Historia de una bandera del Betis en Nervión

Se llama Manuel Ramírez, tiene 23 años y es socio del Real Betis desde hace esos mismos años, 23. Bético de nacimiento, en toda su literalidad. Manuel acudió este martes 12 de enero al Ramón Sánchez Pizjuán. Fue con su novia, sevillista, a la que le regaló la entrada. Era su deseo, pues su padre, sevillista como su hija, falleció hace años saliendo precisamente del estadio nervionense. Manuel es un bético más, un bético que se indignó como todos con su equipo, un bético que aguantó estoicamente las chanzas de los sevillistas en el estadio, un bético que, a pesar de vivir una noche dolorosa, puede que no se sintiera orgulloso de su equipo, pero sí de sus colores, siempre, y sus colores lució con su bandera.
'Infiltrado' entre la masa y la marea sevillista, de la que también formaba parte, gozosa, su novia, Manuel aguantó "barbaridades" sobre su equipo, que le brindó una noche repleta de "decepción y tristeza". Pero su bandera es otra cosa, su bandera le transmitía otras sensaciones. "Me sentí muy grande y orgulloso de sacar mi bandera. Era una forma de agradecer a todos los desplazados que acompañaran al equipo". Entre los aficionados sevillistas que estaban aún en el campo Manuel escuchó de todo. Algunos le increparon, insultaron, pero otros reconocieron su gesto y le honraron.
"Durante el partido estuve mucho tiempo con la cabeza gacha por lo que veía y por lo que estaba ocurriendo, pero esa impotencia que sentí durante el partido en el pecho me la saqué sacando mi bandera y mostrándola".
Manuel, como todos los béticos, no fue ajeno a lo que vio en el campo. Su enfado era notorio, su indignación, también. Pero la imagen de su equipo este martes era una cosa y el sentimiento verdiblanco, otra. Este es inamovible, este es incorruptible. Este, como la bandera que llevaba Manuel en el Ramón Sánchez Pizjuán, se lleva en el pecho y no se puede extraer, por muchos goles que reciba el equipo.
http://sevilla.eldesmarque.com/real-...tis-en-nervion

Se llama Manuel Ramírez, tiene 23 años y es socio del Real Betis desde hace esos mismos años, 23. Bético de nacimiento, en toda su literalidad. Manuel acudió este martes 12 de enero al Ramón Sánchez Pizjuán. Fue con su novia, sevillista, a la que le regaló la entrada. Era su deseo, pues su padre, sevillista como su hija, falleció hace años saliendo precisamente del estadio nervionense. Manuel es un bético más, un bético que se indignó como todos con su equipo, un bético que aguantó estoicamente las chanzas de los sevillistas en el estadio, un bético que, a pesar de vivir una noche dolorosa, puede que no se sintiera orgulloso de su equipo, pero sí de sus colores, siempre, y sus colores lució con su bandera.
'Infiltrado' entre la masa y la marea sevillista, de la que también formaba parte, gozosa, su novia, Manuel aguantó "barbaridades" sobre su equipo, que le brindó una noche repleta de "decepción y tristeza". Pero su bandera es otra cosa, su bandera le transmitía otras sensaciones. "Me sentí muy grande y orgulloso de sacar mi bandera. Era una forma de agradecer a todos los desplazados que acompañaran al equipo". Entre los aficionados sevillistas que estaban aún en el campo Manuel escuchó de todo. Algunos le increparon, insultaron, pero otros reconocieron su gesto y le honraron.
"Durante el partido estuve mucho tiempo con la cabeza gacha por lo que veía y por lo que estaba ocurriendo, pero esa impotencia que sentí durante el partido en el pecho me la saqué sacando mi bandera y mostrándola".
Manuel, como todos los béticos, no fue ajeno a lo que vio en el campo. Su enfado era notorio, su indignación, también. Pero la imagen de su equipo este martes era una cosa y el sentimiento verdiblanco, otra. Este es inamovible, este es incorruptible. Este, como la bandera que llevaba Manuel en el Ramón Sánchez Pizjuán, se lleva en el pecho y no se puede extraer, por muchos goles que reciba el equipo.
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