La última renovación del consejo de administración del Real Betis ha provocado un movimiento inusual en este órgano de gobierno del club. Ocurre que en las sociedades anónimas deportivas no siempre se atiende a las cuestiones accionariales para otorgar una representatividad en la directiva, hasta ahora. Lo dijo Juan Carlos Ollero en su puesta de largo y finalmente ha cumplido al albergar en su consejo a algunos de los accionistas más relevantes que, además, coincide, que son los más jóvenes del órgano de gestión de la entidad. Desde primavera ya era protagonista José Miguel López Catalán, mientras que ahora se han incorporado Adrián Fernández Romero y Ángel Haro. Entre ellos suman, por ahora, un 5,5 por ciento del accionariado, mientras que Francisco Estepa representa por mandato judicial el 51,34 de Farusa. Consejeros jóvenes aunque sobradamente preparados, como aquellos JASP del anuncio televisivo.
Nacidos entre 1970 y 1980, López Catalán, Haro y Fernández Romero señalan un nuevo camino para la directiva bética. Jóvenes empresarios de éxito que han apostado por el Betis, al cual ahora le dedican tiempo y recursos. Quizás tengan mucho que decir en el futuro y puedan motivar a otros béticos de su perfil para hacer un consejo cada vez más representativo del accionariado, principalmente porque se espera una batalla de participaciones a partir de marzo, cuando están señalados los juicios por la calificación del concurso y por la propiedad de gran parte del paquete de Farusa, con lo que el 48,66 restante puede doblar su valor.
El mayor de este trío es el que más tiempo lleva en el consejo y quien más conocen los béticos. Se trata de José Miguel López Catalán. Josemi, para los amigos. Conocido en diferentes círculos empresariales por haber sacado adelante lo que se ha convertido en un gran grupo de aplicaciones para móviles y videojuegos concentrados en Genera Interactive, Play Tales y Bravo Studios, su nombre se ubicó en primer plano del beticismo con la compra de las acciones de Rufino González. No sólo este 3,5 por ciento cambiaba entonces de bando ya que López Catalán está vinculado a la Fundación Heliópolis, sino que se abrió un camino por el cual se demostraba que el poder accionarial sí tenía mayor sentido que hasta ahora ya que comenzó a colaborar de inmediato con el consejo antes de entrar por cooptación tras la dimisión deDiego García León. Su función principal ha sido la de contribuir a elaborar la campaña de abonados y el plan estratégico para tratar de poner al Betis mirando al futuro en diferentes áreas relevantes para la entidad. También actúa en estos momentos como portavoz del consejo y ha sido integrante de la comisión deportiva que se ha entrevistado con los entrenadores recientemente para hacer el casting definitivo, lo que da cuenta de su relevancia dentro del órgano de gobierno verdiblanco. De 44 años, casado y con dos hijos, López Catalán se crió en La Estrella, estudió en el Colegio Claret de Sevilla y es economista.
El siguiente en edad es Ángel Haro. Un ingeniero industrial formado en la Universidad de Sevilla que se ha convertido en un pujante accionista del club, ya que en poco tiempo cuenta con el uno por ciento y entre sus planes está llegar a un número más relevante de participaciones. Ingresó en el consejo de manera anticipada justo tras la dimisión de Domínguez Platas, Casas y Sánchez Pino y fue ratificado en la junta. No ha estado vinculado a ninguna plataforma y su tarjeta de presentación como bético echa sus raíces en su Villaverde natal. Allí, en la antigua Peña Bética Julio Cardeñosa, que recientemente pasó a llamarse José Galán en homenaje a un presidente de esta agrupación y bético reconocido que falleció con sólo 35 años, Haro hacía piña con algunos amigos para viajar en el autobús y acudir al Villamarín. Procedente de una familia humilde, con padre albañil bético furibundo y en la que no había ni coche, Haro se hizo una carrera estudiando en Sevilla y Swansea antes de entrar en el negocio de las ITV y saltar a las energías renovables con Tentusol y Prodiel. Actualmente tiene a su nombre unas 50 empresas de muchos sectores, cuya joya de la corona es Wingenia, el holding empresarial que las agrupa y que factura entre 80 y 90 millones de euros. Casado y padre de mellizos, el club puede aprovechar sus conocimientos en el marketing y la obtención de recursos económicos. En el plano societario, su ilusión es ver a un Betis con un gobierno más repartido, fuera de la mayoría absoluta del 51,34 por ciento de Farusa.
