Re: Morir con las botas puesta.
Voy a manifestar mi profundo desacuerdo, para al final manifestar mi acuerdo con usted.
Hay que estar convencido de unos principios: pero esos principios han de ser abstractos, una serie breve de ideas generales, sin las cuales es imposible vivir.
Si usted pregunta por sus principios a Hitler y Nelson Mandela, le dirán lo mismo: que en el mundo haya paz, concordia, eliminación del hambre y las necesidades.
El problema surge cuando comparamos cómo llevar a cabo esos principios: Nelson Mandela buscó la concordia en una sociedad clasista, racista y enfrentada; Hitler eliminó lo que consideraba problemas: los judíos que robaban, los gitanos inferiores, los retrasados...
Fíjese: si Hitler hubiera estado menos convencido de sus actos, lo que nos hubiéramos ahorrado.
La duda es la virtud de los sabios. Hay que estar convencido de esos dos o tres principios generales, pero dudar de nuestros actos.
Como estamos hablando de fútbol, donde hablar de principios es como hablar de Filosofía a un búcaro, digamos que es ahí donde usted tiene razón, puesto que es un lugar donde una persona que jamás ha dicho una sola frase interesante, salvo una serie de balbuceos inconexos, como Pep Guardiola, es considerado un semidiós, acepto que la mediocridad de Mel, incapaz de adaptarse a ninguna circunstancia, tenga como solución seguir con lo suyo.
Es decir, estoy de acuerdo con usted: salvo en los principios generales, a la hora de la acción, la convicción es una virtud de los mediocres.
Originalmente publicado por Beodo
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Hay que estar convencido de unos principios: pero esos principios han de ser abstractos, una serie breve de ideas generales, sin las cuales es imposible vivir.
Si usted pregunta por sus principios a Hitler y Nelson Mandela, le dirán lo mismo: que en el mundo haya paz, concordia, eliminación del hambre y las necesidades.
El problema surge cuando comparamos cómo llevar a cabo esos principios: Nelson Mandela buscó la concordia en una sociedad clasista, racista y enfrentada; Hitler eliminó lo que consideraba problemas: los judíos que robaban, los gitanos inferiores, los retrasados...
Fíjese: si Hitler hubiera estado menos convencido de sus actos, lo que nos hubiéramos ahorrado.
La duda es la virtud de los sabios. Hay que estar convencido de esos dos o tres principios generales, pero dudar de nuestros actos.
Como estamos hablando de fútbol, donde hablar de principios es como hablar de Filosofía a un búcaro, digamos que es ahí donde usted tiene razón, puesto que es un lugar donde una persona que jamás ha dicho una sola frase interesante, salvo una serie de balbuceos inconexos, como Pep Guardiola, es considerado un semidiós, acepto que la mediocridad de Mel, incapaz de adaptarse a ninguna circunstancia, tenga como solución seguir con lo suyo.
Es decir, estoy de acuerdo con usted: salvo en los principios generales, a la hora de la acción, la convicción es una virtud de los mediocres.
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