"Antes me daba un lote de llorar si me metían un gol, ahora echo la bronca a la defensa", bromea el portero del Betis.
-¿Qué tal lleva todo este protagonismo que ha adquirido? ¿Le abruma esta fama repentina?
-Lo más tranquilo posible, siempre es bonito que te elogien pero ahora debo tener un poco de calma. Todavía no he hecho nada, sólo he jugado dos ratos y mi objetivo es seguir a este nivel y aprovechar las oportunidades.
-Dicen que a humildad no hay quien le gane...
-Esa es la idea, ser humilde. Con trabajo y constancia se consigue todo. Y a trabajo tampoco me gana nadie. Mi objetivo era seguir aquí. No quería irme por la puerta de atrás, sin debutar.
-El que la sigue la consigue.
-La verdad es que sí, no hay que cansarse nunca y lo tengo muy bien aprendido. Sabía que era una decisión difícil quedarme con tres porteros, pero también sabía que tarde o temprano iba a llegar mi oportunidad y fíjese, séptima jornada y titular.
-Si se lo dicen hace un año...
-En noviembre va a hacer un año desde que me operaron, pero eso es agua pasada. Estos momentos eran impensables entonces, pero me quedé aquí con ese objetivo.
-Y ahora parece que el Betis es Adrián y diez más...
-Bueno, no (ríe). Me queda mucho por trabajar y mejorar.
-Su caso es parecido a los de Doblas o Casto. ¿Con cuál ve más paralelismos?
-Puede que con Doblas. Yo lo veía como el canterano que llega y se hace con el puesto. Y la gente lo ha querido muchísimo.
-Se entrena con el primer equipo desde que tenía 18 años. ¿Cómo asimiló ese salto?
-Yo soy un tío humilde y en ese momento era superfeliz. Llegué al Betis con diez añitos y los veía como unos ídolos. Estar ahí con ellos era muy bonito e intenté aprender lo máximo posible. No es lo mismo jugar en juveniles que entrenar con un equipo de Primera, pero todos me ayudaban, nadie me echaba nada en cara.
-También han sido siete años sin esa oportunidad que parecía tan cerca. ¿Llegó a perder la paciencia o la esperanza?
-Es complicado seguir ahí, luchar y no decaer nunca. Esa ha sido mi mayor virtud y por eso estoy aquí ahora mismo. Si me hubiera cansado o desesperado en esa época, hubiera acabado no sé dónde, pero gracias a Dios he sido constante, un luchador, y estoy donde estoy porque me lo he ganado, nadie me ha regalado nada.
-Y por fin debutó en Málaga. ¿Cómo lo vivió?
-Fue inesperado, de repente te tienes que poner los guantes e intentar parar un penalti, y encima a Joaquín, un tío al que veía como un ídolo cuando era pequeño. Se hizo lo mejor que se pudo, pero era difícil contra un Málaga de Champions y con uno menos.
-¿Y el partido ante la Real?
-Hasta el día del partido no supe con certeza que iba a jugar. Fue una sensación muy bonita, era superfeliz, tenía muchas ganas de debutar ante la afición y quitarme esa espinita de Málaga y los cuatro goles. Y nada más saltar al campo, la afición cantando el himno me dio alas.
-¿Muchos nervios por jugar en el campo donde siempre quiso jugar?
-Jugar con 300 espectadores no es lo mismo que con 30.000, pero al revés, me motivó, no estaba para nada nervioso, no sé cómo se me vio desde fuera.
-Pues pareció que llevaba siete años en Primera.
-Eso me han dicho. Me gusta saber qué sensaciones se tienen desde fuera y parece que se vio tranquilidad, que es lo que quería transmitir.
-Y llegó esa parada a Vela...
-Sí, pero para mí la parada más importante fue justo antes de acabar la primera parte [a Mikel González] porque fue decisiva. Si nos llegan a empatar, ya te vas al descanso cabizbajo. Y después la gente empezó a corear mi nombre. Estando allí toda mi familia, además. Fue espectacular.
-Alguna lagrimita caería...
-Mi madre y mi novia se hartaron de llorar en ese momento.
-¿Qué hizo Fabricio cuando se enteró de que jugaría usted?
-Me felicitó y me dijo que estuviese tranquilo. Los tres porteros nos apoyamos siempre.
-Por cierto, ¿cómo está Fabricio después de la polémica?
-Está tranquilo. Es agua pasada, fue un malentendido y se arregló todo en su momento.
