Pepe Mel eligió el peor día para no poner a los mejores y el Betis, como era de esperar, volvió a tocar fondo. Lo viene haciendo desde hace un mes o más, así que no hay que descartar que la situación sea susceptible de empeorar. Parece difícil después de comprobar la brutal inferioridad del equipo verdiblanco respecto a su eterno rival, pero quién sabe. Ahora bien, desde el punto de vista del aficionado, qué complicado debe de ser apostar por el Betis como el equipo de la vida de uno e ilusionarse con eso. Qué complicado y qué meritorio. En 108 años de historia, sólo tres títulos. En 108 años de historia, once descensos a Segunda y siete años en Tercera. En 108 años de historia, apenas un corto ramillete de dirigentes competentes que a punto estuvieron de hacer del Betis un conjunto glorioso, a la altura de su afición, pero que se quedaron cortos; otros dirigentes heroicos que bastante tuvieron con evitar la desaparición en los años más duros, que no fueron los de la conversión en sociedad anónima deportiva; y, sobre todo, demasiados dirigentes incompetentes o egoístas que sólo contribuyeron a hundir en el barro a una hinchada que se merece algo mejor que tantas desgracias.
Recién entrados en 2016, lejos ya de guerras, postguerras, leyes de SAD y otros berenjenales, sigue siendo muy difícil ser bético. Pero no incomprensible, claro. Es lo que tiene el fútbol, fenómeno irracional donde los haya. Incomprensible (e irracional) es lo que ocurre en el Betis cada vez que hay una crisis de resultados y/o juego; a veces ni siquiera hace falta que la haya. En vez de apelar a la unidad (pero de verdad, no con tópicos en declaraciones públicas), airean culpas y teorías como Pepe Castro bufandas del Sevilla en la Cabalgata: que si Pepe Mel no logra de sus futbolistas todo lo que pueden ofrecer; que si Eduardo Maciá no ficha tan bien como lo pintan; que si algunos jugadores han dejado de creer en su técnico; que si los dirigentes no reconducen la situación; que si hay un bando que defiende a unos y otro que defiende a otros; que si la culpa no es mía sino del de más allá... Y el Betis, la institución (no las personas), en medio.
El Betis debería ser un club y no un conjunto de bandos fratricidas. Si va bien, los responsables son todos; y si va mal, la culpa es de todos. ¿Ahora mismo va cuesta abajo, sin capacidad para crear algo de fútbol y no digamos ya para marcar goles y ganar partidos? Pues es culpa de Mel, de Maciá, del consejo y, por supuestísimo, de los jugadores, así que la solución es cuestión de todos. Pero ese planteamiento tan simple no tiene nada que ver con la realidad. En este Betis, una mala racha equivale al cataclismo. Es mucho más sano meterse en peleas, peleas y más peleas, claro. Y en historietas, historietas y más historietas. Y el Betis, ¿qué? Y su afición, ¿qué? Pues camino de sufrir mucho en la segunda vuelta de la Liga, eliminado de la Copa por su eterno rival y con cara de tonta. Qué habrán hecho los béticos para merecer semejante carbón...
Recién entrados en 2016, lejos ya de guerras, postguerras, leyes de SAD y otros berenjenales, sigue siendo muy difícil ser bético. Pero no incomprensible, claro. Es lo que tiene el fútbol, fenómeno irracional donde los haya. Incomprensible (e irracional) es lo que ocurre en el Betis cada vez que hay una crisis de resultados y/o juego; a veces ni siquiera hace falta que la haya. En vez de apelar a la unidad (pero de verdad, no con tópicos en declaraciones públicas), airean culpas y teorías como Pepe Castro bufandas del Sevilla en la Cabalgata: que si Pepe Mel no logra de sus futbolistas todo lo que pueden ofrecer; que si Eduardo Maciá no ficha tan bien como lo pintan; que si algunos jugadores han dejado de creer en su técnico; que si los dirigentes no reconducen la situación; que si hay un bando que defiende a unos y otro que defiende a otros; que si la culpa no es mía sino del de más allá... Y el Betis, la institución (no las personas), en medio.
El Betis debería ser un club y no un conjunto de bandos fratricidas. Si va bien, los responsables son todos; y si va mal, la culpa es de todos. ¿Ahora mismo va cuesta abajo, sin capacidad para crear algo de fútbol y no digamos ya para marcar goles y ganar partidos? Pues es culpa de Mel, de Maciá, del consejo y, por supuestísimo, de los jugadores, así que la solución es cuestión de todos. Pero ese planteamiento tan simple no tiene nada que ver con la realidad. En este Betis, una mala racha equivale al cataclismo. Es mucho más sano meterse en peleas, peleas y más peleas, claro. Y en historietas, historietas y más historietas. Y el Betis, ¿qué? Y su afición, ¿qué? Pues camino de sufrir mucho en la segunda vuelta de la Liga, eliminado de la Copa por su eterno rival y con cara de tonta. Qué habrán hecho los béticos para merecer semejante carbón...
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