No me ha gustado como se afronta una competición tan importante como es la Copa.
Muy pocos, poquísimos, son los béticos hoy en día que conocieron la gran conquista de la Liga en 1935. Pero sí somos muchos los que hemos visto en los últimos 35 años alguna, si no todas, las finales de Copa disputadas en 1977, 1997 y 2005. Al torneo copero le debemos la presencia del Betis en el escenario de una gran final, en el partido más apasionante y hermoso de toda la temporada.
Este año incluso conocemos los posibles rivales que podríamos tener en posteriores rondas, y hemos sido afortunados a priori, porque sólo el Atlético de Madrid ha caído en nuestra parte del cuadro, mientras que otros clubs importantes, como Barcelona, Real Madrid ó Valencia, están en el otro lado del cuadro, de forma que solo los veríamos en una hipotética final.
Ante esta posibilidad las ilusiones y el deseo de acceder a las rondas finales de la competición se acrecientan. Recordemos que desde la final de Copa del año 2005 en 4 ocasiones hemos llegado a los cuartos de final, en una a octavos, en otra a dieciseisavos y en la otra caímos en la segunda ronda previa.
Las declaraciones previas del técnico bético Pepe Mel son ambiciosas, pero a la hora de la verdad, las cinco de la tarde en el Nuevo Zorrilla, en la alineación bética hacen aparición las rotaciones. Ese invento del fútbol moderno mediante el cual no juegan los mejores y más aptos, sino que entran en el equipo los habituales del banquillo. Incluso un jugador como Angel se estrena en su primer partido oficial de la temporada, sin que al titular hasta ese momento le suceda algo que imposibilite su alineación.
El partido del Betis es malo, con muy poco acierto rematador. De hecho el principal referente del ataque verdiblanco está en el banquillo hasta el minuto 73. Incluso con el rival jugando con uno menos y también sin gran parte de su equipo titular, nos volvemos de vacío y derrotados.
Ahora salen a la palestra las típicas declaraciones de estos casos: “no hay nada perdido”, “nos la jugamos ante nuestra afición”, “no hay que hacer una tragedia de este resultado”, etc
Y es cierto todo lo que se dice: la eliminatoria aún no está perdida, nos la jugamos en casa y el resultado es remontable. Pero todo podría ser más fácil si se hubiera puesto toda la carne en el asador desde el principio. Ahora hay que salir a remontar un resultado adverso, sin haber marcado en el campo del contrario, y en unas fechas en las que el calendario será más complicado que ahora: el 18 de noviembre contra el eterno rival en Nervión, el 25 en Heliópolis contra el Madrid, el 28 el partido de vuelta contra el Valladolid y el 2 de diciembre visita a Riazor. Con un resultado positivo en Pucela el panorama sería más optimista.
Ojalá me equivoque y demos la vuelta a la eliminatoria.
Pero lo que más me choca del día de hoy es la indolencia con la que se ha acogido este resultado y el planteamiento del partido en sí. Este espíritu apático y esta falta de ambición ¿es una cualidad inherente a nuestra afición? ¿se lleva en los genes? ¿siempre ha sido así, y así siempre será?
“En Primera, en Segunda ó en Tercera te he dedicado mi vida entera, seré del Betis hasta que muera”, canta el Gol Sur del Villamarín cada quince días. “¡Viva el Betis Manque Pierda¡” gritaban los béticos desde los duros años de la Tercera División.
Un mismo espíritu de fidelidad que sigue arraigado profundamente en las entrañas del Beticismo. ¿Es el Manque Pierda el responsable de esta falta de ambición deportiva, de conformarnos con la simple presencia en la élite del fútbol español y de no pelear por objetivos superiores?
En mi opinión el Manque Pierda no puede servir para justificar la falta de ambición. Nació en un contexto muy determinado, cuando el club tenía una reducida masa social, aunque muy fiel, y el objetivo era la misma supervivencia.
Hoy el Betis tiene que plantearse otros objetivos. La masa social que arrastra no puede conformarse con los 42 puntos a los que aspiraba hasta hace poco un ex dirigente.