-¿Con qué frase de Mel se queda de esos días?
-Antes de la Real me dijo que tranquilo, que lo hiciese como yo sabía, que no tenía nada que demostrar a nadie.
-¿Y Esnaola? ¿O todo se lo ha dicho ya en estos siete años?
-Bastante me ha dicho ya (ríe), además es de pocas palabras, pero también me transmitió tranquilidad y confianza en mí mismo. Sabía que estando concentrado lo iba a hacer lo mejor posible.
-Es una figura clave en su carrera, ¿verdad?
-He echado muchísimas horas con él, yo le digo que es como mi abuelo. Pero eso me ha venido bien, fue un gran portero y se aprende mucho de alguien así.
-Por su fisonomía, el juego aéreo es uno de sus fuertes, pero Adrián será algo más, ¿no?
-No se nos puede catalogar sólo por una cualidad. Ser alto no significa que tengas que ir bien en el juego aéreo, hay porteros bajitos que también van bien. Un portero es más que eso: velocidad, agilidad, destreza con los pies... es la posición más completa.
-¿El Betis tiene portero para muchos años?
-Esperemos que sí. Acabo contrato en junio pero me encantaría seguir aquí. Tengo a toda mi familia, mi novia, mi gente, mis amigos... sería ideal.
-¿Se imaginó que llegaría tan lejos cuando empezó de portero por casualidad en el Altair?
-El comienzo fue duro, la verdad. Cada vez que me metían un gol me daba un lote de llorar, pensaba que siempre tenía la culpa, pero ya conforme va pasando el tiempo se aprende y ahora le echo la bronca a la defensa (ríe).
-¿Y cómo fue eso de llegar al equipo de su vida?
-Ilusionado, vestía la camiseta que siempre había llevado de pequeñito y toda mi familia es superbética... Era el niño mimado.
-¿Toda la familia es bética?
-Bueno, hay una parte que es del Sevilla...
-¿Y qué preferirá esa "parte" si usted juega el derbi?
-Que quedemos 0-0 y que yo haga un buen partido, creo.
-¿Le han salido muchos amigos nuevos en estos días?
-Alguno que otro. Ahora hay mucha gente que se apunta al carro, pero hay que estar tranquilo y con los tuyos.
-¿Le paran ya por la calle?
-Sí que me paran. El otro día fui a la Universidad a matricularme [le faltan tres asignaturas para licenciarse en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Olavide] y hablar con los profesores y me saludaban. Llevo seis años estudiando y nadie me conocía, y en dos semanas ya me conoce todo el mundo. Es normal, estás en el candelero y eres la novedad.
-Como tenga profesores béticos, tiene la carrera hecha...
-Yo creo que me lo tendré que currar, como me he tenido que currar todo en la vida.
-¿Qué quiere ser?
-Me gusta la preparación física, pero no me he puesto un objetivo, sólo quiero acabar mi carrera porque el mundo del fútbol es muy corto. Entrenador de porteros también me gustaría, pero de equipos no.
-Hábleme del día que se rompió la rodilla contra el Ceuta.
-Íbamos 3-2 y fue en el 3-3 cuando tuve el mal gesto. Noté un chasquido terrible, pero sólo pensaba en ponerme en pie y seguir adelante porque quedaba poco. Me echaron un poco de Reflex y al apoyar me dolía muchísimo, pero intenté quitarme la rodilla del pensamiento. Y en una de las últimas jugadas me encuentro un uno contra uno y conseguí parar la pelota con el pie derecho. Fueron cinco o seis minutos con el cruzado roto, aunque sólo me enteré en el quirófano. Me quedé helado, no me lo esperaba. Se me vino el mundo abajo y se me saltaron las lágrimas allí mismo en el quirófano. Tengo mucho que agradecerle a Fran Molano, el recuperador, echamos muchísimas horas pero han dado sus frutos.
-¿Cuándo supo que haría la pretemporada con Mel?
-Lo intuía, pero fue justo después del final de Liga, cuando me reuní con Vlada [Stosic]. Por eso no tuve vacaciones. No quería llegar a la pretemporada renqueante, era un año importante y si no estás al 100% en un equipo de Primera, no vales para nada.
-Y si es suplente en Pamplona...
-No pasa nada, a apoyar al compañero que juegue y a seguir trabajando como hasta ahora.
