Pasó uno de los peores derbis en la historia de nuestro club y después de un amargo viaje de vuelta de 120 kilómetros, del pestiño de partido del filial por la mañana, de las tres horas encerrados en el Villamarín, de momentos en los que nos faltó el aire esperando a que abriesen las puertas, empujones de la policía y una manita del eterno rival gracias a un equipo falto de profesionalidad, sangre y amor propio, a ti, sevillista que nos lees y curioseas en un día como el de hoy, decirte que me siento más orgulloso que nunca de lo que soy y lo que defiendo.
Ayer fue un placer defender los colores del Betis de camino a Nervión, que en todos los edificios y calles hubiese béticos esperando nuestro paso y que hasta con un 4-0 en contra se nos escuchase más que a vosotros, a los que no os salió bien ni una triste ola que empezasteis diez veces y que terminó siendo un 'charquito'.
El de ayer fue un partido raro y que difícilmente se repetirá en muchos años. Pero también queda ésto. Y es que Sevilla es más verdiblanca que nunca, pese a quien pese y aunque los jugadores que ayer se pusieron nuestra histórica camiseta no la merezcan.
Ayer fue un placer defender los colores del Betis de camino a Nervión, que en todos los edificios y calles hubiese béticos esperando nuestro paso y que hasta con un 4-0 en contra se nos escuchase más que a vosotros, a los que no os salió bien ni una triste ola que empezasteis diez veces y que terminó siendo un 'charquito'.
El de ayer fue un partido raro y que difícilmente se repetirá en muchos años. Pero también queda ésto. Y es que Sevilla es más verdiblanca que nunca, pese a quien pese y aunque los jugadores que ayer se pusieron nuestra histórica camiseta no la merezcan.
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