Viendo este artículo recién colgado de D. Alberto García Reyes en ABC y Alfinaldelapalmera, empiezan a cuadrarme muchas cosas...
Creo que Ollero va a ser mucho más importante para nuestra entidad de lo que la gente piensa...
Os dejo el enlace para que os entretengáis... yo me quedo de piedra, aunque sinceramente, me parece un gran paso en pos de tener un Real Betis Balompié de los béticos, de todos.
La historia viene de lejos. Filtraciones interesadas han pretendido sembrar la idea de que personas próximas a la candidatura de Ángel Haro y José Miguel López Catalán habían negociado con Manuel Ruiz de Lopera un día antes de la junta general del miércoles para conseguir su abstención y, de esa manera, vencer a Manuel Castaño. Pero la realidad es muy distinta.
Todo nació hace cuatro meses en la cabeza de dos personas: el presidente del Betis, Juan Carlos Ollero, y el consejero Ernesto Sanguino. Después de cinco años de batalla judicial, la entidad estaba sometida a una fragilidad institucional que no podía alargarse más. La solución pasaba por aplicar la máxima jurídica de que más vale un mal acuerdo que un buen pleito. Había que aproximarse a Lopera. Pero la operación era muy complicada, ya que en los diferentes frentes que el dueño de Farusa —máxima accionista del Betis— tiene en los tribunales, hay implicadas muchas partes, el propio club y tres plataformas: Por Nuestro Betis (PNB), presidida por Camilo Puerto; Béticos por el Villamarín (BxV), presidida por Hugo Galera; y la Liga de Juristas Béticos (LJB), encabezada por el abogado Adolfo Cuéllar. La idea de los promotores, por tanto, necesitaba un negociador neutral. Un «hombre bueno», que así se denomina al elegido en el protocolo de acuerdo entre las partes que se puso sobre la mesa el pasado lunes. El prestigioso abogado Francisco Baena Bocanegra.
El protocolo de intenciones entre Lopera y los negociadores
El protocolo de intenciones entre Lopera y los negociadores
Los hechos que componen esta historia están sobradamente contrastados. ABC incluso tiene en su poder el documento del acuerdo alcanzado que finalmente no se firmó porque la plataforma liderada por Galera se negó. El relato se desarrolla, casi de forma íntegra, en el despacho de Baena. El intermediario se ha estado reuniendo con todas las partes desde antes del verano buscando la mejor salida para todos. El Betis ponía una condición que su presidente, Ollero, no estaba dispuesto a negociar: se retiraría de la acusación contra Lopera sólo si éste se avenía a restaurar el daño ocasionado a la entidad. El antaño todopoderoso del club aceptó sentarse. Y haciendo cumplir unas medidas muy concretas para acudir a las citas, porque su obsesión era no ser visto, fue bastantes veces al bufete de Baena Bocanegra siempre acompañado, unas veces por su antiguo consejero Ángel Martín, otras veces por su sobrino Javier Páez, otras por los dos. Al otro lado estaba el «hombre bueno» designado por la entidad y, en algunas ocasiones, los propios Ollero y Sanguino.
Después de más de una decena de encuentros, a los que Lopera asistió siempre sin sus abogados, y varios borradores de protocolo, se cerró el acuerdo, que arranca con la siguiente textualidad: «El consejo de administración del Real Betis Balompié S.A.D., consciente de la grave incidencia que el estado de litigiosidad que desde hace años la entidad atraviesa y soporta, situación que con especial trascendencia por muy diversas razones, sin duda, afecta a la consecución por este histórico club de unas metas deportivas acordes con las expectativas y aspiraciones de sus seguidores, (…) por iniciativa de su actual presidente y en nombre del consejo de administración se estima conveniente designar una persona con absoluta independencia y desvinculación del escenario jurídico existente, actuando en lo posible como hombre bueno y con absoluta libertad de criterio con el único objetivo de encontrar la avenencia de las partes en la confrontación para alcanzar la paz de la familia bética».
