El Espanyol decidió hace semanas prescindir de Sergio González como técnico del primer equipo perico. Los resultados no acompañaban y, ya se sabe. El curso pasado el equipo catalán enamoraba mucho. Hizo una Copa del Rey extraordinaria y su fútbol, con mejores jugadores que los actuales (todo sea dicho) agradaba. Pero la paciencia se agotó en Cornellà y llegó un ex del equipo allá por el 97, de enorme zurda en su época de futbolista, y con dos participaciones como jugador en Mundiales y otras tantas en Eurocopas con su selección
rumana. La Rumanía que encantaba, claro.

Galca, al llegar, dio fuerza y entusiasmo al equipo. Le compitió duramente al Barcelona en casa logrando empatar a cero. No así en tarjetas, los blanquiazules sumaron amarillas ante tanta agresividad en el juego. Sin embargo, como pasa muchas veces, esta fuerza fue a menos y Galca a día de hoy está cuestionado. Sin ir más lejos, el Betis podría hacerle un roto al rumano. Ahora ha enmendado algo los resultados el Espanyol, pero tras el empate en el clásico catalán los resultados solo han sido derrotas, muchas de ellas abultadísimas, y
empates mediocres.

Dicho esto, y por el desenlace de gran parte del trabajo del rumano, pareciera Galca otro de los entrenadores reforzados por su pasado de jugador para poder llegar a esas entidades donde ya jugó. Un clásico esto que les digo, ¿verdad?. Un club que incluso le dio galones que a otros no en su día. Los cuatros goles en El Molinón el otro día le mantienen con vida, pero otras actuaciones pasadas de su Espanyol han hecho demasiado daño.

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