Del cortijo al supermercado
Escrito por Jose Joaquin Solis
Malos tiempos para los sentimientos son los de hoy, donde el alumno aventajado Aldous Huxley ya preveía que ser feliz era algo más impuesto por decreto que el sentimiento propio de serlo cuando crees que lo estás. El Betis, definido como tantas cosas a la vez sin que una pueda separarse de las demás, parece no escapar de la llamada globalización, donde los dirigentes te dicen que está bien y lo está aunque no te lo expliquen.
La modernización de la Entidad, algo que los béticos en su inmensa mayoría hemos pedido para el progreso del club, está llegado con letra pequeña en varios aspectos: pretenden radicalizar su funcionamiento con el de una empresa, y a los béticos, tratarlos como simples clientes.
Ya la temporada pasada el aficionado decidió pasar la mano con un Consejo de Administración acabado de llegar que ayudó al ascenso, cuando te encontrabas que el precio de los carnés era una maraña de historias donde ni sí, ni no, ni todo lo contrario, pagabas en ventanilla a expensas de lo que te aseguraran sobre la marcha cuando comparecías en una cola tan llena de ilusiones como de estrés y carencia de organización. A ello se le sumó el desastre de las taquillas, dirigido ese entonces por Claudio Fúnez, cuya salida a principios de este año quiso maquillarse cuando el asunto más sonaba a completa ineficacia en su trabajo.
En la que ahora termina, Bosch tuvo la feliz idea de adelantar una bajada de precios que no ha hecho más que maquillarse en el trascurso de los meses; desde Febrero hasta ahora, el socio ha visto cómo el plazo semestral de los pagos definitivamente ha pasado a mejor vida, o cómo resulta más factible saber cuál va a ser la declaración del IRPF antes que el definitivo importe de la cuota de socio.
Si a eso le ponemos de guinda el anuncio de venta de perfumes realizado para captar socios, llegaremos a la conclusión final de que estos señores se están equivocando en algo.
Del Cortijo hemos pasado a la Gran superficie comercial, donde “esto es lo que vale este producto”, “puede pagarlo así”, “póngase a la cola”, “si no queda satisfecho le devolvemos su dinero”… y si no quiere esto así pues ya sabe lo que hay. Pero ¿dónde queda el trato afable al socio fiel que lleva incondicionalmente pagando su cuota desde que nació? ¿Es este el Betis de los béticos por el que se ha estado luchando?
Cuando la campaña de socios termine, habrá que ver si se ha llegado a los cuarenta mil muy a pesar de la falta de imaginación de quienes mandan; preocupa en todo caso que tras quince días aún no se hayan dado datos. Ni la prensa más afín los da.
Del cortijo al supermercado | Number 1 Sport | Periódico Deportivo Digital
Escrito por Jose Joaquin Solis
Malos tiempos para los sentimientos son los de hoy, donde el alumno aventajado Aldous Huxley ya preveía que ser feliz era algo más impuesto por decreto que el sentimiento propio de serlo cuando crees que lo estás. El Betis, definido como tantas cosas a la vez sin que una pueda separarse de las demás, parece no escapar de la llamada globalización, donde los dirigentes te dicen que está bien y lo está aunque no te lo expliquen.
La modernización de la Entidad, algo que los béticos en su inmensa mayoría hemos pedido para el progreso del club, está llegado con letra pequeña en varios aspectos: pretenden radicalizar su funcionamiento con el de una empresa, y a los béticos, tratarlos como simples clientes.
Ya la temporada pasada el aficionado decidió pasar la mano con un Consejo de Administración acabado de llegar que ayudó al ascenso, cuando te encontrabas que el precio de los carnés era una maraña de historias donde ni sí, ni no, ni todo lo contrario, pagabas en ventanilla a expensas de lo que te aseguraran sobre la marcha cuando comparecías en una cola tan llena de ilusiones como de estrés y carencia de organización. A ello se le sumó el desastre de las taquillas, dirigido ese entonces por Claudio Fúnez, cuya salida a principios de este año quiso maquillarse cuando el asunto más sonaba a completa ineficacia en su trabajo.
En la que ahora termina, Bosch tuvo la feliz idea de adelantar una bajada de precios que no ha hecho más que maquillarse en el trascurso de los meses; desde Febrero hasta ahora, el socio ha visto cómo el plazo semestral de los pagos definitivamente ha pasado a mejor vida, o cómo resulta más factible saber cuál va a ser la declaración del IRPF antes que el definitivo importe de la cuota de socio.
Si a eso le ponemos de guinda el anuncio de venta de perfumes realizado para captar socios, llegaremos a la conclusión final de que estos señores se están equivocando en algo.
Del Cortijo hemos pasado a la Gran superficie comercial, donde “esto es lo que vale este producto”, “puede pagarlo así”, “póngase a la cola”, “si no queda satisfecho le devolvemos su dinero”… y si no quiere esto así pues ya sabe lo que hay. Pero ¿dónde queda el trato afable al socio fiel que lleva incondicionalmente pagando su cuota desde que nació? ¿Es este el Betis de los béticos por el que se ha estado luchando?
Cuando la campaña de socios termine, habrá que ver si se ha llegado a los cuarenta mil muy a pesar de la falta de imaginación de quienes mandan; preocupa en todo caso que tras quince días aún no se hayan dado datos. Ni la prensa más afín los da.
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