Nunca el Betis entregó un derbi como lo hizo la tarde de Reyes. Nunca un entrenador fue tan generoso con el eterno rival como lo fue Mel regalando la eliminatoria sin sus cuatro titularísimos. Nunca un entrenador retó al vestuario, a la planificación deportiva y al consejo -el que le rescató del paro- con una alineación tan degradante. Todo al mismo tiempo, quién sabe si para provocar un despido que ahora -en puestos de permanencia- sería muy lucrativo para sus intereses. Si hay despido en descenso, el técnico cobraría sólo lo trabajado, no lo firmado. Un ahorro considerable si la idea es convencer a Juande a base de billetes. Diez goles en tres partidos, ninguno a favor en cinco. Y si no queda claro que el equipo se le ha caído por completo, no hay más que escuchar su discurso victimista que ya ni sus acólitos se tragan. Se la han vuelto a meter a Mel, pero él sigue malmetiendo contra todos sin asumir la más mínima autocrítica. El único que estaba pensando en la Liga esta semana era Mel. Hay razones futbolísticas que el corazón bético jamás entendería. Es obvio que el entrenador hizo aún peor al equipo. ¡Por Dios, era un derbi! ¿En qué demonios pensaba? ¿Acaso la Liga es ahora lo más importante porque garantiza que no le despidan a uno? Mal asunto cuando los biris te cantan “Pepe, quédate”. A eso le llaman tocar fondo.
"Pepe, quédate" - Estadio deportivo
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