Las condiciones
Tras la contextualización de todos los casos que hay en los tribunales —el penal, el mercantil por la compra de las acciones en 1992, el concurso de acreedores y el litigio con Bitton Sport por la venta del paquete mayoritario—, el documento detalla «las bases mínimas para un acuerdo definitivo y de punto final». En primer lugar, Farusa transmitirá al Betis el 19,75 de las acciones que actualmente están bajo el gobierno de Lopera (exactamente 23.056 títulos, ya que conservaría algunos testimonialmente) por su valor nominal, estipulado en 75 euros cada acción. En segundo lugar, se pondrá fin al pleito de nulidad del otro 31,38 por ciento de las acciones, actualmente sin validez, después de una transacción «por la que el Betis recibiría dicho 31,38 por ciento de las acciones objeto de litigio, en la forma que se determine de común acuerdo, con la condición de que con el valor que se reconozca a las mismas quedarán saldadas todas las responsabilidades pecuniarias que se le exigen en el juicio de calificación concursal». Con todo ese porcentaje sumado, el club, posteriormente, pondrá las acciones «a disposición de los socios para su reparto equitativo mediante adquisición en la forma antes prevista y en el mismo valor en que se recibiere por el club». Es decir, Lopera dejaría de tener la propiedad del paquete mayoritario en la sociedad entregando la mayor parte como pago por el daño causado en su gestión a cambio de la tranquilidad judicial.
Pero el pasado lunes todo se fue al traste. La plataforma Béticos por el Villamarín no aceptó. Viejas rencillas personales se impusieron. Y comenzaron las filtraciones interesadas. Alguien de PNB quiso desvincularse haciendo ver que sólo había negociado Adolfo Cuéllar, de la Liga de Juristas, ya que ciertos grupos que se habían mostrado tan hostiles con Lopera no podían permitirse aparecer en un escenario de negociación fallida un día antes de una histórica junta general con pronóstico imposible. Pero no era cierto. Cuéllar era sólo uno más de los afectados. Y Lopera nunca fue el que dio la espalda al acuerdo. Todo lo contrario. Pensaba firmarlo incluso con sus abogados en contra. De hecho, sigue queriendo rubricarlo. Si todas las partes se avienen a los términos planteados por Baena Bocanegra, lo hará. Porque la negociación, que en ningún caso estaba vinculada al 23-S, no se ha roto. Lopera votó a Castaño tras avisar al consejo del Betis y al negociador. Si se hubiera firmado el pacto y hecho público, se habría suspendido la junta. Como no se sabía nada, hizo lo que todo el mundo esperaba. «Sin que nada de esto se sepa, no puedo humillar a un amigo», se justificó.
Las pruebas de este relato son muchas, pero no se le puede escribir un final porque todavía no ha ocurrido.
Relato de una larga negociación con Lopera - Al final de la Palmera
Creo que Ollero va a ser mucho más importante para nuestra entidad de lo que la gente piensa...
Os dejo el enlace para que os entretengáis... yo me quedo de piedra, aunque sinceramente, me parece un gran paso en pos de tener un Real Betis Balompié de los béticos, de todos.
La historia viene de lejos. Filtraciones interesadas han pretendido sembrar la idea de que personas próximas a la candidatura de Ángel Haro y José Miguel López Catalán habían negociado con Manuel Ruiz de Lopera un día antes de la junta general del miércoles para conseguir su abstención y, de esa manera, vencer a Manuel Castaño. Pero la realidad es muy distinta.
Todo nació hace cuatro meses en la cabeza de dos personas: el presidente del Betis, Juan Carlos Ollero, y el consejero Ernesto Sanguino. Después de cinco años de batalla judicial, la entidad estaba sometida a una fragilidad institucional que no podía alargarse más. La solución pasaba por aplicar la máxima jurídica de que más vale un mal acuerdo que un buen pleito. Había que aproximarse a Lopera. Pero la operación era muy complicada, ya que en los diferentes frentes que el dueño de Farusa —máxima accionista del Betis— tiene en los tribunales, hay implicadas muchas partes, el propio club y tres plataformas: Por Nuestro Betis (PNB), presidida por Camilo Puerto; Béticos por el Villamarín (BxV), presidida por Hugo Galera; y la Liga de Juristas Béticos (LJB), encabezada por el abogado Adolfo Cuéllar. La idea de los promotores, por tanto, necesitaba un negociador neutral. Un «hombre bueno», que así se denomina al elegido en el protocolo de acuerdo entre las partes que se puso sobre la mesa el pasado lunes. El prestigioso abogado Francisco Baena Bocanegra.
