El vizcaino Eder Vilarchao, a las puertas de la retirada
EL VIZCAINO TIENE DECIDIDO COLGAR LAS BOTAS EN EL BETIS POR UNA INCURABLE LESIÓN DE TOBILLO
EL fútbol, como la vida, está repleto de dulces y amargos pasajes en los que se citan todo tipo de sueños que no siempre ven la luz. Iluminados y consumados algunos de ellos, otros acaban siendo derribados por factores y circunstancias de diversa índole. Incluso alcanzar la élite y competir de tú a tú con las estrellas del firmamento balompédico puede resultar insuficiente para completar una carrera deportiva vestido de corto, al calor de los focos. Buena, aunque amarga fe de ello puede dar Eder Vilarchao (Barakaldo, 1990), decidido a colgar las botas como consecuencia de una grave lesión de tobillo que le ha mantenido alejado de los terrenos de juego durante los dos últimos años. En plena negociación para la rescisión del contrato que le une al Betis hasta el 30 de junio de 2016, el vizcaino está a un paso de poner el punto final a su corta trayectoria como futbolista, la cual se torció irremediablemente en enero de 2013, justo cuando su carrera parecía despegar de la mano de Pepe Mel.
Su ascenso al primer equipo bético y las inmejorables sensaciones que dejó sobre el césped contra Levante y Atlético en Liga y Copa, respectivamente, sirvieron a Vilarchao para firmar la citada ampliación de contrato hasta 2016. El acuerdo, no obstante, se produjo en unas circunstancias que el mediapunta vizcaino nunca hubiera deseado. Para entonces, 30 de enero de 2013, ya había sufrido la grave lesión que, dos años después, está a punto de apartarle definitivamente del fútbol. Su tobillo izquierdo había sido víctima el 23 de enero -solo diez días después de su debut en Primera División- de una dura entrada en un entrenamiento celebrado en La Cartuja.
El destino, cruel en ocasiones, quiso además que el demoledor percance físico tuviera lugar un par de días después de que Vilarchao viera desde el banquillo el partido liguero que enfrentó en el Benito Villamarín al Betis con el Athletic, el club en el que se formó antes de recalar en el Sestao y de hacer las maletas rumbo al primer filial del Betis. El objetivo de disponer de minutos en el siguiente envite en el que asomaran como rivales los rojiblancos quedó reducido a cenizas durante el fatídico entrenamiento en La Cartuja, el último lugar en el que el baracaldés se sintió futbolista desde la cabeza hasta los pies.
Y es que desde entonces, las tres visitas efectuadas al quirófano e incluso las prestigiosas manos del doctor Mikel Sánchez han sido insuficientes para restañar una lesión con fatales consecuencias, lo cual lamenta profundamente su tío Carlos Ruiz, Pichichi con el Athletic en la temporada 1974-75 al marcar 19 goles. “Es una verdadera lástima, porque a pesar de haber hecho todo lo posible para seguir jugando, al final parece que ha tenido que rendirse a la evidencia y ya está con la idea de que el fútbol se le ha acabado desde el punto de vista profesional. Está intentando buscar otras alternativas dentro del fútbol, como pueda ser la de entrenador o director deportivo”, destaca Carlos.
SIN PODER ENTRENAR El exdelantero rojiblanco, que mantiene una estrecha relación con su sobrino, explica además que Vilarchao “comenzó la pretemporada del año pasado con el primer equipo del Betis y empezó a entrenar también en campos de hierba artificial, pero le volvió a molestar el tobillo porque es una lesión importante que le ha afectado a parte de la articulación. Entrenaba dos o tres días bien y después tenía que volver a parar, así una y otra vez, por lo que no ha habido manera”.
Ante la imposibilidad de vestirse de corto en partidos oficiales, Vilarchao terminó el pasado curso junto al filial bético, el equipo desde el que ascendió en enero de 2013 para conocer los entresijos de la élite y demostrar, como acierta a recordar su tío Carlos, su condición de joven y prometedor mediapunta zurdo “con buena técnica, al que gustaba verle jugar, aunque como siempre se dice, por unas u otras cosas, llegar a la élite es complicado, pero mantenerse, mucho más”.