Adrián: "Estoy aquí porque me lo he ganado, no quería irme del Betis sin debutar" - El Correo de Andalucía
-¿Qué tal lleva todo este protagonismo que ha adquirido? ¿Le abruma esta fama repentina?
-Lo más tranquilo posible, siempre es bonito que te elogien pero ahora debo tener un poco de calma. Todavía no he hecho nada, sólo he jugado dos ratos y mi objetivo es seguir a este nivel y aprovechar las oportunidades.
-Dicen que a humildad no hay quien le gane...
-Esa es la idea, ser humilde. Con trabajo y constancia se consigue todo. Y a trabajo tampoco me gana nadie. Mi objetivo era seguir aquí. No quería irme por la puerta de atrás, sin debutar.
-El que la sigue la consigue.
-La verdad es que sí, no hay que cansarse nunca y lo tengo muy bien aprendido. Sabía que era una decisión difícil quedarme con tres porteros, pero también sabía que tarde o temprano iba a llegar mi oportunidad y fíjese, séptima jornada y titular.
-Si se lo dicen hace un año...
-En noviembre va a hacer un año desde que me operaron, pero eso es agua pasada. Estos momentos eran impensables entonces, pero me quedé aquí con ese objetivo.
-Y ahora parece que el Betis es Adrián y diez más...
-Bueno, no (ríe). Me queda mucho por trabajar y mejorar.
-Su caso es parecido a los de Doblas o Casto. ¿Con cuál ve más paralelismos?
-Puede que con Doblas. Yo lo veía como el canterano que llega y se hace con el puesto. Y la gente lo ha querido muchísimo.
-Se entrena con el primer equipo desde que tenía 18 años. ¿Cómo asimiló ese salto?
-Yo soy un tío humilde y en ese momento era superfeliz. Llegué al Betis con diez añitos y los veía como unos ídolos. Estar ahí con ellos era muy bonito e intenté aprender lo máximo posible. No es lo mismo jugar en juveniles que entrenar con un equipo de Primera, pero todos me ayudaban, nadie me echaba nada en cara.
-También han sido siete años sin esa oportunidad que parecía tan cerca. ¿Llegó a perder la paciencia o la esperanza?
-Es complicado seguir ahí, luchar y no decaer nunca. Esa ha sido mi mayor virtud y por eso estoy aquí ahora mismo. Si me hubiera cansado o desesperado en esa época, hubiera acabado no sé dónde, pero gracias a Dios he sido constante, un luchador, y estoy donde estoy porque me lo he ganado, nadie me ha regalado nada.
-Y por fin debutó en Málaga. ¿Cómo lo vivió?
-Fue inesperado, de repente te tienes que poner los guantes e intentar parar un penalti, y encima a Joaquín, un tío al que veía como un ídolo cuando era pequeño. Se hizo lo mejor que se pudo, pero era difícil contra un Málaga de Champions y con uno menos.
-¿Y el partido ante la Real?
-Hasta el día del partido no supe con certeza que iba a jugar. Fue una sensación muy bonita, era superfeliz, tenía muchas ganas de debutar ante la afición y quitarme esa espinita de Málaga y los cuatro goles. Y nada más saltar al campo, la afición cantando el himno me dio alas.
-¿Muchos nervios por jugar en el campo donde siempre quiso jugar?
-Jugar con 300 espectadores no es lo mismo que con 30.000, pero al revés, me motivó, no estaba para nada nervioso, no sé cómo se me vio desde fuera.
-Pues pareció que llevaba siete años en Primera.
-Eso me han dicho. Me gusta saber qué sensaciones se tienen desde fuera y parece que se vio tranquilidad, que es lo que quería transmitir.
-Y llegó esa parada a Vela...
-Sí, pero para mí la parada más importante fue justo antes de acabar la primera parte [a Mikel González] porque fue decisiva. Si nos llegan a empatar, ya te vas al descanso cabizbajo. Y después la gente empezó a corear mi nombre. Estando allí toda mi familia, además. Fue espectacular.
-Alguna lagrimita caería...
-Mi madre y mi novia se hartaron de llorar en ese momento.
-¿Qué hizo Fabricio cuando se enteró de que jugaría usted?
-Me felicitó y me dijo que estuviese tranquilo. Los tres porteros nos apoyamos siempre.
-Por cierto, ¿cómo está Fabricio después de la polémica?
-Está tranquilo. Es agua pasada, fue un malentendido y se arregló todo en su momento.
