ME GUSTARÍA[RIGHT]Domingo, 26 de Agosto de 2007.[/RIGHT]
Me gustaría pensar que en estos momentos, apenas a unas horas para que se levante el telón liguero para el centenario Real Betis Balompié, se ha tomado buena nota de los innumerables errores cometidos en los últimos tiempos para que no vuelvan a repetirse en este curso ni en ninguno de los próximos. Me gustaría creer que alguien, ¡tiene que haberlo!, de cuantos inciden en el devenir de este centenario Real Betis Balompié sabe que todos lo males acaecidos hasta llegar a aquella tarde de Santander no se debieron a que la pelotita no quiso entrar ni milongas por el estilo y deje de tener miedo a llamarle a las cosas por su nombre. Me gustaría conocer que de una puñetera vez que este Betis está por la labor de quitarse ese disfraz friqui con el que Lopera y su cohorte se sienten tan a gusto. Me gustaría soñar con que Cúper va a ser capaz de alejar el fantasma de Irureta, Luis Fernández, Griguol, Víctor y demás caterva en apenas unos meses de competición. Me gustaría apostar por un vestuario de veteranos dispuestos a sudar hasta el último euro de su contrato, de chavales dispuestos a matarse sobre la hierba antes de que la proa de su futuro apunte hacia categorías menos lustrosas, de fichajes dispuestos a demostrar que cada moneda pagada por ellos ha sido el mejor de los aciertos. Me gustaría imaginar un consejo moderno, fuerte, independiente e implacable con todo aquello que vaya en menoscabo de la institución en lugar de una panda de mandados cuya capacidad para servir como vasallos se mida en exclusiva en función de la cantidad de grados con la que inclinan el espinazo ante la presencia del busto hecho carne. Me gustaría saber que las famosas estructuras van a afianzar a la institución hacia un lugar pujante, a la altura que demandan la historia y el peso social de esta nave a la que le hace falta como el comer un giro de 180 grados. Me gustaría hablar de una secretaría técnica donde los billetes de avión y los hoteles no sean una especie desconocida, donde Juan Merino aporte al menos la décima parte de lo que dejaba de hombría en sus tiempos de futbolista, donde Momparlet deje de usar el teléfono para ofrecer cargos en el establishment a cambio de ausencias en actos que molesten al amo. Me gustaría comprobar cómo la ciudad deportiva no vende como lujo unos pocos focos o un vulgar campo de hierba artificial, cómo la cantera dispone de los medios inherentes a la categoría de todo un Real Betis Balompié y no me extiendo en este asunto porque sería para ponerse a llorar... Me gustaría notar cómo los béticos, todos, tienen voz en esa nueva radio que apesta a ventilador de las miserias de quienes han hecho de Jabugo el epicentro de su beticismo, a ver si nos dejan sin argumentos a quienes sólo vemos en ella una vulgar reedición del Queipo de Llano que se hizo con la ciudad con un camión de soldados y un micrófono allá por el 36 del pasado siglo. Me gustaría sorprenderme con una web alejada de las formas y fondos del más rancio “nacional-loperismo”, convertida en un mero vehículo transmisor de las exigencias informativas del beticismo. Me gustaría comprobar cómo los responsables del Centenario son capaces de llevar a la meta el fórmula uno que dejaron perfectamente ensamblado el centenar de dimisionarios que sumaron su honor a un beticismo intachable hasta tener que decir adiós en lugar del guau guau que tanto gusta y se oye a diario en el entorno loperiano. Me gustaría toparme con un club al servicio del socio y no al revés, donde todo sean facilidades para quienes dejan el dinero un año sí y otro también a cambio de una factura emitida por Encadesa. Me gustaría que cada empleado del Real Betis Balompié fuese una pieza cotizada dentro de su profesión, con pujanza, solvencia e independencia para hacer de su quehacer diario un arma a su favor más que un motivo por el que agradecer a quien, en nombre de los béticos, les paga la soldada.
Me gustaría, punto y aparte, confiar como nunca en que la afición del Real Betis Balompié sepa estar a la altura de quienes les precedieron en este siglo de historia para exigir, sí, exigir ser tratados como se merecen, ser recompensados con un club moderno, ejemplar, transmisor de unos valores que no pierden ni ganan según sea el palmarés, cercano, propio porque así lo quisieron en Junio del 92, juntando más dinero que nadie, siendo mayor el número de accionistas que el de nadie. Un club donde no quepan los fantoches, los que vienen a llevárselo, a salir en la foto, a comer gratis en las tertulias radiofónicas de los lunes, a vender su alma al diablo por un ratito en cualquier televisión local. Un club donde no haya más mentiras ni más hora de la verdad que la verdad que beneficie al club y no a ningún mayoritario que se crea dueño y señor absoluto de un cortijo que no podrá comprar ni con mil veces su fortuna. Me gustaría presumir de una afición tan preocupada por lo que pasa cada domingo sobre la hierba como de cuanto acontece en los seis días de la semana en los que no rueda el balón.
Me gustaría que en apenas unos meses, cuando Mayo ponga nota a este Betis centenario, a día de hoy tan impropio de lo que merecen los béticos, todos estos anhelos se conviertan en firmes realidades. Me gustarían tantas cosas que no sé si la ficción queda demasiado lejos de la realidad…
Ya sé que parece que hablo de un milagro. Pero mientras el Betis y esas máquinas de hacer milagros que se llaman béticos anden por medio, hasta lo más imposible puede parecer alcanzable.
