El banquillo de la Real Sociedad cuenta desde el curso pasado con un inquilino llamado Eusebio Sacristán (52 años) que llegó a Anoeta como suele llegar a todos los clubes, con ese aroma que tuvo de futbolista con suerte (entiéndanme, cayó de pie) cuyo recorrido siempre estuvo marcado por estar rodeado de unos futbolistas extraordinarios durante muchos años.

El ex del Barça y Celta, por ejemplo, siempre llevó por bandera la idea del buen juego. Esa eterna manía que tienen algunos de llamar juego bonito o vistoso al intentar tener la pelota sí o también sea cuáles sean las circunstancias y, por encima de todo, sea cuáles sean los futbolistas que uno dispone. Tragedia en muchas ocasiones, claro está. La Real con Eusebio ha tenido muchos altibajos. Pareciera algunos domingos que a San Sebastián había vuelto la esperanza de equipo llamativo, de fútbol alegre. Y otros, sin embargo, el mismo técnico vallisoletano pareciera que andaba jugándose nada más y nada menos que su despido.

Pero la entidad vasca le dio continuidad para empezar la presente temporada y el conjunto donostiarra sigue esperando la mejor versión de los suyos de la mano de este entrenador, ese hombre que fuera jugador del centro del campo de uno de los mejores Barcelonas que ha habido y habrá. En mitad de la tabla, como el Real Betis, Anoeta espera de los suyos más empuje y determinación. Personalidad a fin de cuentas para estar presente en el grupo de equipos que animen un campeonato que viste de más bien pocos colores.

Que su Majestad se enfrente a la Real a finales de septiembre, en la jornada 7, tiene cierta importancia. Seguramente para ambas entidades y entrenadores. A partir de la jornada séptima es buen momento para comenzar a hacer ciertas valoraciones de presente y, también, de futuro. Casualmente un punto saca el Betis a la Real Sociedad. Y un puesto en la clasificación. Un gran viernes para golpear la mesa.

Otro banquillos....
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