El vizcaino Eder Vilarchao, a las puertas de la retirada. Deia, Noticias de Bizkaia
EL VIZCAINO TIENE DECIDIDO COLGAR LAS BOTAS EN EL BETIS POR UNA INCURABLE LESIÓN DE TOBILLO
EL fútbol, como la vida, está repleto de dulces y amargos pasajes en los que se citan todo tipo de sueños que no siempre ven la luz. Iluminados y consumados algunos de ellos, otros acaban siendo derribados por factores y circunstancias de diversa índole. Incluso alcanzar la élite y competir de tú a tú con las estrellas del firmamento balompédico puede resultar insuficiente para completar una carrera deportiva vestido de corto, al calor de los focos. Buena, aunque amarga fe de ello puede dar Eder Vilarchao (Barakaldo, 1990), decidido a colgar las botas como consecuencia de una grave lesión de tobillo que le ha mantenido alejado de los terrenos de juego durante los dos últimos años. En plena negociación para la rescisión del contrato que le une al Betis hasta el 30 de junio de 2016, el vizcaino está a un paso de poner el punto final a su corta trayectoria como futbolista, la cual se torció irremediablemente en enero de 2013, justo cuando su carrera parecía despegar de la mano de Pepe Mel.
Su ascenso al primer equipo bético y las inmejorables sensaciones que dejó sobre el césped contra Levante y Atlético en Liga y Copa, respectivamente, sirvieron a Vilarchao para firmar la citada ampliación de contrato hasta 2016. El acuerdo, no obstante, se produjo en unas circunstancias que el mediapunta vizcaino nunca hubiera deseado. Para entonces, 30 de enero de 2013, ya había sufrido la grave lesión que, dos años después, está a punto de apartarle definitivamente del fútbol. Su tobillo izquierdo había sido víctima el 23 de enero -solo diez días después de su debut en Primera División- de una dura entrada en un entrenamiento celebrado en La Cartuja.
El destino, cruel en ocasiones, quiso además que el demoledor percance físico tuviera lugar un par de días después de que Vilarchao viera desde el banquillo el partido liguero que enfrentó en el Benito Villamarín al Betis con el Athletic, el club en el que se formó antes de recalar en el Sestao y de hacer las maletas rumbo al primer filial del Betis. El objetivo de disponer de minutos en el siguiente envite en el que asomaran como rivales los rojiblancos quedó reducido a cenizas durante el fatídico entrenamiento en La Cartuja, el último lugar en el que el baracaldés se sintió futbolista desde la cabeza hasta los pies.
Y es que desde entonces, las tres visitas efectuadas al quirófano e incluso las prestigiosas manos del doctor Mikel Sánchez han sido insuficientes para restañar una lesión con fatales consecuencias, lo cual lamenta profundamente su tío Carlos Ruiz, Pichichi con el Athletic en la temporada 1974-75 al marcar 19 goles. “Es una verdadera lástima, porque a pesar de haber hecho todo lo posible para seguir jugando, al final parece que ha tenido que rendirse a la evidencia y ya está con la idea de que el fútbol se le ha acabado desde el punto de vista profesional. Está intentando buscar otras alternativas dentro del fútbol, como pueda ser la de entrenador o director deportivo”, destaca Carlos.
SIN PODER ENTRENAR El exdelantero rojiblanco, que mantiene una estrecha relación con su sobrino, explica además que Vilarchao “comenzó la pretemporada del año pasado con el primer equipo del Betis y empezó a entrenar también en campos de hierba artificial, pero le volvió a molestar el tobillo porque es una lesión importante que le ha afectado a parte de la articulación. Entrenaba dos o tres días bien y después tenía que volver a parar, así una y otra vez, por lo que no ha habido manera”.
Ante la imposibilidad de vestirse de corto en partidos oficiales, Vilarchao terminó el pasado curso junto al filial bético, el equipo desde el que ascendió en enero de 2013 para conocer los entresijos de la élite y demostrar, como acierta a recordar su tío Carlos, su condición de joven y prometedor mediapunta zurdo “con buena técnica, al que gustaba verle jugar, aunque como siempre se dice, por unas u otras cosas, llegar a la élite es complicado, pero mantenerse, mucho más”.
El vizcaino Eder Vilarchao, a las puertas de la retirada. Deia, Noticias de Bizkaia
Comentario