El pasado martes, pasado el mediodía, Vicente del Bosque sorprendía a todo el beticismo con una agradable noticia: Beñat Etxeberría, uno de los ‘buques insignia’ de la nave verdiblanca, era incluido en la preselección española para la Eurocopa de este año. Se premiaba así la fantástica temporada del de Igorre, quien, además de pasar a la historia heliopolitana por sus dos goles en el derbi disputado en el Sánchez Pizjuán, es quien lleva la manija del juego en una escuadra de las trece barras que, como él, va creciendo año a año.
Quizás el hecho de que el vasco fuese llamado por la ‘Roja’ mitigó algo la decepción que provocó que su compañero Rubén Castro no corriese la misma suerte. Y eso que, con 16 goles, el canario había hecho méritos de sobra como para, al menos, ir citado para los dos próximos amistosos del combinado nacional. Pero, desgraciadamente, el seleccionador no ha pensado lo mismo, haciendo que el último tren internacional para el ariete del conjunto de La Palmera pasase por delante de sus narices sin la más mínima intención de parar.
Al menos, sí que tuvo esa deferencia con un Beñat que aspira a perpetuar ese idilio tan especial que mantiene el Betis con España en las fases finales de las Eurocopas, donde siempre ha estado representada. Así ha ocurrido en las ocho ocasiones en las que el combinado nacional ha estado presente en este tipo de citas, algo que sólo han hecho también, cómo no podía ser de otra manera, Real Madrid y Barcelona, lo que da buena cuenta de la importancia del dato.
Así, uno de los grandes culpables de que la ‘Roja’ fuese campeona continental en 1964 fue un bético, el meta Pepín. De hecho, su grandísima labor bajo los palos en el duelo de vuelta de los octavos de final, frente a Irlanda del Norte en Belfast, permitió a la selección ganar por 0-1 y pasar de ronda. A partir de ahí, volvió a ser suplente de Iribar, viendo desde el banquillo cómo el equipo dejaba también en la cuneta a Irlanda, llegando de este modo a su primera fase final europea, que se celebró en nuestro país. A partir de ahí, la historia es sabida por todos: aquel pase heroico frente a Hungría en ‘semis’ y el mítico gol de Marcelino a la URSS que dio a los nuestros el que, durante mucho tiempo, fue su mayor éxito futbolístico.
Sin embargo, tuvieron que pasar 16 años para que España llegase a otra fase final. Fue la de 1980 en Italia, donde también hubo representación heliopolitana. No en vano, allí estuvieron dos mitos del Villamarín: Rafael Gordillo y Julio Cardeñosa. El primero fue titular indiscutible, mientras que el segundo tan sólo disputó 46 minutos contra Inglaterra. De todas formas, la aportación de ambos apenas tuvo trascendencia, ya que el combinado nacional quedó último de su grupo, con tan sólo un punto, y tuvo que hacer las maletas a las primeras de cambio.
Mucho mejor fueron las cosas en la Eurocopa de 1984, esa a la que se llegó tras aquel mítico 12-1 a Malta en el coliseo heliopolitano y que terminó con un subcampeonato en el que tuvo muchísimo que ver un calamitoso error de Arconada. En tierras francesas, Gordillo repitió presencia y fue de nuevo indiscutible, salvo en la gran final. Mientras, otro bético, Rincón, no contó con minutos y tuvo que limitarse a ver la excelente actuación de la ‘Roja’ desde el banquillo.
Cuatro años más tarde, en Alemania 88, la escuadra de las trece barras también aportó un jugador a la ‘Roja’. Fue Diego, que pasó totalmente desapercibido en un conjunto que no superó la fase de grupos y en el que el central canario no disfrutó de ni un solo minuto. Eso sí, poco después, el zaguero acaparó titulares al marcharse al eterno rival.
Ya en 1996, en Inglaterra, el encargado de representar al conjunto de La Palmera fue Alfonso. Y lo cierto es que fue uno de los más destacados de aquella selección que volvió a decir adiós en los cuartos de final; esta vez ante la anfitriona del torneo y en los penaltis. De hecho, el madrileño jugó en los cuatro partidos que disputó el combinado nacional, llegando a marcar el tanto que dio el empate a uno en la primera jornada frente a Bulgaria y que, a la postre, resultó decisivo para pasar de la fase de grupos.
No sería la última participación del ariete como verdiblanco en una Eurocopa, ni tampoco la más recordada. Tanto es así que en la de 2000, en Bélgica y Holanda, volvió a participar en todos los partidos, brillando con luz propia en el que midió a la ‘Roja’ con Yugoslavia. En él, anotó dos goles, el segundo de ellos en el tiempo de prolongación y firmando una remontada que dio el pase de ronda a los por entonces pupilos de Camacho. Luego, la Francia de Zidane, Blanc, Barthez y compañía acabó con el sueño patrio, de nuevo, en cuartos.
Así llegamos a 2004, en Portugal, con dos nuevos protagonistas salidos de la cantera heliopolitana: Juanito y Joaquín. Ciertamente, ni uno ni otro tuvieron un papel relevante en una selección que se quedó en la fase de grupos. No obstante, sus presencias sirvieron para prolongar el idilio verdiblanco con España en las fases finales del torneo continental, algo que, de momento, tuvo su último capítulo en 2008.
