la grada desquiciados y clamando contra el señor del silbato. De hecho, en la faceta de expulsiones, hasta en un par de ocasiones el Comité de Apelación desdijo a los colegiados y concedió la razón a los servicios jurídicos del Betis. Puede que con Piccini se repita la misma historia. Sin embargo, el daño ya está hecho y que el citado organismo no aplique sanción alguna sobre el jugador italiano sólo supondría una tirita que en ningún caso hará cicatrizar la herida.
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