Estimada señora jueza, no cabe duda de que su entrada en la escena bética me resultó una maravilla.
Supongo que el cambio que propició facilitó las cosas para aquellos que creíamos que el Betis iba de mal en peor.
Quizá la peor de las suertes de este Betis fue la pérdida de Porrúa, un hombre valiente y cabal al que un infarto libro de entrar en la historia del Betis. Meticuloso y esmerado, desentrañó la maraña de los amoríos del señor ruiz y el señor oliver. Pero aquelló quedó empantanado y herido de muerte con su marcha más allá de las estrellas.
Vino Bosch y pareció venir la seriedad que todos ansiábamos, también la seguridad y el nervio para que no temblase el pulso ante lo que se avecinaba. Ahora usted le ha aprobado unas cuentas que no discuto, pues usted sabrá mejor que yo de eso.
Lo que sí me gustaría es poder tener a mano esa cerradura por cuyo ojo mirar para ver si se ha llevado el capón adecuado por no haber asumido con cintura lo que ha provocado en la ilusión bética. Para salvar el capital estranguló el futuro y, quizá demasiado tarde, un Guillén cuyo paso por el Villamarín no estuvo acompasado por el tiempo que no debió vivir, le puso las cosas claras para que el administrador judicial decidiese que ya era hora de salir de ese mundo de tentaciones que es el Real Betis. Por medio dejó un reguero de negocios que no se explicaron del todo, de vinculaciones demasiado raras por no decir sospechosas.
Dejó de nuevo el Betis en el punto de salida de donde partió. Y ahí no debía estar el Betis. Quizá no con el premio extra de la Europa League, pero tampoco con el descenso tan tremendo que sufrió tras una dieta desmesurada y un empacho tan gordo tras la destitución de un Mel que, como bien dice él mismo, tuvo su parte de culpa.
Así que me gustaría de verdad mirar por ese ojo y escucharle decir... "vale, te apruebo las cuentas, pero vaya la que has liado, vete para casita que a otra administración judicial no va a ir ni tu tía".
Como ve, señora jueza, a veces un bético de esos que tenía mucha ilusión siente la esperanza de saber que la responsabilidad hay que pagarla y que el daño hecho debe ser, como mínimo, echado en cara.
Supongo que el cambio que propició facilitó las cosas para aquellos que creíamos que el Betis iba de mal en peor.
Quizá la peor de las suertes de este Betis fue la pérdida de Porrúa, un hombre valiente y cabal al que un infarto libro de entrar en la historia del Betis. Meticuloso y esmerado, desentrañó la maraña de los amoríos del señor ruiz y el señor oliver. Pero aquelló quedó empantanado y herido de muerte con su marcha más allá de las estrellas.
Vino Bosch y pareció venir la seriedad que todos ansiábamos, también la seguridad y el nervio para que no temblase el pulso ante lo que se avecinaba. Ahora usted le ha aprobado unas cuentas que no discuto, pues usted sabrá mejor que yo de eso.
Lo que sí me gustaría es poder tener a mano esa cerradura por cuyo ojo mirar para ver si se ha llevado el capón adecuado por no haber asumido con cintura lo que ha provocado en la ilusión bética. Para salvar el capital estranguló el futuro y, quizá demasiado tarde, un Guillén cuyo paso por el Villamarín no estuvo acompasado por el tiempo que no debió vivir, le puso las cosas claras para que el administrador judicial decidiese que ya era hora de salir de ese mundo de tentaciones que es el Real Betis. Por medio dejó un reguero de negocios que no se explicaron del todo, de vinculaciones demasiado raras por no decir sospechosas.
Dejó de nuevo el Betis en el punto de salida de donde partió. Y ahí no debía estar el Betis. Quizá no con el premio extra de la Europa League, pero tampoco con el descenso tan tremendo que sufrió tras una dieta desmesurada y un empacho tan gordo tras la destitución de un Mel que, como bien dice él mismo, tuvo su parte de culpa.
Así que me gustaría de verdad mirar por ese ojo y escucharle decir... "vale, te apruebo las cuentas, pero vaya la que has liado, vete para casita que a otra administración judicial no va a ir ni tu tía".
Como ve, señora jueza, a veces un bético de esos que tenía mucha ilusión siente la esperanza de saber que la responsabilidad hay que pagarla y que el daño hecho debe ser, como mínimo, echado en cara.
Comentario