Ahora, que echen a David Relaño
02/11/2014 · Lucas Haurie
“Si durante la semana no tengo un entrenamiento de calidad, difícilmente el fin de semana tendré el nivel propio de mí”. A principios de septiembre, Antonio Adán desató un temporal que terminó con una goleada oprobiosa en Ponferrada y, como consecuencia posterior, con la defenestración de Kike Burgos y el desnudo integral de Julio Velázquez, que quedó con la historia despojado de criterio profesional y de hombría de bien. Que uno de los capitanes de la plantilla arremetiese contra un miembro del cuerpo técnico hasta el punto de forzar su destitución, daba una idea de cuan desgobernado estaba, y sigue estando, el Betis: un club por el que nadie mira pues sus integrantes (en el palco, los despachos, el vestuario, el césped, las subcontratas y el entorno) dedican todos sus afanes a lo que vulgarmente podríamos denominar “salvar el culo”. Salvó el suyo Adán, que conjuró con la salida del preparador de porteros la amenaza de banquillazo que se cernía sobre él en forma de Dani Giménez, pero no mejoró el rendimiento del equipo, que ahora igual que antes vivaquea alrededor de la séptima plaza de todas las frustraciones y alejándose lenta pero inexorablemente del obligado objetivo del ascenso directo. Al que podría haberse acercado en Pamplona de no mediar un nuevo mitin de su (inexplicablemente) prestigioso guardameta; estaba en Belén con los pastores en los dos primeros goles del Osasuna y coronó la mañana con una cantada circense: mal en la decisión de despejar en lugar de blocar y peor en la ejecución del tragicómico puñetazo con retroceso, que fue a parar justo a la cabeza de un rival. Se conoce que los entrenamientos de David Relaño tampoco son de calidad. “Si durante la semana no tengo un entrenamiento de calidad, difícilmente el fin de semana tendré el nivel propio de mí”, dijo en Radio Marca. Lo malo es que desconocemos cuál es el nivel propio de un suplente contumaz en el Real Madrid, obligado a fichar a toda prisa a Diego López para que dejase de jugar cuando se lesionó Casillas, que luego estuvo tres meses sin club hasta, tras un fugacísimo paso por Italia, reaparecer en el peor Betis de la historia. A lo peor, lo “propio de él” es encajar, encajar, encajar y encajar sin freno.
02/11/2014 · Lucas Haurie
“Si durante la semana no tengo un entrenamiento de calidad, difícilmente el fin de semana tendré el nivel propio de mí”. A principios de septiembre, Antonio Adán desató un temporal que terminó con una goleada oprobiosa en Ponferrada y, como consecuencia posterior, con la defenestración de Kike Burgos y el desnudo integral de Julio Velázquez, que quedó con la historia despojado de criterio profesional y de hombría de bien. Que uno de los capitanes de la plantilla arremetiese contra un miembro del cuerpo técnico hasta el punto de forzar su destitución, daba una idea de cuan desgobernado estaba, y sigue estando, el Betis: un club por el que nadie mira pues sus integrantes (en el palco, los despachos, el vestuario, el césped, las subcontratas y el entorno) dedican todos sus afanes a lo que vulgarmente podríamos denominar “salvar el culo”. Salvó el suyo Adán, que conjuró con la salida del preparador de porteros la amenaza de banquillazo que se cernía sobre él en forma de Dani Giménez, pero no mejoró el rendimiento del equipo, que ahora igual que antes vivaquea alrededor de la séptima plaza de todas las frustraciones y alejándose lenta pero inexorablemente del obligado objetivo del ascenso directo. Al que podría haberse acercado en Pamplona de no mediar un nuevo mitin de su (inexplicablemente) prestigioso guardameta; estaba en Belén con los pastores en los dos primeros goles del Osasuna y coronó la mañana con una cantada circense: mal en la decisión de despejar en lugar de blocar y peor en la ejecución del tragicómico puñetazo con retroceso, que fue a parar justo a la cabeza de un rival. Se conoce que los entrenamientos de David Relaño tampoco son de calidad. “Si durante la semana no tengo un entrenamiento de calidad, difícilmente el fin de semana tendré el nivel propio de mí”, dijo en Radio Marca. Lo malo es que desconocemos cuál es el nivel propio de un suplente contumaz en el Real Madrid, obligado a fichar a toda prisa a Diego López para que dejase de jugar cuando se lesionó Casillas, que luego estuvo tres meses sin club hasta, tras un fugacísimo paso por Italia, reaparecer en el peor Betis de la historia. A lo peor, lo “propio de él” es encajar, encajar, encajar y encajar sin freno.
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