Quedan horas para que el balón eche a rodar, para que arranque el mejor derbi de España y que toda una ciudad se paralice. Por fin llegó el día que todos buscamos con ansia cuando en verano sale el calendario.
Y mi conclusión después de toda la semana es que tienen miedo. Miedo porque recuerdan lo que pasó en mayo y ese "vamos a sentarnos, que queremos verlo". Meses antes, alguien que ahora engorda las listas del desempleo con todo merecimiento, Marcelino García Toral, decía que no teníamos nivel para competir con ellos.
Miedo porque aunque nos desprecien y traten de ningunearnos, hablan con la boca pequeña, intentando hacer ver que hay una diferencia entre clubes que sólo existe en los sueños de algunos tras noches europeas contra equipos que hoy transitan a duras penas por la Segunda inglesa (Middlesbrough) o pasan uno de sus peores momentos en los últimos años, como el Espanyol.
Miedo porque ha tenido que llegar el Betis para reconciliar esta semana a enemigos íntimos y hacer que alguno tenga que bajarse los pantalones hasta los tobillos y tragarse sus palabras porque saben que los béticos, muchos, que vamos mañana a Nervión, nos vamos a dejar el alma y la garganta alentando a los nuestros.
Y miedo porque detrás de esa careta de prepotencia, arrogancia y altanería, saben que el partido de mañana puede marcar un antes y un después en su temporada, mediocre hasta ahora.
La suerte está echada, toca animar a los nuestros desde que por la mañana se abran las puertas del Villamarín para el entrenamiento. Y seguro que vamos a estar a la altura. Pase lo que pase, cuando los focos se apaguen y los béticos estemos en el cielo por haber ganado o en las catacumbas por haber perdido, nos seguirán mirando desde abajo. Como tiene que ser.
¡A por ellos, Betis! ¡Que se repita la historia!
Y mi conclusión después de toda la semana es que tienen miedo. Miedo porque recuerdan lo que pasó en mayo y ese "vamos a sentarnos, que queremos verlo". Meses antes, alguien que ahora engorda las listas del desempleo con todo merecimiento, Marcelino García Toral, decía que no teníamos nivel para competir con ellos.
Miedo porque aunque nos desprecien y traten de ningunearnos, hablan con la boca pequeña, intentando hacer ver que hay una diferencia entre clubes que sólo existe en los sueños de algunos tras noches europeas contra equipos que hoy transitan a duras penas por la Segunda inglesa (Middlesbrough) o pasan uno de sus peores momentos en los últimos años, como el Espanyol.
Miedo porque ha tenido que llegar el Betis para reconciliar esta semana a enemigos íntimos y hacer que alguno tenga que bajarse los pantalones hasta los tobillos y tragarse sus palabras porque saben que los béticos, muchos, que vamos mañana a Nervión, nos vamos a dejar el alma y la garganta alentando a los nuestros.
Y miedo porque detrás de esa careta de prepotencia, arrogancia y altanería, saben que el partido de mañana puede marcar un antes y un después en su temporada, mediocre hasta ahora.
La suerte está echada, toca animar a los nuestros desde que por la mañana se abran las puertas del Villamarín para el entrenamiento. Y seguro que vamos a estar a la altura. Pase lo que pase, cuando los focos se apaguen y los béticos estemos en el cielo por haber ganado o en las catacumbas por haber perdido, nos seguirán mirando desde abajo. Como tiene que ser.
¡A por ellos, Betis! ¡Que se repita la historia!
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