A nadie le pasó desapercibido la celebración de Dani Ceballos cuando Ruben Castro metió el gol que le daba la victoria al Real Betis en Lugo el sábado pasado.
Las imágenes del joven canterano golpeando el cesped con sus manos ejemplificaba sin lugar a dudas al aficionado bético. Para todos aquellos seguidores que estaban viendo el partido, Dani Ceballos simbolizó en ese momento lo que es el BETIS. Aquel que estaba en el sofá de su casa, en el bar, o pegado a la radio se trasladó rápidamente al terreno de juego y se arrodilló junto al dorsal número 46 que parecía haber marcado él mismo ese gol.
Ceballos encendió esa luz verdiblanca del corazón del bético. Ese corazón que lucha siempre por sus colores y que, este jugador, parece tener más especial al resto de la plantilla. De esta forma, nos recuerda que el Real Betis Balompié es uno de los equipos más grandes y más queridos del fútbol español. Un inmenso escudo cuyo corazón late fuerte a kilómetros de distancia y no encuentra fronteras. El Betis nunca juega solo, en cada rincón hay un bético animando y en casa, en segunda división, cuenta con el privilegio de tener más de 36.000 abonados.
Este espíritu verdiblanco ha ganado en estos días más fuerza porque el bético se siente representado en el campo por otro que con sólo 18 años vibra en cada encuentro, se recorre todo el campo y siempre disputa con intensidad todos los balones. Su espíritu libre y la sangre verde que recorre por sus venas demuestran gestos de pasión, rabia y alegría como veíamos en esa celebración. Gestos que todo bético muestra durante su vida.
Hace unos meses, cuando debutaba por primera vez con el primer equipo a sus 17 años en un partido contra la Real Sociedad, declaraba en la web oficial del club que su mayor ilusión era llegar a hacer disfrutar a la afición del Betis y que esperaba hacerlo la próxima temporada. Pues bien, creo que ya lo ha conseguido. El joven canterano no sólo lo ha logrado por su indudable calidad futbolística sino por su entrega y pundonor.
El aficionado del Betis es exigente, pero con ello no quiere decir que lo más importante para ellos es ganar, sino luchar. El ‘manquepierda’ no es conformismo es devoción por los colores que jugadores como Dani Ceballos encarna.
Para el bético, él también es ese jugador llamado número doce, el de la afición. Es otro seguidor más que une su voz para animar y llevar al equipo al lugar donde merece estar. Este tipo de canterano siempre le han hecho falta al Betis, con ellos el equipo vuelve a su ser.
El pasado sábado debutaba otro joven futbolista del filial, Fabián. Varela, Caro y el lesionado Alex Martínez disponen de un hueco para defender a su equipo, Vadillo prepara su vuelta tras una grave lesión y Dani Ceballos se está convirtiendo en el referente espíritu verdiblanco en el medio del campo.
Esta confianza en la cantera es la que echaba en falta el beticismo que siempre mima y recuerda con afecto a todos aquellos que nacieron con el equipo, como es el caso sin irnos más lejos, de Jesús Capitán, Capi, el cual recibió una emotiva y calurosa despedida o Dani, que sin ser el mejor delantero que ha pasado por el club, marcó ese famoso gol en la Copa del Rey.
Jugadores de la casa, jugadores que defienden sus colores porque pertenecen a la inmensa familia verdiblanca.
Las imágenes del joven canterano golpeando el cesped con sus manos ejemplificaba sin lugar a dudas al aficionado bético. Para todos aquellos seguidores que estaban viendo el partido, Dani Ceballos simbolizó en ese momento lo que es el BETIS. Aquel que estaba en el sofá de su casa, en el bar, o pegado a la radio se trasladó rápidamente al terreno de juego y se arrodilló junto al dorsal número 46 que parecía haber marcado él mismo ese gol.
Ceballos encendió esa luz verdiblanca del corazón del bético. Ese corazón que lucha siempre por sus colores y que, este jugador, parece tener más especial al resto de la plantilla. De esta forma, nos recuerda que el Real Betis Balompié es uno de los equipos más grandes y más queridos del fútbol español. Un inmenso escudo cuyo corazón late fuerte a kilómetros de distancia y no encuentra fronteras. El Betis nunca juega solo, en cada rincón hay un bético animando y en casa, en segunda división, cuenta con el privilegio de tener más de 36.000 abonados.
Este espíritu verdiblanco ha ganado en estos días más fuerza porque el bético se siente representado en el campo por otro que con sólo 18 años vibra en cada encuentro, se recorre todo el campo y siempre disputa con intensidad todos los balones. Su espíritu libre y la sangre verde que recorre por sus venas demuestran gestos de pasión, rabia y alegría como veíamos en esa celebración. Gestos que todo bético muestra durante su vida.
Hace unos meses, cuando debutaba por primera vez con el primer equipo a sus 17 años en un partido contra la Real Sociedad, declaraba en la web oficial del club que su mayor ilusión era llegar a hacer disfrutar a la afición del Betis y que esperaba hacerlo la próxima temporada. Pues bien, creo que ya lo ha conseguido. El joven canterano no sólo lo ha logrado por su indudable calidad futbolística sino por su entrega y pundonor.
El aficionado del Betis es exigente, pero con ello no quiere decir que lo más importante para ellos es ganar, sino luchar. El ‘manquepierda’ no es conformismo es devoción por los colores que jugadores como Dani Ceballos encarna.
Para el bético, él también es ese jugador llamado número doce, el de la afición. Es otro seguidor más que une su voz para animar y llevar al equipo al lugar donde merece estar. Este tipo de canterano siempre le han hecho falta al Betis, con ellos el equipo vuelve a su ser.
El pasado sábado debutaba otro joven futbolista del filial, Fabián. Varela, Caro y el lesionado Alex Martínez disponen de un hueco para defender a su equipo, Vadillo prepara su vuelta tras una grave lesión y Dani Ceballos se está convirtiendo en el referente espíritu verdiblanco en el medio del campo.
Esta confianza en la cantera es la que echaba en falta el beticismo que siempre mima y recuerda con afecto a todos aquellos que nacieron con el equipo, como es el caso sin irnos más lejos, de Jesús Capitán, Capi, el cual recibió una emotiva y calurosa despedida o Dani, que sin ser el mejor delantero que ha pasado por el club, marcó ese famoso gol en la Copa del Rey.
Jugadores de la casa, jugadores que defienden sus colores porque pertenecen a la inmensa familia verdiblanca.
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