Según la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas del año 2009 el Betis es el sexto equipo que despierta más simpatías, detrás sólo de Real Madrid, Barcelona, Valencia, Athletic de Bilbao y Atlético de Madrid.
Más recientes son los datos de asistencias a los estadios en el año 2011. El Betis, 38º puesto a nivel mundial, sólo es superado en la Liga española por Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid y Valencia.
Desde la final de Copa del 2005 se han disputado ya 7 finales más, con 9 protagonistas. De esos 9 4 nos superan en asistencia al estadio (Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid y Valencia), mientras que 5 cuentan con asistencias inferiores (Espanyol, Zaragoza, Sevilla, Getafe y Athletic). Si lo medimos por aficionados nos superan 5 (Real Madrid, Barcelona, Valencia, Athletic de Bilbao y Atlético de Madrid), y superamos a 4 (Espanyol, Zaragoza, Getafe y Sevilla).
El apoyo a un sentimiento expresado a través del Manque Pierda no puede ser excusa para que no seamos exigentes con los que dirigen hoy en día el club, con los que entrenan a los jugadores y con los que visten la gloriosa camiseta verdiblanca y defienden el escudo de las trece barras.
Tenemos que exigir un club ambicioso que pelee por objetivos superiores a la simple permanencia en Primera División. Y la Copa tiene que ser un objetivo prioritario en cada temporada. Con 6 partidos en los que el equipo técnico ponga la carne en el asador, alineando a los titulares y motivando a éstos, nos podemos plantar en las semifinales. Con 8 en una final. Algo que sólo hemos hecho en 4 ocasiones en más de 100 años de historia.
Y tenemos que autoexigirnos como afición. Apoyando al equipo durante los 90 minutos, durante toda la temporada, durante toda la vida. Pero por ello no podemos ni debemos perder el sentido crítico.
Sólo la ambición deportiva y la exigencia de superación cada día nos harán crecer y que el rendimiento esté en consonancia con la masa social y popular que el Real Betis Balompié arrastra.
Muy pocos, poquísimos, son los béticos hoy en día que conocieron la gran conquista de la Liga en 1935. Pero sí somos muchos los que hemos visto en los últimos 35 años alguna, si no todas, las finales de Copa disputadas en 1977, 1997 y 2005. Al torneo copero le debemos la presencia del Betis en el escenario de una gran final, en el partido más apasionante y hermoso de toda la temporada.
Este año incluso conocemos los posibles rivales que podríamos tener en posteriores rondas, y hemos sido afortunados a priori, porque sólo el Atlético de Madrid ha caído en nuestra parte del cuadro, mientras que otros clubs importantes, como Barcelona, Real Madrid ó Valencia, están en el otro lado del cuadro, de forma que solo los veríamos en una hipotética final.
Ante esta posibilidad las ilusiones y el deseo de acceder a las rondas finales de la competición se acrecientan. Recordemos que desde la final de Copa del año 2005 en 4 ocasiones hemos llegado a los cuartos de final, en una a octavos, en otra a dieciseisavos y en la otra caímos en la segunda ronda previa.
Las declaraciones previas del técnico bético Pepe Mel son ambiciosas, pero a la hora de la verdad, las cinco de la tarde en el Nuevo Zorrilla, en la alineación bética hacen aparición las rotaciones. Ese invento del fútbol moderno mediante el cual no juegan los mejores y más aptos, sino que entran en el equipo los habituales del banquillo. Incluso un jugador como Angel se estrena en su primer partido oficial de la temporada, sin que al titular hasta ese momento le suceda algo que imposibilite su alineación.
El partido del Betis es malo, con muy poco acierto rematador. De hecho el principal referente del ataque verdiblanco está en el banquillo hasta el minuto 73. Incluso con el rival jugando con uno menos y también sin gran parte de su equipo titular, nos volvemos de vacío y derrotados.
