Porque como bien dice Mateo González el único perjudicado es el Real Betis...
El perjudicado es el Betis - Al final de la Palmera
Vergüenza. Con apellidos como indignación, fracaso, desengaño, decepción, hastío, incredulidad… Y los que ustedes quieran. Así se sienten los béticos. Estafados en su ilusión, necesitados de explicaciones, desapegados del proceder de su club. Hace un mes y medio renovaron sus votos para constituir una directiva de unión y de progreso, de esperanzas de un Betis grande, de proyectos y expectativas. Y de unión. Y eso es lo primero que ha saltado por los aires. Parece que sólo tenían en común al enemigo y han tardado poco en fragmentarse para resucitar a los derrotados por la mayoría verdiblanca. Un ejercicio de irresponsabilidad tremendo el de un consejo de administración que no ha sabido responder a lo que su gente le pedía, a lo que los béticos demandaban. Simplemente fichajes. Un fichaje en concreto. Y un entrenador. Era un día para trabajar por el Betis y no para alimentar sus rencillas. Cierto que fueron a por lo mejor que podían conseguir en un mercado tan puñetero como el de enero pero también lo es que el castillo era de naipes y se ha caído en el peor momento, frustrando hasta ahora no sólo la operación de Damiao sino la confianza de quienes hasta hicieron apostolado por ellos y ahora se sienten engañados. Y con razón. A veces da la sensación de que el Betis es algo imposible, de que su clase dirigente no se da cuenta de lo que tiene entre manos. Tantas veces ha caído en la misma piedra que resulta lacerante ver cómo la historia se repite con diferentes caras. Llega uno a pensar que no hay solución, que el Betis vive en esta fractura porque todos quieren un pedazo del protagonismo, porque nadie quiere abandonar su trincherita y prefieren tirar de la cuerda antes que poner su ladrillo para que el edificio sea sólido y estable. Como si no les importara si el barco se hunde cuando si naufraga, lo hacen ellos también. Todos tendrán razón ahora pero en realidad la han perdido. Nadie piensa en el Betis. O todos lo hacen pero de manera tan diferente que al final le hacen daño. Y los hay irreparables, como los que está llegando a perpetrar este consejo con su desunión manifiesta y corrosiva. Todos son culpables. Todos son responsables. En ellos está la solución. Y si no la encuentran, que dejen paso a otros.
y ahora, hagan pruebas de sonido para poner el himno muuuuy alto el próximo fin de semana y que no se escuche la indignación del bético de a pié, ese que solo les importa para las juntas de accionistas...
El perjudicado es el Betis - Al final de la Palmera
Vergüenza. Con apellidos como indignación, fracaso, desengaño, decepción, hastío, incredulidad… Y los que ustedes quieran. Así se sienten los béticos. Estafados en su ilusión, necesitados de explicaciones, desapegados del proceder de su club. Hace un mes y medio renovaron sus votos para constituir una directiva de unión y de progreso, de esperanzas de un Betis grande, de proyectos y expectativas. Y de unión. Y eso es lo primero que ha saltado por los aires. Parece que sólo tenían en común al enemigo y han tardado poco en fragmentarse para resucitar a los derrotados por la mayoría verdiblanca. Un ejercicio de irresponsabilidad tremendo el de un consejo de administración que no ha sabido responder a lo que su gente le pedía, a lo que los béticos demandaban. Simplemente fichajes. Un fichaje en concreto. Y un entrenador. Era un día para trabajar por el Betis y no para alimentar sus rencillas. Cierto que fueron a por lo mejor que podían conseguir en un mercado tan puñetero como el de enero pero también lo es que el castillo era de naipes y se ha caído en el peor momento, frustrando hasta ahora no sólo la operación de Damiao sino la confianza de quienes hasta hicieron apostolado por ellos y ahora se sienten engañados. Y con razón. A veces da la sensación de que el Betis es algo imposible, de que su clase dirigente no se da cuenta de lo que tiene entre manos. Tantas veces ha caído en la misma piedra que resulta lacerante ver cómo la historia se repite con diferentes caras. Llega uno a pensar que no hay solución, que el Betis vive en esta fractura porque todos quieren un pedazo del protagonismo, porque nadie quiere abandonar su trincherita y prefieren tirar de la cuerda antes que poner su ladrillo para que el edificio sea sólido y estable. Como si no les importara si el barco se hunde cuando si naufraga, lo hacen ellos también. Todos tendrán razón ahora pero en realidad la han perdido. Nadie piensa en el Betis. O todos lo hacen pero de manera tan diferente que al final le hacen daño. Y los hay irreparables, como los que está llegando a perpetrar este consejo con su desunión manifiesta y corrosiva. Todos son culpables. Todos son responsables. En ellos está la solución. Y si no la encuentran, que dejen paso a otros.
y ahora, hagan pruebas de sonido para poner el himno muuuuy alto el próximo fin de semana y que no se escuche la indignación del bético de a pié, ese que solo les importa para las juntas de accionistas...
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