El Barcelona es hoy el mejor club del mundo, tanto que cuesta recordar aquellos tiempos, no demasiado lejanos, en el que era el club del quiero y no puedo. Un equipo secundario, eterno aspirante, sin ningún título europeo de postín -es decir, sin la Copa de Europa-. El Barça vivía a la sombra del Real Madrid, tanto que se refugiaba en la sociopolitica catalanista, con el eslogan de Barça, mes que un club, para disimular sus limitaciones deportivas. La consigna que se repetía temporada tras temporada en Can Barça era “este año sí”, lo cual reflejaba su fustración, su mentalidad de equipo a medio hacer, de entidad que asume que no ha llegado donde le gustaría estar. Éste es el Barça que se encontró Johan Cruyff en 1988, cuando volvió al Nou Camp tras haber comenzado su etapa de entrenador en el Ajax. “Conozco el Club y no quiero que la historia se repita. Si queremos cambiar las cosas, hay que cambiar la historia”, aseguró al llegar a Barcelona. Revolucionó la filosofía y la mentalidad, definió un modelo deportivo y de juego y, efectivamente, cambió la historia.
Qué bien vendría al Betis un Cruyff que desterrase el fatalismo crónico y el adocenamiento de los últimos años. Los mitos verdiblancos han sido tradicionalmente más sentimentales que funcionales. Gordillo volvió al club tras el loperismo, pero sin competencias en la parcela deportiva. Algunos grandes jugadores -Cardeñosa, Hadzibegic, Calderón…- pasaron por los banquillos sin sacudir las estructuras del club. El Betis necesitaría un visionario, un ganador nato que revolucionase la mentalidad de directivos, técnicos y jugadores desde una autoridad moral incuestionable. Quizás lo más parecido a Cruyff que ha tenido el club en su historia reciente haya sido Lorenzo Serra Ferrer, quien en verano de 2005 planteó una remodelación radical para profesionalizar el club y dar un salto de calidad cualitativo y definitivo tras haber conquistado la Copa del Rey. “El Betis será lo que Lopera quiera que sea”, afirmó Serra entonces. Y Lopera respondió fichando a Juanlu, Xisco, Óscar López y Nano. Y aquí seguimos todavía, esperando un mesías verdiblanco que nos lleve a la tierra prometida.
Bastante acertado el artículo en mi opinión.
Qué bien vendría al Betis un Cruyff que desterrase el fatalismo crónico y el adocenamiento de los últimos años. Los mitos verdiblancos han sido tradicionalmente más sentimentales que funcionales. Gordillo volvió al club tras el loperismo, pero sin competencias en la parcela deportiva. Algunos grandes jugadores -Cardeñosa, Hadzibegic, Calderón…- pasaron por los banquillos sin sacudir las estructuras del club. El Betis necesitaría un visionario, un ganador nato que revolucionase la mentalidad de directivos, técnicos y jugadores desde una autoridad moral incuestionable. Quizás lo más parecido a Cruyff que ha tenido el club en su historia reciente haya sido Lorenzo Serra Ferrer, quien en verano de 2005 planteó una remodelación radical para profesionalizar el club y dar un salto de calidad cualitativo y definitivo tras haber conquistado la Copa del Rey. “El Betis será lo que Lopera quiera que sea”, afirmó Serra entonces. Y Lopera respondió fichando a Juanlu, Xisco, Óscar López y Nano. Y aquí seguimos todavía, esperando un mesías verdiblanco que nos lleve a la tierra prometida.
Bastante acertado el artículo en mi opinión.
Comentario