Derecho al pataleo | Zidaneando | Blogs | elmundo.es
ANTONIO FELIX
Entre las cualidades de la gente que salió a combatir en su día a Lopera se destacó sobre todas una, la valentía. Menos se habló de su generosidad. Aquella gente actuó como kamikazes, unos sin saberlo, otros con plena conciencia. No sólo por entrar en la batalla en tamaña inferioridad, exponiéndose al destrozo de Lopera y su prensa, que era extensa y hoy inmemoriada. Especialmente porque lo hacían sin esperanza real de victoria, sabedores (deberían haberlo sabido) de que los sillones del Betis quedarían reservados a otros.
A esos hombres, lo mínimo que hoy debería permitírsesle es el derecho al pataleo. Son gente quemada. Llevan demasiado tiempo en la pelea, y se han convertido en voces lejanas, cansinas, algunas casi paródicas. En los últimos años, han sido esquinados en la frenética vida del Betis, como no podía ser de otra forma. Algunos consiguieron mantenerse hilados al fondo, como voces intrigantes en la corte verdiblanca. Pero la mayoría ha sido simplemente apartada por los nuevos señores del Betis, su bienamado club, por donde ni estaban ni se les esperaba en aquellos tiempos de miseria y fuego.
No es que ahora, cuando la vida es otra, indiscutiblemente mucho más amable, estos señores no respeten a los viejos combatientes. En algunos casos es que ni conocen aquella batalla. Hay que disculparles, andaban a sus cosas. A Manuel Domínguez Platas le molestó que le preguntarán cuál era su mérito para convertirse en el presidente del Betis. Como en el caso de su antecesor, Guillén, sólo hay una respuesta: el de esperar su momento.
Platas, al que hasta ahora conocían en su casa y que a partir de ahora estará hasta en el cocido, vino a decir que se sacrificaba en una tarea altruista. Como cada vez que escucho esa palabra en el fútbol, la mano se me fue al bolsillo. Platas entra en un escenario hilarante y poliédrico, en el que se suceden los movimientos para posicionarse en torno a un fin: la propiedad del Betis. El mismo club no se ha quedado parado en ese sentido, y como tal creó hace unos años una Fundación participada por personajes ilustres: Carlos Herrera, Pepote Rodríguez de la Borbolla ó Ignacio Mora-Figueroa, que en la Junta se encabritó mucho afeándole a los chicos de Por Nuestro Betis que sembraran la inquina en torno a la Fundación.
De la Fundación, lo más que sabemos lo sabemos por boca de Borbolla, que un día se puso a explicar que el expresidente de la Junta, el periodista más influyente de la radio patria y el empresario que controla la Coca-Cola en Andalucía están en el Betis de manera altruista (otra vez), para organizar una escuela de fútbol y un partido de veteranos, que hasta ahora son las únicas actividades que se le conocen a esta cosita "austera y modesta, sin tarjetas de crédito". Pero el caso es que la Fundación ya es accionista del Betis y, se sospecha, podría serlo aun más si finalmente es depositaria de las acciones que los tribunales han demostrado impagadas por Lopera.
En su arremetida, Mora-Figueroa acusó a PNB de utilizar contra la Fundación estrategias que "no usó ni contra Bitton (Oliver) ni contra Lopera". Fue un golpe bajo e inaceptable. Porque quien luchó contra Lopera y Oliver no fue precisamente el señor de la Coca-Cola. Qué menos, ahora, que transigir con el derecho al pataleo de quienes se partieron la cara para que gente como él o Platas ocupen el palco del Betis.
ANTONIO FELIX
Entre las cualidades de la gente que salió a combatir en su día a Lopera se destacó sobre todas una, la valentía. Menos se habló de su generosidad. Aquella gente actuó como kamikazes, unos sin saberlo, otros con plena conciencia. No sólo por entrar en la batalla en tamaña inferioridad, exponiéndose al destrozo de Lopera y su prensa, que era extensa y hoy inmemoriada. Especialmente porque lo hacían sin esperanza real de victoria, sabedores (deberían haberlo sabido) de que los sillones del Betis quedarían reservados a otros.
A esos hombres, lo mínimo que hoy debería permitírsesle es el derecho al pataleo. Son gente quemada. Llevan demasiado tiempo en la pelea, y se han convertido en voces lejanas, cansinas, algunas casi paródicas. En los últimos años, han sido esquinados en la frenética vida del Betis, como no podía ser de otra forma. Algunos consiguieron mantenerse hilados al fondo, como voces intrigantes en la corte verdiblanca. Pero la mayoría ha sido simplemente apartada por los nuevos señores del Betis, su bienamado club, por donde ni estaban ni se les esperaba en aquellos tiempos de miseria y fuego.
No es que ahora, cuando la vida es otra, indiscutiblemente mucho más amable, estos señores no respeten a los viejos combatientes. En algunos casos es que ni conocen aquella batalla. Hay que disculparles, andaban a sus cosas. A Manuel Domínguez Platas le molestó que le preguntarán cuál era su mérito para convertirse en el presidente del Betis. Como en el caso de su antecesor, Guillén, sólo hay una respuesta: el de esperar su momento.
Platas, al que hasta ahora conocían en su casa y que a partir de ahora estará hasta en el cocido, vino a decir que se sacrificaba en una tarea altruista. Como cada vez que escucho esa palabra en el fútbol, la mano se me fue al bolsillo. Platas entra en un escenario hilarante y poliédrico, en el que se suceden los movimientos para posicionarse en torno a un fin: la propiedad del Betis. El mismo club no se ha quedado parado en ese sentido, y como tal creó hace unos años una Fundación participada por personajes ilustres: Carlos Herrera, Pepote Rodríguez de la Borbolla ó Ignacio Mora-Figueroa, que en la Junta se encabritó mucho afeándole a los chicos de Por Nuestro Betis que sembraran la inquina en torno a la Fundación.
De la Fundación, lo más que sabemos lo sabemos por boca de Borbolla, que un día se puso a explicar que el expresidente de la Junta, el periodista más influyente de la radio patria y el empresario que controla la Coca-Cola en Andalucía están en el Betis de manera altruista (otra vez), para organizar una escuela de fútbol y un partido de veteranos, que hasta ahora son las únicas actividades que se le conocen a esta cosita "austera y modesta, sin tarjetas de crédito". Pero el caso es que la Fundación ya es accionista del Betis y, se sospecha, podría serlo aun más si finalmente es depositaria de las acciones que los tribunales han demostrado impagadas por Lopera.
En su arremetida, Mora-Figueroa acusó a PNB de utilizar contra la Fundación estrategias que "no usó ni contra Bitton (Oliver) ni contra Lopera". Fue un golpe bajo e inaceptable. Porque quien luchó contra Lopera y Oliver no fue precisamente el señor de la Coca-Cola. Qué menos, ahora, que transigir con el derecho al pataleo de quienes se partieron la cara para que gente como él o Platas ocupen el palco del Betis.
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