-¿Con qué frase de Mel se queda de esos días?
-Antes de la Real me dijo que tranquilo, que lo hiciese como yo sabía, que no tenía nada que demostrar a nadie.
-¿Y Esnaola? ¿O todo se lo ha dicho ya en estos siete años?
-Bastante me ha dicho ya (ríe), además es de pocas palabras, pero también me transmitió tranquilidad y confianza en mí mismo. Sabía que estando concentrado lo iba a hacer lo mejor posible.
-Es una figura clave en su carrera, ¿verdad?
-He echado muchísimas horas con él, yo le digo que es como mi abuelo. Pero eso me ha venido bien, fue un gran portero y se aprende mucho de alguien así.
-Por su fisonomía, el juego aéreo es uno de sus fuertes, pero Adrián será algo más, ¿no?
-No se nos puede catalogar sólo por una cualidad. Ser alto no significa que tengas que ir bien en el juego aéreo, hay porteros bajitos que también van bien. Un portero es más que eso: velocidad, agilidad, destreza con los pies... es la posición más completa.
-¿El Betis tiene portero para muchos años?
-Esperemos que sí. Acabo contrato en junio pero me encantaría seguir aquí. Tengo a toda mi familia, mi novia, mi gente, mis amigos... sería ideal.
-¿Se imaginó que llegaría tan lejos cuando empezó de portero por casualidad en el Altair?
-El comienzo fue duro, la verdad. Cada vez que me metían un gol me daba un lote de llorar, pensaba que siempre tenía la culpa, pero ya conforme va pasando el tiempo se aprende y ahora le echo la bronca a la defensa (ríe).
-¿Y cómo fue eso de llegar al equipo de su vida?
-Ilusionado, vestía la camiseta que siempre había llevado de pequeñito y toda mi familia es superbética... Era el niño mimado.
-¿Toda la familia es bética?
-Bueno, hay una parte que es del Sevilla...
-¿Y qué preferirá esa "parte" si usted juega el derbi?
-Que quedemos 0-0 y que yo haga un buen partido, creo.
-¿Le han salido muchos amigos nuevos en estos días?
-Alguno que otro. Ahora hay mucha gente que se apunta al carro, pero hay que estar tranquilo y con los tuyos.
-¿Le paran ya por la calle?
-Sí que me paran. El otro día fui a la Universidad a matricularme [le faltan tres asignaturas para licenciarse en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Olavide] y hablar con los profesores y me saludaban. Llevo seis años estudiando y nadie me conocía, y en dos semanas ya me conoce todo el mundo. Es normal, estás en el candelero y eres la novedad.
-Como tenga profesores béticos, tiene la carrera hecha...
-Yo creo que me lo tendré que currar, como me he tenido que currar todo en la vida.
-¿Qué quiere ser?
-Me gusta la preparación física, pero no me he puesto un objetivo, sólo quiero acabar mi carrera porque el mundo del fútbol es muy corto. Entrenador de porteros también me gustaría, pero de equipos no.
-Hábleme del día que se rompió la rodilla contra el Ceuta.
-Íbamos 3-2 y fue en el 3-3 cuando tuve el mal gesto. Noté un chasquido terrible, pero sólo pensaba en ponerme en pie y seguir adelante porque quedaba poco. Me echaron un poco de Reflex y al apoyar me dolía muchísimo, pero intenté quitarme la rodilla del pensamiento. Y en una de las últimas jugadas me encuentro un uno contra uno y conseguí parar la pelota con el pie derecho. Fueron cinco o seis minutos con el cruzado roto, aunque sólo me enteré en el quirófano. Me quedé helado, no me lo esperaba. Se me vino el mundo abajo y se me saltaron las lágrimas allí mismo en el quirófano. Tengo mucho que agradecerle a Fran Molano, el recuperador, echamos muchísimas horas pero han dado sus frutos.
-¿Cuándo supo que haría la pretemporada con Mel?
-Lo intuía, pero fue justo después del final de Liga, cuando me reuní con Vlada [Stosic]. Por eso no tuve vacaciones. No quería llegar a la pretemporada renqueante, era un año importante y si no estás al 100% en un equipo de Primera, no vales para nada.
-Y si es suplente en Pamplona...
-No pasa nada, a apoyar al compañero que juegue y a seguir trabajando como hasta ahora.
Adrián: "Estoy aquí porque me lo he ganado, no quería irme del Betis sin debutar" - El Correo de Andalucía
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