Con sólo 34 años, Adrián Fernández Romero puede ser uno de los consejeros más jóvenes de la historia reciente del Betis. Nacido en Madrid pero criado en Sevilla cuenta como bagaje personal haber vivido en hasta siete países de tres continentes, con lo que casi habla cinco idiomas, ya que el árabe lo tiene en curso. Su representatividad en el consejo del Betis se traduce en las 1.200 acciones que compró su abuelo Manuel Romero Álvarez en 1992 cuando formaba parte de la directiva de Hugo Galera. De hecho, Adrián Fernández representa a la familia Romero Álvarez en esta andadura en el Betis, un club que lleva en la sangre. Su abuelo entró en el Betis con Benito Villamarín y logró que cada nieto fuera socio del club nada más nacer. Además, en el caso de Adrián Fernández, viajaba con el equipo a casi todos los partidos de inicios de los noventa, cuando era un niño, con lo que recuerda cómo conoció el palco vistiendo en pantalón corto. Con este Betis en la sangre, la aportación de Fernández Romero puede ser interesante en la gestión. Acostumbrado a llevar empresas que mueven cifras económicas mucho mayores al Betis, sus recuerdos futbolísticos de Heliópolis van desde el mejor Gordillo y las despedidas de Cardeñosa y Esnaola al brillo de Alfonso y Finidi pasando por Calderón, Hadzibegic o el propio Mel. Residente en Sevilla, donde es CEO de Albeworks (carburantes e hidrocarburos, logística, instalaciones de redes, etc.), se enorgullece de representar a la familia Romero Álvarez (potente y muy conocida en la industria agroalimentaria) y de ser consejero y una de las cabezas visibles del holding familiar del mismo nombre desde hace ya diez años y no tiene vinculación con ninguna de las plataformas aunque su abuelo tenga una buena amistad con Hugo Galera y muchos de los integrantes de Béticos por el Villamarín. Fernández Romero contraerá matrimonio en el primer trimestre de 2015 y no tiene hijos.
Todos ellos representan un Betis joven vinculado al éxito empresarial que apuesta accionarialmente por el club, algo que les otorga no sólo legitimidad, sino que provoca ciertas expectativas de futuro para un consejo renovado que tiene ante sí muchas tareas pendientes debido a las necesidades de mejora de un club que ha de asentarse de una vez por todas en una estabilidad que le ayude a crecer una vez se logre el objetivo deportivo el ascenso a Primera división.
Un consejo con futuro - Al final de la Palmera
Nacidos entre 1970 y 1980, López Catalán, Haro y Fernández Romero señalan un nuevo camino para la directiva bética. Jóvenes empresarios de éxito que han apostado por el Betis, al cual ahora le dedican tiempo y recursos. Quizás tengan mucho que decir en el futuro y puedan motivar a otros béticos de su perfil para hacer un consejo cada vez más representativo del accionariado, principalmente porque se espera una batalla de participaciones a partir de marzo, cuando están señalados los juicios por la calificación del concurso y por la propiedad de gran parte del paquete de Farusa, con lo que el 48,66 restante puede doblar su valor.
El mayor de este trío es el que más tiempo lleva en el consejo y quien más conocen los béticos. Se trata de José Miguel López Catalán. Josemi, para los amigos. Conocido en diferentes círculos empresariales por haber sacado adelante lo que se ha convertido en un gran grupo de aplicaciones para móviles y videojuegos concentrados en Genera Interactive, Play Tales y Bravo Studios, su nombre se ubicó en primer plano del beticismo con la compra de las acciones de Rufino González. No sólo este 3,5 por ciento cambiaba entonces de bando ya que López Catalán está vinculado a la Fundación Heliópolis, sino que se abrió un camino por el cual se demostraba que el poder accionarial sí tenía mayor sentido que hasta ahora ya que comenzó a colaborar de inmediato con el consejo antes de entrar por cooptación tras la dimisión deDiego García León. Su función principal ha sido la de contribuir a elaborar la campaña de abonados y el plan estratégico para tratar de poner al Betis mirando al futuro en diferentes áreas relevantes para la entidad. También actúa en estos momentos como portavoz del consejo y ha sido integrante de la comisión deportiva que se ha entrevistado con los entrenadores recientemente para hacer el casting definitivo, lo que da cuenta de su relevancia dentro del órgano de gobierno verdiblanco. De 44 años, casado y con dos hijos, López Catalán se crió en La Estrella, estudió en el Colegio Claret de Sevilla y es economista.
