¡Salve, gemmae viridiscentes! (¡Vivan los brotes verdes!)
josé Rodríguez De La Borbolla | Actualizado 04.06.2013 - 07:33
EL 15 de junio de 2009, tras el descenso a Segunda -uno más en nuestra historia-, millares de béticos de todo el mundo se manifestaron en contra de la ignominia, la depravación y la pérdida de su ser más íntimo. El Real Betis Balompié, una de las razones de ser para muchos hombres y mujeres de bien; uno de los asideros al que agarrarse para levantarse cada día en un mundo sin rumbo y consternado; el fluido venoso que hermana a una raza de idealistas y optimistas sin parangón, había sido manipulado, secuestrado, degradado, vilipendiado, despreciado, ninguneado y arruinado por una cuadrilla de gentecilla aprovechada y sin nivel, que utilizaba al Betis, ese Betis que es patrimonio cultural y social de Sevilla, de Andalucía, de España y de la Humanidad y que es memoria histórica y personal de todos los béticos, para su medro personal y para la búsqueda de un sitio y un estatus, que de otra manera no tendrían… El Betis había llegado a la más profunda de las simas nunca visitadas. ¡Y los béticos dijeron basta!
La caída del Betis, la cuasi-aniquilación de una de nuestras almas y la inmersión de los béticos en la infelicidad y en la frustración vital no estaba escrita, sino que fue consecuencia de la avaricia, el desprecio hacia el prójimo, la afición a los bienes ajenos y el despotismo chabacano en el ejercicio del poder. Fueron vulnerados, así, los principales mandamientos de nuestra Fe, las normas fundamentales de la vida en una sociedad regida por el Derecho, y los criterios básicos de dirección de cualquier organización económicamente ordenada.
Así pasamos del día a la noche. En junio de 2005, sin ir más lejos, el Real Betis, bajo la batuta de Serra Ferrer, ganó la Copa del Rey y compitió con los mejores de Europa, en la Champions League. Pudimos instalarnos en nuestro lugar natural, como representantes de una de las más antiguas capitales de nuestro mundo. Sin embargo, en febrero de 2007, en medio de la celebración del primer Centenario de nuestra Historia, el palco de Heliópolis fue ocupado y presidido por la efigie irrisoria de un ***********, y no presunto: ya, desde 2006, convicto, confeso y condenado como defraudador a la Hacienda Pública.
Pero frente a los dirigentes de entonces, depravados y arrebatacapas, se levantaron los béticos de médula verde y de comunión bética diaria, en actitud heroica y desprendida. Empezando por el afán de reconquista de los Béticos por el Villamarín, con sus Galera, Salas, Espina, Leo Rodríguez de la Borbolla, Soto y Serrano; siguiendo por la legitimación moral e histórica de la Agrupación de Béticos Veteranos, con su Alfonso Jaramillo, sus Paco Arcas, Joaquín Real, hermanos Vázquez, Mario Mirmán, etcétera; contando con las promesas de futuro de Por Nuestro Betis, con sus Íñigo Vicente, Tirado, Cayetano García de la Borbolla y demás celadores de las esencias; apoyándonos en los indignados rebeldes de los Amigos del Centenario, con Julián García Borbolla y sus compañeros; jugando fuerte, basados en la solvencia de la Liga de Juristas Béticos, con los Cuéllar, Calle, Salas Tornero, Alarcón, Ojeda, Fermín Sánchez López, Pedro Rodríguez de la Borbolla, Javier Romero, Pepe Fernández Amurrio y demás; y acabando con todos aquellos, jóvenes y maduros, desde Miguel Guillén, Ramón y Clara Alarcón, los varios Picchi y Dani Olivencia, hasta Isabel Simó, Paquito Acosta y Pepe Moya, que se integraron en la Fundación Heliópolis… Todos ellos han empujado con el alma, la dedicación altruista y el ejemplo para el renacimiento del Betis. Son mis héroes.
Están también, cómo no, todas las antorchas del periodismo verderón. Desde el sarcasmo, unas veces, y desde el rigor crítico, otras, contribuyeron a la toma de conciencia colectiva y regeneradora.
Además, los dioses nos echaron una mano, y no al cuello. Actuó la juez Alaya; Gordillo dio un paso al frente; aparecieron Gómez Porrúa, primero, y José Antonio Bosch, después; los administradores concursales escudriñaron, limpiaron y propusieron; y la junta directiva actuó con rigor y con decencia. Se enderezó lo institucional y se orientó lo deportivo hacia las alturas.
Pepe Mel, Vlada Stosic, Jorge Molina, Rubén Castro, Beñat, Amaya y los demás hicieron el resto. Son los dioses de este renacimiento. A ellos, la gloria.
