OBSERVANDO a cierto sector del entorno del Real Betis Balompié no da la impresión de que el equipo se encuentre con un pie en la escalerilla del avión para un nuevo compromiso continental. Con las tarjetas de embarque ya visadas para jugar mañana en Rijeka, la impresión que da susodicho sector del entorno verdiblanco es que en vez de ir a Croacia, en el Betis se prepara el viaje digamos que a Éibar para jugar en Ipurúa.
Cuesta entender la beligerante posición de gente que hasta da la impresión, a veces, de ir de nostálgica con el pasado más ominoso que contempla la historia del club de las trece barras. Pero es que esos mismos que desbarran contra la gestión vitorean al entrenador, con lo que la fractura va abriéndose hasta límites insospechados. Pienso que esto no contribuye al beneficio de una entidad que vive de milagro y que flota gracias a la labor correctora de sus actuales manijeros.
Veía la luz ayer en el portal Muchodeporte una entrevista con José Antonio Bosch en la que éste defendía sus tesis con mejores formas de las que, a veces, muestran algunos de sus críticos. Daba un ejemplo el omnímodo administrador de las acciones de Lopera y hasta explicaba con claridad que no tiene nada contra el bético. No tener nada contra el bético, abunda Bosch, no tiene nada que ver con eso de que por el mero hecho de ser bético haya un sitio para él en el club.
Vistas las cosas desde esta esquina, chocan demasiadas cuestiones en esa balacera que siluetea a diario la figura del Betis. Pero lo que más sorprende es la contumacia de algunos que no terminan de ver que lo que le interesa al bético auténtico es la hermosa realidad de que el viaje más inminente es al corazón de Europa y no a Éibar... o a Lugo. Creo que esta visión debiera ser suficiente como para que se templasen gaitas y, sobre todo, para que se aparquen las insidias.
El Betis y su disparatado entorno ...
Cuesta entender la beligerante posición de gente que hasta da la impresión, a veces, de ir de nostálgica con el pasado más ominoso que contempla la historia del club de las trece barras. Pero es que esos mismos que desbarran contra la gestión vitorean al entrenador, con lo que la fractura va abriéndose hasta límites insospechados. Pienso que esto no contribuye al beneficio de una entidad que vive de milagro y que flota gracias a la labor correctora de sus actuales manijeros.
Veía la luz ayer en el portal Muchodeporte una entrevista con José Antonio Bosch en la que éste defendía sus tesis con mejores formas de las que, a veces, muestran algunos de sus críticos. Daba un ejemplo el omnímodo administrador de las acciones de Lopera y hasta explicaba con claridad que no tiene nada contra el bético. No tener nada contra el bético, abunda Bosch, no tiene nada que ver con eso de que por el mero hecho de ser bético haya un sitio para él en el club.
Vistas las cosas desde esta esquina, chocan demasiadas cuestiones en esa balacera que siluetea a diario la figura del Betis. Pero lo que más sorprende es la contumacia de algunos que no terminan de ver que lo que le interesa al bético auténtico es la hermosa realidad de que el viaje más inminente es al corazón de Europa y no a Éibar... o a Lugo. Creo que esta visión debiera ser suficiente como para que se templasen gaitas y, sobre todo, para que se aparquen las insidias.
El Betis y su disparatado entorno ...
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