Las miradas se han centrado en Poyet, pero Haro y Torrecilla prometieron un Betis del cual no hay ni rastro.
Todas las miradas están centradas en Gustavo Poyet. Lógico. El técnico no sólo no ha dado con la tecla, sino que cada vez parece más perdido y, encima, sigue empeñado en guerras absurdas, como la que tiene con la afición. Lo más normal, salvo que encadene una victoria tras otra, es que más pronto que tarde sea destituido, sobre todo si tenemos en cuenta que la grada ya ha dictado sentencia. Pero quedarse en la figura del entrenador sería pobre. En Heliópolis ya hemos visto desfilar a Mel, Garrido, Calderón, Velázquez, Mel otra vez… Ya es un clásico en cada temporada, por lo que es evidente que el error está en otro lado. El problema es que también han pasado varios directores deportivos y presidentes, de ahí que la mediocridad haya sido la nota predominante en los últimos años. Pero eso no quita, ni mucho menos, que los que mandan ahora no tengan culpa de la situación. Todo lo contrario. Los principales culpables de que el Betis siga igual son Ángel Haro y Miguel Torrecilla. El primero, por ser el que manda en la entidad y el encargado de dar el visto bueno a todas las decisiones. El segundo, por ser la cabeza visible del proyecto deportivo, el cual está lejos de lo que se prometió.
Porque la realidad es que, bajo el eslogan de ‘No hay palabras, sólo hechos’, el club hizo una serie de promesas que hoy están lejos. Mirar hacia abajo iba a ser historia según los rectores béticos, algo que, a día de hoy, no ha ocurrido. Todavía queda tiempo para revertir la situación, y ojalá así sea, pero al bético se le dijo que en esta temporada iba a disfrutar y se iba a olvidar de sufrir. De hecho, Ángel Haro fue más allá: “Quiero hablarle a los béticos del proyecto. Puede ser que les suene a ‘ya está aquí el enésimo proyecto’ y lo entiendo, pero llevo tres meses y tengo derecho a hablar del proyecto. Hasta hace unos meses no se ha podido iniciar la transformación que buscamos, hay otras iniciativas que se están gestando, pero no hay proyecto más importante que el deportivo. Queremos que sea ilusionante, devolverles la sonrisa a nuestros niños después de que vean jugar al Real Betis. El objetivo del Betis para la próxima temporada es estar entre los diez primeros. Todo lo que no sea eso, será un fracaso para los que estamos en el club”. Ni rastro de la promesa del presidente.
Como tampoco la hay de la que hizo el director deportivo, Miguel Torrecilla, el día de su presentación con el Betis: “Lo primero que quiero es un equipo que sea capaz de ganar partidos. Al final el Betis en su historia y en sus grandes éxitos ha sido protagonista, así que quiero un Betis que quiera el balón y le dispute la pelota al rival. Me imagino así al Betis, un equipo atrevido y generoso en el esfuerzo, que pueda ir a buscar el balón y pueda ser protagonista del juego. Todo lo que no sea estar del décimo hacia arriba es para que nos puedan tirar de las orejas a los que tengamos responsabilidad en esta entidad“. El tirón de orejas ya se lo ha dado la afición al entrenador. Los siguientes serán al director deportivo y al presidente. Así que bien harían en el Betis en centrarse en lo importante y en dejarse de guerras absurdas en las que, por otra parte, tienen todas las de perder. La pelotita manda, a ver si lo aprenden de una vez…
Todas las miradas están centradas en Gustavo Poyet. Lógico. El técnico no sólo no ha dado con la tecla, sino que cada vez parece más perdido y, encima, sigue empeñado en guerras absurdas, como la que tiene con la afición. Lo más normal, salvo que encadene una victoria tras otra, es que más pronto que tarde sea destituido, sobre todo si tenemos en cuenta que la grada ya ha dictado sentencia. Pero quedarse en la figura del entrenador sería pobre. En Heliópolis ya hemos visto desfilar a Mel, Garrido, Calderón, Velázquez, Mel otra vez… Ya es un clásico en cada temporada, por lo que es evidente que el error está en otro lado. El problema es que también han pasado varios directores deportivos y presidentes, de ahí que la mediocridad haya sido la nota predominante en los últimos años. Pero eso no quita, ni mucho menos, que los que mandan ahora no tengan culpa de la situación. Todo lo contrario. Los principales culpables de que el Betis siga igual son Ángel Haro y Miguel Torrecilla. El primero, por ser el que manda en la entidad y el encargado de dar el visto bueno a todas las decisiones. El segundo, por ser la cabeza visible del proyecto deportivo, el cual está lejos de lo que se prometió.
Porque la realidad es que, bajo el eslogan de ‘No hay palabras, sólo hechos’, el club hizo una serie de promesas que hoy están lejos. Mirar hacia abajo iba a ser historia según los rectores béticos, algo que, a día de hoy, no ha ocurrido. Todavía queda tiempo para revertir la situación, y ojalá así sea, pero al bético se le dijo que en esta temporada iba a disfrutar y se iba a olvidar de sufrir. De hecho, Ángel Haro fue más allá: “Quiero hablarle a los béticos del proyecto. Puede ser que les suene a ‘ya está aquí el enésimo proyecto’ y lo entiendo, pero llevo tres meses y tengo derecho a hablar del proyecto. Hasta hace unos meses no se ha podido iniciar la transformación que buscamos, hay otras iniciativas que se están gestando, pero no hay proyecto más importante que el deportivo. Queremos que sea ilusionante, devolverles la sonrisa a nuestros niños después de que vean jugar al Real Betis. El objetivo del Betis para la próxima temporada es estar entre los diez primeros. Todo lo que no sea eso, será un fracaso para los que estamos en el club”. Ni rastro de la promesa del presidente.
Como tampoco la hay de la que hizo el director deportivo, Miguel Torrecilla, el día de su presentación con el Betis: “Lo primero que quiero es un equipo que sea capaz de ganar partidos. Al final el Betis en su historia y en sus grandes éxitos ha sido protagonista, así que quiero un Betis que quiera el balón y le dispute la pelota al rival. Me imagino así al Betis, un equipo atrevido y generoso en el esfuerzo, que pueda ir a buscar el balón y pueda ser protagonista del juego. Todo lo que no sea estar del décimo hacia arriba es para que nos puedan tirar de las orejas a los que tengamos responsabilidad en esta entidad“. El tirón de orejas ya se lo ha dado la afición al entrenador. Los siguientes serán al director deportivo y al presidente. Así que bien harían en el Betis en centrarse en lo importante y en dejarse de guerras absurdas en las que, por otra parte, tienen todas las de perder. La pelotita manda, a ver si lo aprenden de una vez…
Comentario