También Pepe Mel, Juan Carlos Garrido y Gabi Calderón
Están escapando de las críticas, pero los tres están entre los máximos culpables de la situación bética
En éstos días las diatribas sobre el equipo y los listados de responsables del descenso se suceden. Con más o menos argumentos están los que centran todo en su añoranza a Mel, los que piden una mayor limpieza en la directiva, los que discuten entre ellos por el tema de los árbitros cuando sus opiniones no difieren en demasía, y los que señalan a los jugadores; pero entre tantos debates internos el fútbol ha pasado desapercibido.
¿Quizás no baja el Betis por desaprovechar parte del potencial de su plantilla? ¿Quizás es lógico que ningún entrenador lograra perfilar mínimamente un estilo de juego? Las decisiones tomadas sobre el verde bajan a un equipo con algo más de talento que para ser último de la categoría. Nadie ha demostrado mayor pobreza táctica durante la temporada que el Real Betis.
[CENTER]
Escapa de todas las críticas, pero todo empezó en él, en Pepe Mel. Fue el primero que no logró asentar nada esta temporada, y que ayudó a una planificación deportiva mejorable. Él pedía perfiles y Stosic ponía nombre a ellos, decía el ex entrenador, quien también reconocía interrumpir sus vacaciones para participar activamente en la confección de la plantilla. La marcha de Beñat y la llegada de Verdú le obligaron a girar el rumbo del modelo de juego, pero las dudas le acompañaron durante toda su deriva. Quería un Betis más reposado y dominante con el esférico, pero no logró asentarlo, entre otras cosas porque la planificación deportiva no ofrecía demasiados recursos para ello. Su insistencia en situar defensas lentos y, por tanto, poco hábiles al espacio lejos del área penalizaron con contundencia a un equipo que sí generaba un volumen alto de ocasiones, pero que se veía afectado por la poca calidad de las mismas en algunos casos, y por la escasez de determinación sin Rubén Castro.
La desesperación por la falta de gol propició que la estabilidad defensiva del equipo se cayera. Desesperados, atacaban sin orden alguno, y eso se pagaba luego en transiciones defensivas. En fútbol, se ataca como se defiende, y viceversa. No había fútbol, orden, ni fortuna en el declive.
[CENTER]
Llegó Juan Carlos Garrido, y su idea de juego parecía más clara que la de Mel, pero su capacidad adaptativa estaba a años luz. Quería imponer a toda costa una idea demasiado ofensiva para un equipo con un entramado defensivo mayúsculamente vulnerable. El ex del Villarreal intentó hacer de Verdú y Salva Sevilla hombres importantes, y que a través del balón el equipo ocultara sus déficits defensivos, pero la efectividad de los centrocampistas para penalizar al contrario era escasa y, por tanto, las opciones para el rival no tardaban en llegar.
El Betis lleva toda la temporada sufriendo la ineficacia de su doble pivote para sostener al equipo. Con Nono y Lorenzo Reyes la predisposición y la generosidad en el esfuerzo están garantizadas, el robo del cuero no tanto. Y con Garrido fue cuando más se descuidó éste aspecto, no hay que olvidar que en muchas ocasiones apostó por Salva Sevilla y Verdú como mediocentros, jugadores de escaso trabajo defensivo. Con todo ello, los centrales estaban muchos más expuestos. Anímicamente se cayeron, también.
[CENTER]
Llegó Gabi Calderón. Con filosofía y poca tiza para desarrollar fútbol en su pizarra. Revitalizó un grupo hundido y con ello lo hizo competitivo durante un tiempo, pero pasadas unas jornadas ésto dejó de ser suficiente. Decisiones no ha dejado de tomar, pero casi todas con una carga enigmática importante. La llegada de N´Diaye le solucionó en algunas ocasiones la problemática antes mencionada del centro del campo. Solucionado relativamente eso, Calderón potenció la debilidad de los sectores laterales, la hizo más pronunciada con sus decisiones. Por otro lado, a día de hoy, igual que ocurriera con Pepe Mel, se desconoce qué fútbol pretende imponer el técnico argentino. Y todo ello mientras va a acabar la temporada sin tomar decisiones que potencien a jugadores capacitados para marcar las diferencias.
Se puede cuestionar la predisposición de la plantilla, la fortuna, y en cierto modo la planificación, pero parece incuestionable que la aportación desde el banquillo esta temporada ha sido aproximadamente nula. Los entrenadores están para exprimir el mucho o poco potencial de sus plantillas, y en el Betis ninguno ha sido capaz de sacar nada positivo a pesar de que han vestido la verdiblanca, rendimiento aparte, jugadores con gran capacidad. Ni ha habido claridad en las intenciones futbolísticas, ni en las decisiones, ni, mucho menos, el equipo ha dado la sensación de llegar en cada encuentro a su tope físico y técnico.
