La valla - Al final de la Palmera
Una frontera para distinguir a quienes han sido condenados por hacerle daño al Betis y el resto del beticismo.
Por MATEO GONZÁLEZ, 28 de mayo de 2016 17:34 h.
“De la valla, pallá“, vociferaba el bueno de Andrés durante muchos años en la parte vieja de la ciudad deportiva. La valla, con un pequeño cartel de prohibido el paso, simbolizaba la frontera entre el mundo exterior y la privacidad que precisa un equipo de fútbol profesional. Una valla, un muro, una montaña. Cuando Andrés achicaba a los que trataban de sortearla sin permiso casi siempre tenía éxito y dejaba expedito el tránsito en la zona de seguridad. La valla, aquella valla, puede servir hoy en día para marcar dos territorios: el de los condenados por haberle hecho daño al Betis y los que no. Quizás esta versión 3.0 de la valla ha de contar con algo más que Andrés y seguramente necesite refuerzos, ser electrificada y no le vendría mal un foso. La valla para distinguir a quienes pretenden hacerse pasar por béticos normales cuando un juez ha dicho que su proceder ha sido perjudicial contra el Betis. Un juez. Ni usted, ni yo, ni un propio, ni el vecino del quinto. Un juez. Su Señoría. Y algunos condenados se han dado hasta por ganadores. Así lo verían. Así tendrán la conciencia. Mientras, el club sigue su rumbo, desde hace semanas tiene nuevo entrenador y director deportivo, ya ha caído el primer fichaje, se concretan la obras del Gol Sur y… Ahí aparecen, como si no hubiera valla, presumiendo de que desde su trinchera judicial van a agitar al gobierno actual de la entidad, elevando una torticera comparación con su situación, olvidando pretendidamente sus condenas. Por suerte el bético no es tonto. Y sabe quién es quién en esta película. Los de ahora tienen que demostrar todo lo que prometieron. Más hechos, que las palabras ya están dichas. Los de antes, los condenados, tienen ante sí una valla enorme: la del orgullo de una afición que no los quiere, que rechaza a quienes se afanaron en hacerle daño a un club que no merece que esta panda siga revoloteando, continúe señalando a ese barco que si alguna bandera ondeó un día fue la pirata.
Una frontera para distinguir a quienes han sido condenados por hacerle daño al Betis y el resto del beticismo.
Por MATEO GONZÁLEZ, 28 de mayo de 2016 17:34 h.
“De la valla, pallá“, vociferaba el bueno de Andrés durante muchos años en la parte vieja de la ciudad deportiva. La valla, con un pequeño cartel de prohibido el paso, simbolizaba la frontera entre el mundo exterior y la privacidad que precisa un equipo de fútbol profesional. Una valla, un muro, una montaña. Cuando Andrés achicaba a los que trataban de sortearla sin permiso casi siempre tenía éxito y dejaba expedito el tránsito en la zona de seguridad. La valla, aquella valla, puede servir hoy en día para marcar dos territorios: el de los condenados por haberle hecho daño al Betis y los que no. Quizás esta versión 3.0 de la valla ha de contar con algo más que Andrés y seguramente necesite refuerzos, ser electrificada y no le vendría mal un foso. La valla para distinguir a quienes pretenden hacerse pasar por béticos normales cuando un juez ha dicho que su proceder ha sido perjudicial contra el Betis. Un juez. Ni usted, ni yo, ni un propio, ni el vecino del quinto. Un juez. Su Señoría. Y algunos condenados se han dado hasta por ganadores. Así lo verían. Así tendrán la conciencia. Mientras, el club sigue su rumbo, desde hace semanas tiene nuevo entrenador y director deportivo, ya ha caído el primer fichaje, se concretan la obras del Gol Sur y… Ahí aparecen, como si no hubiera valla, presumiendo de que desde su trinchera judicial van a agitar al gobierno actual de la entidad, elevando una torticera comparación con su situación, olvidando pretendidamente sus condenas. Por suerte el bético no es tonto. Y sabe quién es quién en esta película. Los de ahora tienen que demostrar todo lo que prometieron. Más hechos, que las palabras ya están dichas. Los de antes, los condenados, tienen ante sí una valla enorme: la del orgullo de una afición que no los quiere, que rechaza a quienes se afanaron en hacerle daño a un club que no merece que esta panda siga revoloteando, continúe señalando a ese barco que si alguna bandera ondeó un día fue la pirata.
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