El protocolo de intenciones entre Lopera y los negociadores
El protocolo de intenciones entre Lopera y los negociadores
Los hechos que componen esta historia están sobradamente contrastados. ABC incluso tiene en su poder el documento del acuerdo alcanzado que finalmente no se firmó porque la plataforma liderada por Galera se negó. El relato se desarrolla, casi de forma íntegra, en el despacho de Baena. El intermediario se ha estado reuniendo con todas las partes desde antes del verano buscando la mejor salida para todos. El Betis ponía una condición que su presidente, Ollero, no estaba dispuesto a negociar: se retiraría de la acusación contra Lopera sólo si éste se avenía a restaurar el daño ocasionado a la entidad. El antaño todopoderoso del club aceptó sentarse. Y haciendo cumplir unas medidas muy concretas para acudir a las citas, porque su obsesión era no ser visto, fue bastantes veces al bufete de Baena Bocanegra siempre acompañado, unas veces por su antiguo consejero Ángel Martín, otras veces por su sobrino Javier Páez, otras por los dos. Al otro lado estaba el «hombre bueno» designado por la entidad y, en algunas ocasiones, los propios Ollero y Sanguino.
Después de más de una decena de encuentros, a los que Lopera asistió siempre sin sus abogados, y varios borradores de protocolo, se cerró el acuerdo, que arranca con la siguiente textualidad: «El consejo de administración del Real Betis Balompié S.A.D., consciente de la grave incidencia que el estado de litigiosidad que desde hace años la entidad atraviesa y soporta, situación que con especial trascendencia por muy diversas razones, sin duda, afecta a la consecución por este histórico club de unas metas deportivas acordes con las expectativas y aspiraciones de sus seguidores, (…) por iniciativa de su actual presidente y en nombre del consejo de administración se estima conveniente designar una persona con absoluta independencia y desvinculación del escenario jurídico existente, actuando en lo posible como hombre bueno y con absoluta libertad de criterio con el único objetivo de encontrar la avenencia de las partes en la confrontación para alcanzar la paz de la familia bética».
Las condiciones
Tras la contextualización de todos los casos que hay en los tribunales —el penal, el mercantil por la compra de las acciones en 1992, el concurso de acreedores y el litigio con Bitton Sport por la venta del paquete mayoritario—, el documento detalla «las bases mínimas para un acuerdo definitivo y de punto final». En primer lugar, Farusa transmitirá al Betis el 19,75 de las acciones que actualmente están bajo el gobierno de Lopera (exactamente 23.056 títulos, ya que conservaría algunos testimonialmente) por su valor nominal, estipulado en 75 euros cada acción. En segundo lugar, se pondrá fin al pleito de nulidad del otro 31,38 por ciento de las acciones, actualmente sin validez, después de una transacción «por la que el Betis recibiría dicho 31,38 por ciento de las acciones objeto de litigio, en la forma que se determine de común acuerdo, con la condición de que con el valor que se reconozca a las mismas quedarán saldadas todas las responsabilidades pecuniarias que se le exigen en el juicio de calificación concursal». Con todo ese porcentaje sumado, el club, posteriormente, pondrá las acciones «a disposición de los socios para su reparto equitativo mediante adquisición en la forma antes prevista y en el mismo valor en que se recibiere por el club». Es decir, Lopera dejaría de tener la propiedad del paquete mayoritario en la sociedad entregando la mayor parte como pago por el daño causado en su gestión a cambio de la tranquilidad judicial.
Pero el pasado lunes todo se fue al traste. La plataforma Béticos por el Villamarín no aceptó. Viejas rencillas personales se impusieron. Y comenzaron las filtraciones interesadas. Alguien de PNB quiso desvincularse haciendo ver que sólo había negociado Adolfo Cuéllar, de la Liga de Juristas, ya que ciertos grupos que se habían mostrado tan hostiles con Lopera no podían permitirse aparecer en un escenario de negociación fallida un día antes de una histórica junta general con pronóstico imposible. Pero no era cierto. Cuéllar era sólo uno más de los afectados. Y Lopera nunca fue el que dio la espalda al acuerdo. Todo lo contrario. Pensaba firmarlo incluso con sus abogados en contra. De hecho, sigue queriendo rubricarlo. Si todas las partes se avienen a los términos planteados por Baena Bocanegra, lo hará. Porque la negociación, que en ningún caso estaba vinculada al 23-S, no se ha roto. Lopera votó a Castaño tras avisar al consejo del Betis y al negociador. Si se hubiera firmado el pacto y hecho público, se habría suspendido la junta. Como no se sabía nada, hizo lo que todo el mundo esperaba. «Sin que nada de esto se sepa, no puedo humillar a un amigo», se justificó.
Las pruebas de este relato son muchas, pero no se le puede escribir un final porque todavía no ha ocurrido.
Relato de una larga negociación con Lopera - Al final de la Palmera
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