MARCA M.Angel Moran
Dicen que vive ajeno a lo que acontece en el Betis. Que no le preocupa lo que ocurra en la Junta de Accionistas de mañana. Que ha pasado a un segundo plano y que todos sus esfuerzos se centran en salir indemne de las muchas y graves acusaciones que pesan contra él por saqueo, apropiación indebida, administración desleal y culpabilidad en el concurso de acreedores. Pero permítanme discrepar.
De ser cierto que el señor Ruiz de Lopera se ha olvidado del club para siempre, se abstendría en las votaciones de mañana. De ser cierto que el señor Ruiz de Lopera no se plantea volver ni interferir en las decisiones de futuro de la entidad, no intentaría 'colocar' a dos personas de su máxima confianza en el Consejo. De ser cierto que el señor Ruiz de Lopera sólo quiere deshacerse de su acciones, no estaría peleando en los Juzgados de Primera Instancia de Sevilla por anular el contrato de compraventa con Bitton Sport.
Manolo Castaño, saliendo del Villamarín
Manolo Castaño, candidato a la presidencia, se afana estos días por intentar desmarcarse de tiempos pasados. Asegura que el de El Fontanal no tendrá ni voz ni voto en la gestión del club si los accionistas apuestan mañana por su proyecto; y que sólo se le consultarán ciertos asuntos -¿cuáles, señor Castaño?-. Y es posible que, en su universo paralelo, se vea realmente capaz de dirigir el Betis sin ingerencias externas. Pero cualquiera con dos dedos de frente sabe que ese 19,96% de acciones de Farusa, única opción que tiene para lograr su objetivo, no se quedará en un simple voto de una noche de miércoles.
Don Manuel dejó un Betis al borde de la quiebra técnica. En Segunda división, anclado en los tiempos del Cuéntame, con 90 millones de deuda y con el beticismo manifestándose masivamente por las calles de Sevilla para pedir su marcha. Ahora, con un club modernizado, saneado, en Primera, sin deudas con la Agencia Tributaria y con un cómodo calendario de pagos para liquidar el Concurso de Acreedores, asoma de nuevo la cabeza.
No sé si Haro y Catalán son la solución para el Betis. Ni hasta qué punto su proyecto será continuista, con los muchos errores cometidos durante la administración judicial, o distará de lo vivido en Heliópolis estos últimos cinco años. Lo que tengo claro es que lo de antes no es lo que le conviene al Betis. Y por desgracia para el señor Castaño, cuya entrega, dedicación y buenas intenciones respeto enormemente, su candidatura huele mucho a calle Jabugo.
Dicen que vive ajeno a lo que acontece en el Betis. Que no le preocupa lo que ocurra en la Junta de Accionistas de mañana. Que ha pasado a un segundo plano y que todos sus esfuerzos se centran en salir indemne de las muchas y graves acusaciones que pesan contra él por saqueo, apropiación indebida, administración desleal y culpabilidad en el concurso de acreedores. Pero permítanme discrepar.
De ser cierto que el señor Ruiz de Lopera se ha olvidado del club para siempre, se abstendría en las votaciones de mañana. De ser cierto que el señor Ruiz de Lopera no se plantea volver ni interferir en las decisiones de futuro de la entidad, no intentaría 'colocar' a dos personas de su máxima confianza en el Consejo. De ser cierto que el señor Ruiz de Lopera sólo quiere deshacerse de su acciones, no estaría peleando en los Juzgados de Primera Instancia de Sevilla por anular el contrato de compraventa con Bitton Sport.
Manolo Castaño, saliendo del Villamarín
Manolo Castaño, candidato a la presidencia, se afana estos días por intentar desmarcarse de tiempos pasados. Asegura que el de El Fontanal no tendrá ni voz ni voto en la gestión del club si los accionistas apuestan mañana por su proyecto; y que sólo se le consultarán ciertos asuntos -¿cuáles, señor Castaño?-. Y es posible que, en su universo paralelo, se vea realmente capaz de dirigir el Betis sin ingerencias externas. Pero cualquiera con dos dedos de frente sabe que ese 19,96% de acciones de Farusa, única opción que tiene para lograr su objetivo, no se quedará en un simple voto de una noche de miércoles.
Don Manuel dejó un Betis al borde de la quiebra técnica. En Segunda división, anclado en los tiempos del Cuéntame, con 90 millones de deuda y con el beticismo manifestándose masivamente por las calles de Sevilla para pedir su marcha. Ahora, con un club modernizado, saneado, en Primera, sin deudas con la Agencia Tributaria y con un cómodo calendario de pagos para liquidar el Concurso de Acreedores, asoma de nuevo la cabeza.
No sé si Haro y Catalán son la solución para el Betis. Ni hasta qué punto su proyecto será continuista, con los muchos errores cometidos durante la administración judicial, o distará de lo vivido en Heliópolis estos últimos cinco años. Lo que tengo claro es que lo de antes no es lo que le conviene al Betis. Y por desgracia para el señor Castaño, cuya entrega, dedicación y buenas intenciones respeto enormemente, su candidatura huele mucho a calle Jabugo.
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