Miguel Verdugo: También Pepe Mel, Juan Carlos Garrido y Gabi Calderón
Están escapando de las críticas, pero los tres están entre los máximos culpables de la situación bética
En éstos días las diatribas sobre el equipo y los listados de responsables del descenso se suceden. Con más o menos argumentos están los que centran todo en su añoranza a Mel, los que piden una mayor limpieza en la directiva, los que discuten entre ellos por el tema de los árbitros cuando sus opiniones no difieren en demasía, y los que señalan a los jugadores; pero entre tantos debates internos el fútbol ha pasado desapercibido.
¿Quizás no baja el Betis por desaprovechar parte del potencial de su plantilla? ¿Quizás es lógico que ningún entrenador lograra perfilar mínimamente un estilo de juego? Las decisiones tomadas sobre el verde bajan a un equipo con algo más de talento que para ser último de la categoría. Nadie ha demostrado mayor pobreza táctica durante la temporada que el Real Betis.
[CENTER]
Escapa de todas las críticas, pero todo empezó en él, en Pepe Mel. Fue el primero que no logró asentar nada esta temporada, y que ayudó a una planificación deportiva mejorable. Él pedía perfiles y Stosic ponía nombre a ellos, decía el ex entrenador, quien también reconocía interrumpir sus vacaciones para participar activamente en la confección de la plantilla. La marcha de Beñat y la llegada de Verdú le obligaron a girar el rumbo del modelo de juego, pero las dudas le acompañaron durante toda su deriva. Quería un Betis más reposado y dominante con el esférico, pero no logró asentarlo, entre otras cosas porque la planificación deportiva no ofrecía demasiados recursos para ello. Su insistencia en situar defensas lentos y, por tanto, poco hábiles al espacio lejos del área penalizaron con contundencia a un equipo que sí generaba un volumen alto de ocasiones, pero que se veía afectado por la poca calidad de las mismas en algunos casos, y por la escasez de determinación sin Rubén Castro.
La desesperación por la falta de gol propició que la estabilidad defensiva del equipo se cayera. Desesperados, atacaban sin orden alguno, y eso se pagaba luego en transiciones defensivas. En fútbol, se ataca como se defiende, y viceversa. No había fútbol, orden, ni fortuna en el declive.
Llegó Juan Carlos Garrido, y su idea de juego parecía más clara que la de Mel, pero su capacidad adaptativa estaba a años luz. Quería imponer a toda costa una idea demasiado ofensiva para un equipo con un entramado defensivo mayúsculamente vulnerable. El ex del Villarreal intentó hacer de Verdú y Salva Sevilla hombres importantes, y que a través del balón el equipo ocultara sus déficits defensivos, pero la efectividad de los centrocampistas para penalizar al contrario era escasa y, por tanto, las opciones para el rival no tardaban en llegar.
El Betis lleva toda la temporada sufriendo la ineficacia de su doble pivote para sostener al equipo. Con Nono y Lorenzo Reyes la predisposición y la generosidad en el esfuerzo están garantizadas, el robo del cuero no tanto. Y con Garrido fue cuando más se descuidó éste aspecto, no hay que olvidar que en muchas ocasiones apostó por Salva Sevilla y Verdú como mediocentros, jugadores de escaso trabajo defensivo. Con todo ello, los centrales estaban muchos más expuestos. Anímicamente se cayeron, también.
Llegó Gabi Calderón. Con filosofía y poca tiza para desarrollar fútbol en su pizarra. Revitalizó un grupo hundido y con ello lo hizo competitivo durante un tiempo, pero pasadas unas jornadas ésto dejó de ser suficiente. Decisiones no ha dejado de tomar, pero casi todas con una carga enigmática importante. La llegada de N´Diaye le solucionó en algunas ocasiones la problemática antes mencionada del centro del campo. Solucionado relativamente eso, Calderón potenció la debilidad de los sectores laterales, la hizo más pronunciada con sus decisiones. Por otro lado, a día de hoy, igual que ocurriera con Pepe Mel, se desconoce qué fútbol pretende imponer el técnico argentino. Y todo ello mientras va a acabar la temporada sin tomar decisiones que potencien a jugadores capacitados para marcar las diferencias.
Se puede cuestionar la predisposición de la plantilla, la fortuna, y en cierto modo la planificación, pero parece incuestionable que la aportación desde el banquillo esta temporada ha sido aproximadamente nula. Los entrenadores están para exprimir el mucho o poco potencial de sus plantillas, y en el Betis ninguno ha sido capaz de sacar nada positivo a pesar de que han vestido la verdiblanca, rendimiento aparte, jugadores con gran capacidad. Ni ha habido claridad en las intenciones futbolísticas, ni en las decisiones, ni, mucho menos, el equipo ha dado la sensación de llegar en cada encuentro a su tope físico y técnico.
Miguel Verdugo: También Pepe Mel, Juan Carlos Garrido y Gabi Calderón
Comentario