El técnico vasco del Sevilla FC llegó a Nervión tras hacer buenas campañas dirigiendo, entre otros equipos, al Valencia CF. Emery (Hondarribia. 1971) es uno de los entrenadores con mejor cartel dentro del panorama nacional, algo que ha conseguido con esfuerzo, dedicación y mucha pasión. Es, además de todo esto, una persona que lo mismo levanta fervor que convoca a un buen número de seguidores que prefieren observar sus defectos a sus virtudes.
En su actual equipo, sin ir más lejos, cada semana que pasa es una prueba para el preparador guipuzcoano. El curso pasado consiguió llevar al club nervionense a otra final de Europa League y ganarla. Fueron días de evidente admiración a un hombre que a pesar de las cosas que no haga de manera notable, tiene en su curriculum muchos guiones victoriosos.
Su libro, que he podido leer, deja claro lo que yo pensaba acerca de Unai: Era más bien un futbolista de mentira que aprovechó enormemente el tiempo para irse labrando un futuro como entrenador de fútbol. Admite el vasco en esos párrafos que se escondía en las grandes citas y en los días donde uno podía ganarse el puesto para el domingo. Le faltaba el hambre de su abuelo o de su padre, ambos exfutbolistas también.
Recuerdo por ejemplo a Emery perfectamente en las filas del CD Toledo con Gregorio Manzano de entrenador. Jugó muchos partidos y vistió las camisetas del Leganés y el Ferrol antes de recalar en el Lorca, donde le pasó el tren de su vida. Ese que no podrá olvidar jamás. Su rodilla le estaba susurrando basta a este centrocampista. El equipo perdió y el míster del equipo fue destituido. El presidente ofreció a la desesperada las riendas del equipo a Emery. Aceptó y avanzó. A buen seguro que hasta estos días.
Y de ese posible futuro como director de vestuarios saben mucho tanto en Lorca como en Almería. Perfectamente. Es obsesivo y maniático, quizás hasta puntos algo disparatados, no cabe duda. Recuerdo una entrevista hace muchos años, cuando tenía al Almería en puestos altos de la clasificación y estaba siendo el equipo de moda, donde decía abiertamente que prefería las noches de sábado viendo fútbol y estudiando metodología antes “que ir al cine con amigos y por supuesto mi novia”.
Mandaba a su pareja a divertirse con sus allegados cuando su diversión era la pelota. Seguramente después de declaraciones como esas muchos empezaron a observar detenidamente las evoluciones de un entrenador que por aquel entonces tenía a toda la Primera división loca con sus movimientos de pizarra. Imposible caer en la cuenta de los goles anotados por el Almería en acciones a balón parado aquella temporada.
Su nombre ha sonado ya para grandes clubes europeos e incluso para el Real Madrid cuando Ancelotti salió de Concha Espina. Este curso la Champions League ha puesto en su sitio al Sevilla FC a las primeras de cambio, pero ocurre que ese lugar en el que ha caído Emery con su equipo es precisamente el que lo coronó meses atrás nuevamente. Su renovación pareció más una tapa de tranquilidad que otra cosa. Unai no tendrá problemas en repetir asiduamente en la máxima competición de clubes de Europa, pero en otro sitio.
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http://www.betisweb.com/medios-en-ve...guel-roda.html
En su actual equipo, sin ir más lejos, cada semana que pasa es una prueba para el preparador guipuzcoano. El curso pasado consiguió llevar al club nervionense a otra final de Europa League y ganarla. Fueron días de evidente admiración a un hombre que a pesar de las cosas que no haga de manera notable, tiene en su curriculum muchos guiones victoriosos.
Su libro, que he podido leer, deja claro lo que yo pensaba acerca de Unai: Era más bien un futbolista de mentira que aprovechó enormemente el tiempo para irse labrando un futuro como entrenador de fútbol. Admite el vasco en esos párrafos que se escondía en las grandes citas y en los días donde uno podía ganarse el puesto para el domingo. Le faltaba el hambre de su abuelo o de su padre, ambos exfutbolistas también.
Recuerdo por ejemplo a Emery perfectamente en las filas del CD Toledo con Gregorio Manzano de entrenador. Jugó muchos partidos y vistió las camisetas del Leganés y el Ferrol antes de recalar en el Lorca, donde le pasó el tren de su vida. Ese que no podrá olvidar jamás. Su rodilla le estaba susurrando basta a este centrocampista. El equipo perdió y el míster del equipo fue destituido. El presidente ofreció a la desesperada las riendas del equipo a Emery. Aceptó y avanzó. A buen seguro que hasta estos días.
Y de ese posible futuro como director de vestuarios saben mucho tanto en Lorca como en Almería. Perfectamente. Es obsesivo y maniático, quizás hasta puntos algo disparatados, no cabe duda. Recuerdo una entrevista hace muchos años, cuando tenía al Almería en puestos altos de la clasificación y estaba siendo el equipo de moda, donde decía abiertamente que prefería las noches de sábado viendo fútbol y estudiando metodología antes “que ir al cine con amigos y por supuesto mi novia”.
Mandaba a su pareja a divertirse con sus allegados cuando su diversión era la pelota. Seguramente después de declaraciones como esas muchos empezaron a observar detenidamente las evoluciones de un entrenador que por aquel entonces tenía a toda la Primera división loca con sus movimientos de pizarra. Imposible caer en la cuenta de los goles anotados por el Almería en acciones a balón parado aquella temporada.
Su nombre ha sonado ya para grandes clubes europeos e incluso para el Real Madrid cuando Ancelotti salió de Concha Espina. Este curso la Champions League ha puesto en su sitio al Sevilla FC a las primeras de cambio, pero ocurre que ese lugar en el que ha caído Emery con su equipo es precisamente el que lo coronó meses atrás nuevamente. Su renovación pareció más una tapa de tranquilidad que otra cosa. Unai no tendrá problemas en repetir asiduamente en la máxima competición de clubes de Europa, pero en otro sitio.
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