«¿Hola?», suena desde Dubai. Ricardo Oliveira no ha perdido su español. Bueno, lo ha mejorado. Ahora practica con Milla, su entrenador. Acaba de meter dos goles con el Al-Jazira, donde es feliz con su familia. Se maneja en inglés a la perfección y acaba de renovar. Apunto de cumplir 33 años, le han propuesto seguir vinculado al club cuando cuelgue las botas. Mira atrás y recuerda sus días en Sevilla. «Vamos a volver dentro de poco para pasar dos semanas. Mi familia entera quiere y es que le tenemos mucho cariño a España», dice.
«Esta semana es el derbi, ¿verdad? ¿Juegan en viernes? ¡Qué día tan raro! La suerte es que podré verlo por Al-Jazeera Sports. Dan todos los partidos de las ligas importantes de Europa. El Betis está muy bien. Lo sigo siempre y hablo con los amigos que me quedan por allí en el club. Seré un aficionado más desde los Emiratos Árabes Unidos. El Betis se lleva en el corazón. No puedo olvidarme de lo que me ha dado este club, que me ha hecho disfrutar de lo máximo, de lo más grande de Europa. Fue una experiencia fantástica en todos los órdenes. Tengo una hija sevillana, mantengo mi casa, estamos planteándonos irnos de vacaciones... Hace poco estuve hablando con Edu, que estuvo por Sevilla. La ciudad te contagia, es muy buena para vivir. Me quedo con los amigos que hice allí. El fútbol pasa y los amigos se quedan. ¿Una foto de mi estancia allí? La participación en la Liga de Campeones. Fue algo histórico. Teníamos un equipo muy amigo, comprometido, ilusionado. Tras ganar la Copa no tengo imágenes de Sevilla porque me tuve que ir a Alemania a preparar la Copa Confederaciones. Los partidos de Champions fueron espectaculares. Había mucha ilusión. Jamás olvidaré las canciones que me cantaban», afirma antes de meterse en faena con el derbi, especialmente con aquel que decidió por 1-0 el 7 de mayo de 2005.
«Hacía mucho tiempo que no le ganábamos al Sevila. Eso es inolvidable. Recibo la pelota, controlo, me giro y voy driblando hacia la izquierda. Regateo a uno, dos y voy saliendo, saliendo hasta pegarle con la zurda. Bota delante del portero y entra. Los compañeros se tiraron encima mía. Fue impresionante. Uno no entiende la importancia que tiene ese gol hasta que no lo vive. No te lo puedes ni imaginar. Al día siguiente media ciudad estaba contentísima y eso dice mucho. Puedo compararlo con el Milan-Inter o el Sao Paulo-Corinthians. Se vive intensamente. Cuando lo juegas, es el partido de tu vida», concluye Ricardo Oliveira.
alfinaldelapalmera
«Esta semana es el derbi, ¿verdad? ¿Juegan en viernes? ¡Qué día tan raro! La suerte es que podré verlo por Al-Jazeera Sports. Dan todos los partidos de las ligas importantes de Europa. El Betis está muy bien. Lo sigo siempre y hablo con los amigos que me quedan por allí en el club. Seré un aficionado más desde los Emiratos Árabes Unidos. El Betis se lleva en el corazón. No puedo olvidarme de lo que me ha dado este club, que me ha hecho disfrutar de lo máximo, de lo más grande de Europa. Fue una experiencia fantástica en todos los órdenes. Tengo una hija sevillana, mantengo mi casa, estamos planteándonos irnos de vacaciones... Hace poco estuve hablando con Edu, que estuvo por Sevilla. La ciudad te contagia, es muy buena para vivir. Me quedo con los amigos que hice allí. El fútbol pasa y los amigos se quedan. ¿Una foto de mi estancia allí? La participación en la Liga de Campeones. Fue algo histórico. Teníamos un equipo muy amigo, comprometido, ilusionado. Tras ganar la Copa no tengo imágenes de Sevilla porque me tuve que ir a Alemania a preparar la Copa Confederaciones. Los partidos de Champions fueron espectaculares. Había mucha ilusión. Jamás olvidaré las canciones que me cantaban», afirma antes de meterse en faena con el derbi, especialmente con aquel que decidió por 1-0 el 7 de mayo de 2005.
«Hacía mucho tiempo que no le ganábamos al Sevila. Eso es inolvidable. Recibo la pelota, controlo, me giro y voy driblando hacia la izquierda. Regateo a uno, dos y voy saliendo, saliendo hasta pegarle con la zurda. Bota delante del portero y entra. Los compañeros se tiraron encima mía. Fue impresionante. Uno no entiende la importancia que tiene ese gol hasta que no lo vive. No te lo puedes ni imaginar. Al día siguiente media ciudad estaba contentísima y eso dice mucho. Puedo compararlo con el Milan-Inter o el Sao Paulo-Corinthians. Se vive intensamente. Cuando lo juegas, es el partido de tu vida», concluye Ricardo Oliveira.
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