El Betis de Merino consiguió una victoria vital ante el Granada gracias al balón parado, que tanto bien le ha producido a su equipo en las últimas jornadas. Mientras que en toda la primera vuelta el conjunto verdiblanco consiguió sólo un tanto, desde que el linense lo entrena ya lleva 7 goles en 9 jornadas a través de este recurso.
En el primer tiempo, el Betis se vio completamente desactivado ante la alta presión del Granada que le impidió sacar el balón jugado desde atrás. Los locales no encontraban a sus principales activadores, Ceballos y Musonda, los cuales tienen la capacidad de saltarse líneas con mayor facilidad. Con la entrada de Molina, el conjunto bético escalonó mejor sus ataques y podía llegar con algo más de facilidad a puerta.
En el segundo acto, la expulsión de Vargas destruyó toda opción de meter en campo contrario al Granada con el balón, ya que José González dispuso un equipo muy sólido por el centro y que, con la superioridad numérica, era imposible de superar. El equipo nazarí era muy improductivo con la posesión, por lo que sólo consiguió generar algo a través de centros o balones a la espalda de la zaga verdiblanca.
Sin embargo, el plan B de Merino volvió a resultar. Ante la ausencia de Vargas, fue Joaquín el ejecutor de la jugada de estrategia y una torre como N’Diaye el rematador de la acción. Ni viéndose por debajo en el marcador fue capaz el Granada de generar acciones de peligro ante un Betis agazapado atrás. Una contra muy bien ejecutada por Molina y Rubén fue el que puso fin al partido con otra acción a balón parado. Merino, una vez más, ha sabido interpretar las necesidades béticas y les ha puesto solución con un plan sencillo y lógico.
En el primer tiempo, el Betis se vio completamente desactivado ante la alta presión del Granada que le impidió sacar el balón jugado desde atrás. Los locales no encontraban a sus principales activadores, Ceballos y Musonda, los cuales tienen la capacidad de saltarse líneas con mayor facilidad. Con la entrada de Molina, el conjunto bético escalonó mejor sus ataques y podía llegar con algo más de facilidad a puerta.
En el segundo acto, la expulsión de Vargas destruyó toda opción de meter en campo contrario al Granada con el balón, ya que José González dispuso un equipo muy sólido por el centro y que, con la superioridad numérica, era imposible de superar. El equipo nazarí era muy improductivo con la posesión, por lo que sólo consiguió generar algo a través de centros o balones a la espalda de la zaga verdiblanca.
Sin embargo, el plan B de Merino volvió a resultar. Ante la ausencia de Vargas, fue Joaquín el ejecutor de la jugada de estrategia y una torre como N’Diaye el rematador de la acción. Ni viéndose por debajo en el marcador fue capaz el Granada de generar acciones de peligro ante un Betis agazapado atrás. Una contra muy bien ejecutada por Molina y Rubén fue el que puso fin al partido con otra acción a balón parado. Merino, una vez más, ha sabido interpretar las necesidades béticas y les ha puesto solución con un plan sencillo y lógico.