Juan Salas Rubio
JUAN, COMO SIEMPRE, SENTANDO CÁTEDRA
Me gustaría pensar que en estos momentos, apenas a unas horas para que se levante el telón liguero para el centenario Real Betis Balompié, se ha tomado buena nota de los innumerables errores cometidos en los últimos tiempos para que no vuelvan a repetirse en este curso ni en ninguno de los próximos. Me gustaría creer que alguien, ¡tiene que haberlo!, de cuantos inciden en el devenir de este centenario Real Betis Balompié sabe que todos lo males acaecidos hasta llegar a aquella tarde de Santander no se debieron a que la pelotita no quiso entrar ni milongas por el estilo y deje de tener miedo a llamarle a las cosas por su nombre. Me gustaría conocer que de una puñetera vez que este Betis está por la labor de quitarse ese disfraz friqui con el que Lopera y su cohorte se sienten tan a gusto. Me gustaría soñar con que Cúper va a ser capaz de alejar el fantasma de Irureta, Luis Fernández, Griguol, Víctor y demás caterva en apenas unos meses de competición. Me gustaría apostar por un vestuario de veteranos dispuestos a sudar hasta el último euro de su contrato, de chavales dispuestos a matarse sobre la hierba antes de que la proa de su futuro apunte hacia categorías menos lustrosas, de fichajes dispuestos a demostrar que cada moneda pagada por ellos ha sido el mejor de los aciertos. Me gustaría imaginar un consejo moderno, fuerte, independiente e implacable con todo aquello que vaya en menoscabo de la institución en lugar de una panda de mandados cuya capacidad para servir como vasallos se mida en exclusiva en función de la cantidad de grados con la que inclinan el espinazo ante la presencia del busto hecho carne. Me gustaría saber que las famosas estructuras van a afianzar a la institución hacia un lugar pujante, a la altura que demandan la historia y el peso social de esta nave a la que le hace falta como el comer un giro de 180 grados. Me gustaría hablar de una secretaría técnica donde los billetes de avión y los hoteles no sean una especie desconocida, donde Juan Merino aporte al menos la décima parte de lo que dejaba de hombría en sus tiempos de futbolista, donde Momparlet deje de usar el teléfono para ofrecer cargos en el establishment a cambio de ausencias en actos que molesten al amo. Me gustaría comprobar cómo la ciudad deportiva no vende como lujo unos pocos focos o un vulgar campo de hierba artificial, cómo la cantera dispone de los medios inherentes a la categoría de todo un Real Betis Balompié y no me extiendo en este asunto porque sería para ponerse a llorar... Me gustaría notar cómo los béticos, todos, tienen voz en esa nueva radio que apesta a ventilador de las miserias de quienes han hecho de Jabugo el epicentro de su beticismo, a ver si nos dejan sin argumentos a quienes sólo vemos en ella una vulgar reedición del Queipo de Llano que se hizo con la ciudad con un camión de soldados y un micrófono allá por el 36 del pasado siglo. Me gustaría sorprenderme con una web alejada de las formas y fondos del más rancio “nacional-loperismo”, convertida en un mero vehículo transmisor de las exigencias informativas del beticismo. Me gustaría comprobar cómo los responsables del Centenario son capaces de llevar a la meta el fórmula uno que dejaron perfectamente ensamblado el centenar de dimisionarios que sumaron su honor a un beticismo intachable hasta tener que decir adiós en lugar del guau guau que tanto gusta y se oye a diario en el entorno loperiano. Me gustaría toparme con un club al servicio del socio y no al revés, donde todo sean facilidades para quienes dejan el dinero un año sí y otro también a cambio de una factura emitida por Encadesa. Me gustaría que cada empleado del Real Betis Balompié fuese una pieza cotizada dentro de su profesión, con pujanza, solvencia e independencia para hacer de su quehacer diario un arma a su favor más que un motivo por el que agradecer a quien, en nombre de los béticos, les paga la soldada.
Me gustaría, punto y aparte, confiar como nunca en que la afición del Real Betis Balompié sepa estar a la altura de quienes les precedieron en este siglo de historia para exigir, sí, exigir ser tratados como se merecen, ser recompensados con un club moderno, ejemplar, transmisor de unos valores que no pierden ni ganan según sea el palmarés, cercano, propio porque así lo quisieron en Junio del 92, juntando más dinero que nadie, siendo mayor el número de accionistas que el de nadie. Un club donde no quepan los fantoches, los que vienen a llevárselo, a salir en la foto, a comer gratis en las tertulias radiofónicas de los lunes, a vender su alma al diablo por un ratito en cualquier televisión local. Un club donde no haya más mentiras ni más hora de la verdad que la verdad que beneficie al club y no a ningún mayoritario que se crea dueño y señor absoluto de un cortijo que no podrá comprar ni con mil veces su fortuna. Me gustaría presumir de una afición tan preocupada por lo que pasa cada domingo sobre la hierba como de cuanto acontece en los seis días de la semana en los que no rueda el balón.
Me gustaría que en apenas unos meses, cuando Mayo ponga nota a este Betis centenario, a día de hoy tan impropio de lo que merecen los béticos, todos estos anhelos se conviertan en firmes realidades. Me gustarían tantas cosas que no sé si la ficción queda demasiado lejos de la realidad…
Ya sé que parece que hablo de un milagro. Pero mientras el Betis y esas máquinas de hacer milagros que se llaman béticos anden por medio, hasta lo más imposible puede parecer alcanzable.
Juan Salas Rubio
JUAN, COMO SIEMPRE, SENTANDO CÁTEDRA
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