Ahora salen a la palestra las típicas declaraciones de estos casos: “no hay nada perdido”, “nos la jugamos ante nuestra afición”, “no hay que hacer una tragedia de este resultado”, etc
Y es cierto todo lo que se dice: la eliminatoria aún no está perdida, nos la jugamos en casa y el resultado es remontable. Pero todo podría ser más fácil si se hubiera puesto toda la carne en el asador desde el principio. Ahora hay que salir a remontar un resultado adverso, sin haber marcado en el campo del contrario, y en unas fechas en las que el calendario será más complicado que ahora: el 18 de noviembre contra el eterno rival en Nervión, el 25 en Heliópolis contra el Madrid, el 28 el partido de vuelta contra el Valladolid y el 2 de diciembre visita a Riazor. Con un resultado positivo en Pucela el panorama sería más optimista.
Ojalá me equivoque y demos la vuelta a la eliminatoria.
Pero lo que más me choca del día de hoy es la indolencia con la que se ha acogido este resultado y el planteamiento del partido en sí. Este espíritu apático y esta falta de ambición ¿es una cualidad inherente a nuestra afición? ¿se lleva en los genes? ¿siempre ha sido así, y así siempre será?
“En Primera, en Segunda ó en Tercera te he dedicado mi vida entera, seré del Betis hasta que muera”, canta el Gol Sur del Villamarín cada quince días. “¡Viva el Betis Manque Pierda¡” gritaban los béticos desde los duros años de la Tercera División.
Un mismo espíritu de fidelidad que sigue arraigado profundamente en las entrañas del Beticismo. ¿Es el Manque Pierda el responsable de esta falta de ambición deportiva, de conformarnos con la simple presencia en la élite del fútbol español y de no pelear por objetivos superiores?
En mi opinión el Manque Pierda no puede servir para justificar la falta de ambición. Nació en un contexto muy determinado, cuando el club tenía una reducida masa social, aunque muy fiel, y el objetivo era la misma supervivencia.
Hoy el Betis tiene que plantearse otros objetivos. La masa social que arrastra no puede conformarse con los 42 puntos a los que aspiraba hasta hace poco un ex dirigente.
Según la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas del año 2009 el Betis es el sexto equipo que despierta más simpatías, detrás sólo de Real Madrid, Barcelona, Valencia, Athletic de Bilbao y Atlético de Madrid.
Más recientes son los datos de asistencias a los estadios en el año 2011. El Betis, 38º puesto a nivel mundial, sólo es superado en la Liga española por Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid y Valencia.
Desde la final de Copa del 2005 se han disputado ya 7 finales más, con 9 protagonistas. De esos 9 4 nos superan en asistencia al estadio (Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid y Valencia), mientras que 5 cuentan con asistencias inferiores (Espanyol, Zaragoza, Sevilla, Getafe y Athletic). Si lo medimos por aficionados nos superan 5 (Real Madrid, Barcelona, Valencia, Athletic de Bilbao y Atlético de Madrid), y superamos a 4 (Espanyol, Zaragoza, Getafe y Sevilla).
El apoyo a un sentimiento expresado a través del Manque Pierda no puede ser excusa para que no seamos exigentes con los que dirigen hoy en día el club, con los que entrenan a los jugadores y con los que visten la gloriosa camiseta verdiblanca y defienden el escudo de las trece barras.
Tenemos que exigir un club ambicioso que pelee por objetivos superiores a la simple permanencia en Primera División. Y la Copa tiene que ser un objetivo prioritario en cada temporada. Con 6 partidos en los que el equipo técnico ponga la carne en el asador, alineando a los titulares y motivando a éstos, nos podemos plantar en las semifinales. Con 8 en una final. Algo que sólo hemos hecho en 4 ocasiones en más de 100 años de historia.
Y tenemos que autoexigirnos como afición. Apoyando al equipo durante los 90 minutos, durante toda la temporada, durante toda la vida. Pero por ello no podemos ni debemos perder el sentido crítico.
Sólo la ambición deportiva y la exigencia de superación cada día nos harán crecer y que el rendimiento esté en consonancia con la masa social y popular que el Real Betis Balompié arrastra.
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