En un partido, feo, tosco y violento, Betis y Sevilla se olvidaron de jugar al fútbol y convirtieron el encuentro en una guerra sin cuartel. El cuadro local se acabó llevando los tres puntos gracias a una jugada a balón parado. El gol, fiel reflejo de un partido que no ha hecho honor a uno de los mejores derbis.
Otra vez. El Betis volvió a salir derrotado del Sánchez Pijzuán. Otra vez, el Betis salió al campo del eterno rival demasiado nervioso. Otra vez, el Betis inició una guerra, en ocasiones excesivamente violenta, como ya hiciese en el derbi del Villamarín la temporada pasada, pero esta vez la perdió. Y otra vez, el equipo de Poyet, necesitó verse por debajo para dejarse ver en plano ofensivo.
Y es que este Betis intentó suplir sus carencias y las bajas con actitud e intensidad. Esa era la premisa, no dejar crear a los hombres más técnicos del Sevilla, encimarles e intimidarles. Se consiguió pero vendiendo el alma al diablo. Petros, Pezzella y Bruno dieron un espectáculo lamentable en los primeros 15 minutos de encuentro usando una violencia injustificable en un partido de fútbol. A los que pronto, se les acabó uniéndose jugadores del Sevilla como un Iborra, que nunca falla a la cita, y Nasri. Así transcurrieron unos 45 minutos de ¿fútbol? donde el árbitro acabó sobrepasado entre un aluvión de faltas y protestas.
Una buena entrada en la segunda parte y cinco minutos de buen juego le sirvieron al Sevilla para adelantarse en el marcador y en consecuencia, ganar el partido. Gracias a una falta lateral, y a unos desajustes defensivos de los centrales verdiblancos. Al equipo de Poyet, que hasta entonces no se le había visto pasar el centro del campo sevillista, le tocaba reaccionar como en el encuentro del viernes, y lo hizo, y lo volvió a hacer rápido y gracias a los mismos protagonistas, Rubén y Alegría con un invitado especial: Joaquín. Pero el linier quiso unirse a las desgracias del derbi anulando un gol que viendo el marcador final era determinante.
Poyet quiso levantar al equipo sacando a Ceballos y a Musonda para reactivar la zona ofensiva y colocó a Felipe Gutiérrez en el lateral para mejorar la salida de balón, que hasta ese mismo momento se había basado en un pelotazo largo para Alegría o un abuso del pase más utilizado del Betis hoy, y que es un gran indicador, el pase de Piccini a Bruno. Está táctica sirvió al equipo verdiblanco para prodigarse en ataque y mejorar la versión de la primera parte, si la hubo, pero no para generar ocasiones de gol importantes, sin contar la del gol anulado.
Se volvió a perder otro derbi pero la sensación general que deja es que el Betis no fue, para nada, inferior a un Sevilla que le bastó solo cinco minutos de superioridad para llevarse el partido. El Betis de Poyet ofreció otra vez demasiadas dudas, en cuanto a generar fútbol, que quedarán ocultadas por el plano más elemental de este deporte: la actitud.
Os dejamos el uno a uno de nuestros jugadores:
Otra vez. El Betis volvió a salir derrotado del Sánchez Pijzuán. Otra vez, el Betis salió al campo del eterno rival demasiado nervioso. Otra vez, el Betis inició una guerra, en ocasiones excesivamente violenta, como ya hiciese en el derbi del Villamarín la temporada pasada, pero esta vez la perdió. Y otra vez, el equipo de Poyet, necesitó verse por debajo para dejarse ver en plano ofensivo.
Y es que este Betis intentó suplir sus carencias y las bajas con actitud e intensidad. Esa era la premisa, no dejar crear a los hombres más técnicos del Sevilla, encimarles e intimidarles. Se consiguió pero vendiendo el alma al diablo. Petros, Pezzella y Bruno dieron un espectáculo lamentable en los primeros 15 minutos de encuentro usando una violencia injustificable en un partido de fútbol. A los que pronto, se les acabó uniéndose jugadores del Sevilla como un Iborra, que nunca falla a la cita, y Nasri. Así transcurrieron unos 45 minutos de ¿fútbol? donde el árbitro acabó sobrepasado entre un aluvión de faltas y protestas.
Una buena entrada en la segunda parte y cinco minutos de buen juego le sirvieron al Sevilla para adelantarse en el marcador y en consecuencia, ganar el partido. Gracias a una falta lateral, y a unos desajustes defensivos de los centrales verdiblancos. Al equipo de Poyet, que hasta entonces no se le había visto pasar el centro del campo sevillista, le tocaba reaccionar como en el encuentro del viernes, y lo hizo, y lo volvió a hacer rápido y gracias a los mismos protagonistas, Rubén y Alegría con un invitado especial: Joaquín. Pero el linier quiso unirse a las desgracias del derbi anulando un gol que viendo el marcador final era determinante.
Poyet quiso levantar al equipo sacando a Ceballos y a Musonda para reactivar la zona ofensiva y colocó a Felipe Gutiérrez en el lateral para mejorar la salida de balón, que hasta ese mismo momento se había basado en un pelotazo largo para Alegría o un abuso del pase más utilizado del Betis hoy, y que es un gran indicador, el pase de Piccini a Bruno. Está táctica sirvió al equipo verdiblanco para prodigarse en ataque y mejorar la versión de la primera parte, si la hubo, pero no para generar ocasiones de gol importantes, sin contar la del gol anulado.
Se volvió a perder otro derbi pero la sensación general que deja es que el Betis no fue, para nada, inferior a un Sevilla que le bastó solo cinco minutos de superioridad para llevarse el partido. El Betis de Poyet ofreció otra vez demasiadas dudas, en cuanto a generar fútbol, que quedarán ocultadas por el plano más elemental de este deporte: la actitud.
Os dejamos el uno a uno de nuestros jugadores:
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