El plan a la desesperada del Betis
La cesión del delantero del Atlético de Madrid Leo Baptistao está ultimada.
Llegarán al menos otro punta, un mediocentro y un portero para reconstruir el equipo.
El club ha sondeado una opción de emergencia: Paco Chaparro por si Garrido no arranca.
'En el fútbol, la ilusión tiene un nombre: fichajes'. Puestos a pedir, en el Betis ya lo hacen con desesperación. Habla Garrido, su entrenador, que aterrizó políticamente correcto diciendo que le valía con lo que tenía. Un par de partidos después, el mensaje empezó a virar. Primero en privado, charlando sin tapujos de las carencias (y los kilos de más) que estaba viendo en sus futbolistas. Y ahora lo hace por fin en público, pero sólo una vez se ha dado cuenta que él está ya en el punto de mira.
Leen bien. El Betis también se está moviendo en el mercado de entrenadores. Con alguno ha llegado a contactar hasta en más de una ocasión en las últimas semanas para ver 'si estaría dispuesto a coger el equipo si hiciera falta'. Es el caso de Paco Chaparro, hombre de la casa con experiencia en situaciones de este porte. Por descontado, la predisposición del artífice de aquella dulce salvación de Santander es absoluta.
Pero, de momento, Chaparro, alternativa a la desesperada si sigue la caída libre del equipo, debe esperar a ver si el plan trazado por el club resulta. O sea, si los fichajes responden. Está a punto el de Leo Baptistao, un delantero sin opciones en el Atlético de Simeone por culpa de Diego Costa, Villa y Adrián. Pero un lujo para como está el Betis. Y como tal lo va a tener pagar: su préstamo supondrá un gasto de cerca de dos millones. Más camino queda por recorrer con el mediocentro, el portero (Kameni) y un segundo punta que vendrán. Dorlán Pabón, viejo amigo, hoy en el Valencia, está dispuesto a echar una mano. Pizzi, recién aterrizado en el banquillo de Mestalla, debe autorizar su cesión. Y, en todo caso, tampoco saldrá barato.
Una foto apocalíptica
Refuerzos con caché para levantar el ánimo de la afición y para rearmar un equipo derruido. Un grupo cuya última foto del año pasado, tras caer con el Almería, resultó apocalíptica. Futbolistas llorando en mitad del césped del Villamarín ante una hinchada abatida, pero volcada, como si el descenso se hubiera consumado en pleno diciembre.
Pinta no le falta, pero sobra tiempo. Hasta ahí las buenas noticias para el Betis. Las demás no pueden ser más catastróficas. El peor síntoma, la política autodestructiva que impera entre sus jefes, culminada con la impopular destitución de Mel como entrenador y, apenas unas semanas después, con la del director deportivo que la ordenó. 'La directiva queda ahora en primera línea de fuego', ha admitido el presidente Guillén. Se equivoca. Lo está desde hace tiempo.
Tras el serial de incendios, las fiestas han dado una tregua. El Betis despidió el año abriendo la puerta del entrenamiento y se encontró con el masivo calor de su hinchada. "La afición nunca falla y nosotros lo hacemos siempre. Ya está. Ya basta. Hay que empezar a puntuar de tres en tres", clama Paulao. Aliento antes de otra prueba crucial, este sábado en Valladolid (18 horas), donde estará en juego otro pedazo de su permanencia.
El plan a la desesperada del Betis | Andaluca | EL MUNDO
La cesión del delantero del Atlético de Madrid Leo Baptistao está ultimada.
Llegarán al menos otro punta, un mediocentro y un portero para reconstruir el equipo.
El club ha sondeado una opción de emergencia: Paco Chaparro por si Garrido no arranca.
'En el fútbol, la ilusión tiene un nombre: fichajes'. Puestos a pedir, en el Betis ya lo hacen con desesperación. Habla Garrido, su entrenador, que aterrizó políticamente correcto diciendo que le valía con lo que tenía. Un par de partidos después, el mensaje empezó a virar. Primero en privado, charlando sin tapujos de las carencias (y los kilos de más) que estaba viendo en sus futbolistas. Y ahora lo hace por fin en público, pero sólo una vez se ha dado cuenta que él está ya en el punto de mira.
Leen bien. El Betis también se está moviendo en el mercado de entrenadores. Con alguno ha llegado a contactar hasta en más de una ocasión en las últimas semanas para ver 'si estaría dispuesto a coger el equipo si hiciera falta'. Es el caso de Paco Chaparro, hombre de la casa con experiencia en situaciones de este porte. Por descontado, la predisposición del artífice de aquella dulce salvación de Santander es absoluta.
Pero, de momento, Chaparro, alternativa a la desesperada si sigue la caída libre del equipo, debe esperar a ver si el plan trazado por el club resulta. O sea, si los fichajes responden. Está a punto el de Leo Baptistao, un delantero sin opciones en el Atlético de Simeone por culpa de Diego Costa, Villa y Adrián. Pero un lujo para como está el Betis. Y como tal lo va a tener pagar: su préstamo supondrá un gasto de cerca de dos millones. Más camino queda por recorrer con el mediocentro, el portero (Kameni) y un segundo punta que vendrán. Dorlán Pabón, viejo amigo, hoy en el Valencia, está dispuesto a echar una mano. Pizzi, recién aterrizado en el banquillo de Mestalla, debe autorizar su cesión. Y, en todo caso, tampoco saldrá barato.
Una foto apocalíptica
Refuerzos con caché para levantar el ánimo de la afición y para rearmar un equipo derruido. Un grupo cuya última foto del año pasado, tras caer con el Almería, resultó apocalíptica. Futbolistas llorando en mitad del césped del Villamarín ante una hinchada abatida, pero volcada, como si el descenso se hubiera consumado en pleno diciembre.
Pinta no le falta, pero sobra tiempo. Hasta ahí las buenas noticias para el Betis. Las demás no pueden ser más catastróficas. El peor síntoma, la política autodestructiva que impera entre sus jefes, culminada con la impopular destitución de Mel como entrenador y, apenas unas semanas después, con la del director deportivo que la ordenó. 'La directiva queda ahora en primera línea de fuego', ha admitido el presidente Guillén. Se equivoca. Lo está desde hace tiempo.
Tras el serial de incendios, las fiestas han dado una tregua. El Betis despidió el año abriendo la puerta del entrenamiento y se encontró con el masivo calor de su hinchada. "La afición nunca falla y nosotros lo hacemos siempre. Ya está. Ya basta. Hay que empezar a puntuar de tres en tres", clama Paulao. Aliento antes de otra prueba crucial, este sábado en Valladolid (18 horas), donde estará en juego otro pedazo de su permanencia.
El plan a la desesperada del Betis | Andaluca | EL MUNDO
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