¿Dónde está mi Betis?
Por Alberto García Reyes, 4 de noviembre de 2015 8:54 h.
Ya lo dijo Silvio, que era sevillista. Cuando el rey don San Fernando conquistó Sevilla, él se preguntó: “¿Dónde está mi Betis?”. La melodía se me venía a la cabeza una y otra vez el domingo cuando veía llegar al Athletic en tromba a nuestra portería. ¿Dónde está mi Betis, Dios mío de mi alma? En el campo no estuvo. Estuvo en la grada a pesar de que estaba cayendo “el danubio universal”, como decía Rocío Jurado. Pero en el césped, no. Ya sé que por esto que voy a escribir me va a caer el “danubio” a mí en lo alto, pero como yo sólo soy del Betis, por encima de sus circunstancias, lo digo con la misma tranquilidad que desconocimiento. Ésta es la opinión de un mero aficionado al fútbol al que, además, le duele tela el triángulo con trece barras que lleva bordado en el pecho. Ése es su único valor. Pero la emito porque es mía, la he pensado yo, no me la ha dictado nadie. Ahí voy: a este equipo le falta mucho trabajo de lunes a viernes. Que te metan un gol en los diez primeros minutos de todos los partidos es algo que se entrena. Que todo el mundo tiemble en las jugadas a balón parado en contra es algo que se entrena. Que físicamente los jugadores se vengan abajo en los segundos tiempos es algo que se entrena.
Ya he dicho que Mel es un magnífico entrenador. Pero también es muy cansina ya la cantinela de que cada vez que pierde el Betis la culpa es sólo de la planificación. Es evidente que Maciá no ha fichado a grandes estrellas por descubrir del fútbol internacional y que, además, ha dejado coja la banda izquierda. Palos a Maciá, cuantos sean necesarios. Pero al entrenador también. Porque su obligación es sacar el mejor rendimiento a la plantilla que le den. Entrenar a los mejores jugadores no tiene ni la mitad de mérito que entrenar a un plantel de medio pelo. Y el Betis tampoco está precisamente para quejarse. Para protestar están Mendilibar en el Eibar o Jémez en el Rayo.
¿Dónde está mi Betis?, me pregunto mientras lo veo jugar en casa por pura conciencia crítica. Protesto porque me da la gana. Pero nunca olvido la letra de nuestro lema: “Estamos apiñados como balas de cañón”. Yo no voy ni contra el director deportivo, ni contra el presidente, ni contra el entrenador, a quienes ojalá veamos en sus puestos muchos años. Voy siempre a favor del Betis. Esté donde esté. Con razón o sin ella, que el corazón tiene razones que la razón no entiende.
¿Dónde está mi Betis? - Al final de la Palmera
Por Alberto García Reyes, 4 de noviembre de 2015 8:54 h.
Ya lo dijo Silvio, que era sevillista. Cuando el rey don San Fernando conquistó Sevilla, él se preguntó: “¿Dónde está mi Betis?”. La melodía se me venía a la cabeza una y otra vez el domingo cuando veía llegar al Athletic en tromba a nuestra portería. ¿Dónde está mi Betis, Dios mío de mi alma? En el campo no estuvo. Estuvo en la grada a pesar de que estaba cayendo “el danubio universal”, como decía Rocío Jurado. Pero en el césped, no. Ya sé que por esto que voy a escribir me va a caer el “danubio” a mí en lo alto, pero como yo sólo soy del Betis, por encima de sus circunstancias, lo digo con la misma tranquilidad que desconocimiento. Ésta es la opinión de un mero aficionado al fútbol al que, además, le duele tela el triángulo con trece barras que lleva bordado en el pecho. Ése es su único valor. Pero la emito porque es mía, la he pensado yo, no me la ha dictado nadie. Ahí voy: a este equipo le falta mucho trabajo de lunes a viernes. Que te metan un gol en los diez primeros minutos de todos los partidos es algo que se entrena. Que todo el mundo tiemble en las jugadas a balón parado en contra es algo que se entrena. Que físicamente los jugadores se vengan abajo en los segundos tiempos es algo que se entrena.
Ya he dicho que Mel es un magnífico entrenador. Pero también es muy cansina ya la cantinela de que cada vez que pierde el Betis la culpa es sólo de la planificación. Es evidente que Maciá no ha fichado a grandes estrellas por descubrir del fútbol internacional y que, además, ha dejado coja la banda izquierda. Palos a Maciá, cuantos sean necesarios. Pero al entrenador también. Porque su obligación es sacar el mejor rendimiento a la plantilla que le den. Entrenar a los mejores jugadores no tiene ni la mitad de mérito que entrenar a un plantel de medio pelo. Y el Betis tampoco está precisamente para quejarse. Para protestar están Mendilibar en el Eibar o Jémez en el Rayo.
¿Dónde está mi Betis?, me pregunto mientras lo veo jugar en casa por pura conciencia crítica. Protesto porque me da la gana. Pero nunca olvido la letra de nuestro lema: “Estamos apiñados como balas de cañón”. Yo no voy ni contra el director deportivo, ni contra el presidente, ni contra el entrenador, a quienes ojalá veamos en sus puestos muchos años. Voy siempre a favor del Betis. Esté donde esté. Con razón o sin ella, que el corazón tiene razones que la razón no entiende.
¿Dónde está mi Betis? - Al final de la Palmera
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