La noche se había puesto fea. El Sporting, con un Halilovic desatado, tenía casi contra las cuerdas a un Betis que se veía afrontando el derbi tocado y eliminado. Pero entonces apareció el hombre de la noche. Van Wolfswinkel no olvidará nunca el estadio de El Molinón. Allí vivió su primera gran experiencia como bético. Salió de titular, peleó con sentido como único punta, entró en todas las luchas, mandó un balón al palo y, lo más importante, apareció en la foto de dos de los tres goles logrados por su equipo. Lo hecho en Gijón le puede valer a Van Wolfswinkel para subir su cotización en el escalafón del ataque bético. Rubén Castro está por encima del resto y Molina no termina de arrancar. Van Wolfswinkel ha levantado la voz y ahora queda por saber si el entrenador, que no lo tenía claro al principio de la temporada, se da por aludido.

Pero la noche, dulce al final, para los verdiblancos siguió teniendo sabor holandés. Van der Vaart se gustó en los primeros 45 minutos con un buen repertorio de pases. Pero bajó el nivel cuando el Sporting apretó en el centro del campo. Nadie duda de la calidad de un futbolista internacional y capitán con Holanda. El problema es que Van der Vaart se ve, ahora mismo, superado por el ritmo de la Primera división. Más allá, la cita copera dejó buenas llegadas de Varela, la solvencia de Ndiaye y la poca aportación de gente como Portillo y Vadillo. Con billete copero en el bolsillo, ya toca mirar al derbi.