El siguiente en edad es Ángel Haro. Un ingeniero industrial formado en la Universidad de Sevilla que se ha convertido en un pujante accionista del club, ya que en poco tiempo cuenta con el uno por ciento y entre sus planes está llegar a un número más relevante de participaciones. Ingresó en el consejo de manera anticipada justo tras la dimisión de Domínguez Platas, Casas y Sánchez Pino y fue ratificado en la junta. No ha estado vinculado a ninguna plataforma y su tarjeta de presentación como bético echa sus raíces en su Villaverde natal. Allí, en la antigua Peña Bética Julio Cardeñosa, que recientemente pasó a llamarse José Galán en homenaje a un presidente de esta agrupación y bético reconocido que falleció con sólo 35 años, Haro hacía piña con algunos amigos para viajar en el autobús y acudir al Villamarín. Procedente de una familia humilde, con padre albañil bético furibundo y en la que no había ni coche, Haro se hizo una carrera estudiando en Sevilla y Swansea antes de entrar en el negocio de las ITV y saltar a las energías renovables con Tentusol y Prodiel. Actualmente tiene a su nombre unas 50 empresas de muchos sectores, cuya joya de la corona es Wingenia, el holding empresarial que las agrupa y que factura entre 80 y 90 millones de euros. Casado y padre de mellizos, el club puede aprovechar sus conocimientos en el marketing y la obtención de recursos económicos. En el plano societario, su ilusión es ver a un Betis con un gobierno más repartido, fuera de la mayoría absoluta del 51,34 por ciento de Farusa.
Con sólo 34 años, Adrián Fernández Romero puede ser uno de los consejeros más jóvenes de la historia reciente del Betis. Nacido en Madrid pero criado en Sevilla cuenta como bagaje personal haber vivido en hasta siete países de tres continentes, con lo que casi habla cinco idiomas, ya que el árabe lo tiene en curso. Su representatividad en el consejo del Betis se traduce en las 1.200 acciones que compró su abuelo Manuel Romero Álvarez en 1992 cuando formaba parte de la directiva de Hugo Galera. De hecho, Adrián Fernández representa a la familia Romero Álvarez en esta andadura en el Betis, un club que lleva en la sangre. Su abuelo entró en el Betis con Benito Villamarín y logró que cada nieto fuera socio del club nada más nacer. Además, en el caso de Adrián Fernández, viajaba con el equipo a casi todos los partidos de inicios de los noventa, cuando era un niño, con lo que recuerda cómo conoció el palco vistiendo en pantalón corto. Con este Betis en la sangre, la aportación de Fernández Romero puede ser interesante en la gestión. Acostumbrado a llevar empresas que mueven cifras económicas mucho mayores al Betis, sus recuerdos futbolísticos de Heliópolis van desde el mejor Gordillo y las despedidas de Cardeñosa y Esnaola al brillo de Alfonso y Finidi pasando por Calderón, Hadzibegic o el propio Mel. Residente en Sevilla, donde es CEO de Albeworks (carburantes e hidrocarburos, logística, instalaciones de redes, etc.), se enorgullece de representar a la familia Romero Álvarez (potente y muy conocida en la industria agroalimentaria) y de ser consejero y una de las cabezas visibles del holding familiar del mismo nombre desde hace ya diez años y no tiene vinculación con ninguna de las plataformas aunque su abuelo tenga una buena amistad con Hugo Galera y muchos de los integrantes de Béticos por el Villamarín. Fernández Romero contraerá matrimonio en el primer trimestre de 2015 y no tiene hijos.
Todos ellos representan un Betis joven vinculado al éxito empresarial que apuesta accionarialmente por el club, algo que les otorga no sólo legitimidad, sino que provoca ciertas expectativas de futuro para un consejo renovado que tiene ante sí muchas tareas pendientes debido a las necesidades de mejora de un club que ha de asentarse de una vez por todas en una estabilidad que le ayude a crecer una vez se logre el objetivo deportivo el ascenso a Primera división.
Un consejo con futuro - Al final de la Palmera
Comentario