A todos los béticos juntos, afición, héroes y dioses, se les debe reconocimiento, gratitud y seguimiento del ejemplo. ¡Éstos sí que son brotes verdes! Algún día, alguien deberá escribir esta historia. Para eterna remembranza.
http://www.diariodesevilla.es/articl...es/verdes.html
josé Rodríguez De La Borbolla | Actualizado 04.06.2013 - 07:33
EL 15 de junio de 2009, tras el descenso a Segunda -uno más en nuestra historia-, millares de béticos de todo el mundo se manifestaron en contra de la ignominia, la depravación y la pérdida de su ser más íntimo. El Real Betis Balompié, una de las razones de ser para muchos hombres y mujeres de bien; uno de los asideros al que agarrarse para levantarse cada día en un mundo sin rumbo y consternado; el fluido venoso que hermana a una raza de idealistas y optimistas sin parangón, había sido manipulado, secuestrado, degradado, vilipendiado, despreciado, ninguneado y arruinado por una cuadrilla de gentecilla aprovechada y sin nivel, que utilizaba al Betis, ese Betis que es patrimonio cultural y social de Sevilla, de Andalucía, de España y de la Humanidad y que es memoria histórica y personal de todos los béticos, para su medro personal y para la búsqueda de un sitio y un estatus, que de otra manera no tendrían… El Betis había llegado a la más profunda de las simas nunca visitadas. ¡Y los béticos dijeron basta!
La caída del Betis, la cuasi-aniquilación de una de nuestras almas y la inmersión de los béticos en la infelicidad y en la frustración vital no estaba escrita, sino que fue consecuencia de la avaricia, el desprecio hacia el prójimo, la afición a los bienes ajenos y el despotismo chabacano en el ejercicio del poder. Fueron vulnerados, así, los principales mandamientos de nuestra Fe, las normas fundamentales de la vida en una sociedad regida por el Derecho, y los criterios básicos de dirección de cualquier organización económicamente ordenada.
Así pasamos del día a la noche. En junio de 2005, sin ir más lejos, el Real Betis, bajo la batuta de Serra Ferrer, ganó la Copa del Rey y compitió con los mejores de Europa, en la Champions League. Pudimos instalarnos en nuestro lugar natural, como representantes de una de las más antiguas capitales de nuestro mundo. Sin embargo, en febrero de 2007, en medio de la celebración del primer Centenario de nuestra Historia, el palco de Heliópolis fue ocupado y presidido por la efigie irrisoria de un ***********, y no presunto: ya, desde 2006, convicto, confeso y condenado como defraudador a la Hacienda Pública.
Pero frente a los dirigentes de entonces, depravados y arrebatacapas, se levantaron los béticos de médula verde y de comunión bética diaria, en actitud heroica y desprendida. Empezando por el afán de reconquista de los Béticos por el Villamarín, con sus Galera, Salas, Espina, Leo Rodríguez de la Borbolla, Soto y Serrano; siguiendo por la legitimación moral e histórica de la Agrupación de Béticos Veteranos, con su Alfonso Jaramillo, sus Paco Arcas, Joaquín Real, hermanos Vázquez, Mario Mirmán, etcétera; contando con las promesas de futuro de Por Nuestro Betis, con sus Íñigo Vicente, Tirado, Cayetano García de la Borbolla y demás celadores de las esencias; apoyándonos en los indignados rebeldes de los Amigos del Centenario, con Julián García Borbolla y sus compañeros; jugando fuerte, basados en la solvencia de la Liga de Juristas Béticos, con los Cuéllar, Calle, Salas Tornero, Alarcón, Ojeda, Fermín Sánchez López, Pedro Rodríguez de la Borbolla, Javier Romero, Pepe Fernández Amurrio y demás; y acabando con todos aquellos, jóvenes y maduros, desde Miguel Guillén, Ramón y Clara Alarcón, los varios Picchi y Dani Olivencia, hasta Isabel Simó, Paquito Acosta y Pepe Moya, que se integraron en la Fundación Heliópolis… Todos ellos han empujado con el alma, la dedicación altruista y el ejemplo para el renacimiento del Betis. Son mis héroes.
Están también, cómo no, todas las antorchas del periodismo verderón. Desde el sarcasmo, unas veces, y desde el rigor crítico, otras, contribuyeron a la toma de conciencia colectiva y regeneradora.
Además, los dioses nos echaron una mano, y no al cuello. Actuó la juez Alaya; Gordillo dio un paso al frente; aparecieron Gómez Porrúa, primero, y José Antonio Bosch, después; los administradores concursales escudriñaron, limpiaron y propusieron; y la junta directiva actuó con rigor y con decencia. Se enderezó lo institucional y se orientó lo deportivo hacia las alturas.
Pepe Mel, Vlada Stosic, Jorge Molina, Rubén Castro, Beñat, Amaya y los demás hicieron el resto. Son los dioses de este renacimiento. A ellos, la gloria.
A todos los béticos juntos, afición, héroes y dioses, se les debe reconocimiento, gratitud y seguimiento del ejemplo. ¡Éstos sí que son brotes verdes! Algún día, alguien deberá escribir esta historia. Para eterna remembranza.
http://www.diariodesevilla.es/articl...es/verdes.html
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