Entonces, Juanito repitió convocatoria, teniendo un papel testimonial en la segunda Copa de Europa ganada por nuestro combinado nacional. No en vano, el gaditano apenas jugó los 90 minutos del duelo frente a Grecia, por lo que tuvo que limitarse a disfrutar desde el banquillo de cómo los Xavi, Iniesta, Casillas, Puyol y compañía cambiaban por fin la historia del fútbol en nuestro país.
Ahora, a prácticamente tres semanas para que la Eurocopa de Polonia y Ucrania arranque, Beñat intentará convertirse en el siguiente eslabón de esta cadena. No lo tendrá nada fácil, puesto que, a priori, parece claro que en cuanto Del Bosque tire de gente del Barcelona y del Athletic se quedará sin sitio.
Aun así, al vasco le quedan por delante dos amistosos para convencer al seleccionador de que es absolutamente válido para este equipo que está marcando una época en el fútbol mundial. Para él, pelear por ganarse un puesto no es ningún reto, está acostumbrado a ello. Calidad tiene de sobra para lograrlo y, además, los precedentes le avalan, porque no habido fase final de un campeonato continental en el que la ‘Roja’ no tuviese algún tinte verdiblanco.
Quizás el hecho de que el vasco fuese llamado por la ‘Roja’ mitigó algo la decepción que provocó que su compañero Rubén Castro no corriese la misma suerte. Y eso que, con 16 goles, el canario había hecho méritos de sobra como para, al menos, ir citado para los dos próximos amistosos del combinado nacional. Pero, desgraciadamente, el seleccionador no ha pensado lo mismo, haciendo que el último tren internacional para el ariete del conjunto de La Palmera pasase por delante de sus narices sin la más mínima intención de parar.
Al menos, sí que tuvo esa deferencia con un Beñat que aspira a perpetuar ese idilio tan especial que mantiene el Betis con España en las fases finales de las Eurocopas, donde siempre ha estado representada. Así ha ocurrido en las ocho ocasiones en las que el combinado nacional ha estado presente en este tipo de citas, algo que sólo han hecho también, cómo no podía ser de otra manera, Real Madrid y Barcelona, lo que da buena cuenta de la importancia del dato.
Así, uno de los grandes culpables de que la ‘Roja’ fuese campeona continental en 1964 fue un bético, el meta Pepín. De hecho, su grandísima labor bajo los palos en el duelo de vuelta de los octavos de final, frente a Irlanda del Norte en Belfast, permitió a la selección ganar por 0-1 y pasar de ronda. A partir de ahí, volvió a ser suplente de Iribar, viendo desde el banquillo cómo el equipo dejaba también en la cuneta a Irlanda, llegando de este modo a su primera fase final europea, que se celebró en nuestro país. A partir de ahí, la historia es sabida por todos: aquel pase heroico frente a Hungría en ‘semis’ y el mítico gol de Marcelino a la URSS que dio a los nuestros el que, durante mucho tiempo, fue su mayor éxito futbolístico.
Sin embargo, tuvieron que pasar 16 años para que España llegase a otra fase final. Fue la de 1980 en Italia, donde también hubo representación heliopolitana. No en vano, allí estuvieron dos mitos del Villamarín: Rafael Gordillo y Julio Cardeñosa. El primero fue titular indiscutible, mientras que el segundo tan sólo disputó 46 minutos contra Inglaterra. De todas formas, la aportación de ambos apenas tuvo trascendencia, ya que el combinado nacional quedó último de su grupo, con tan sólo un punto, y tuvo que hacer las maletas a las primeras de cambio.
Mucho mejor fueron las cosas en la Eurocopa de 1984, esa a la que se llegó tras aquel mítico 12-1 a Malta en el coliseo heliopolitano y que terminó con un subcampeonato en el que tuvo muchísimo que ver un calamitoso error de Arconada. En tierras francesas, Gordillo repitió presencia y fue de nuevo indiscutible, salvo en la gran final. Mientras, otro bético, Rincón, no contó con minutos y tuvo que limitarse a ver la excelente actuación de la ‘Roja’ desde el banquillo.
Cuatro años más tarde, en Alemania 88, la escuadra de las trece barras también aportó un jugador a la ‘Roja’. Fue Diego, que pasó totalmente desapercibido en un conjunto que no superó la fase de grupos y en el que el central canario no disfrutó de ni un solo minuto. Eso sí, poco después, el zaguero acaparó titulares al marcharse al eterno rival.
Ya en 1996, en Inglaterra, el encargado de representar al conjunto de La Palmera fue Alfonso. Y lo cierto es que fue uno de los más destacados de aquella selección que volvió a decir adiós en los cuartos de final; esta vez ante la anfitriona del torneo y en los penaltis. De hecho, el madrileño jugó en los cuatro partidos que disputó el combinado nacional, llegando a marcar el tanto que dio el empate a uno en la primera jornada frente a Bulgaria y que, a la postre, resultó decisivo para pasar de la fase de grupos.
No sería la última participación del ariete como verdiblanco en una Eurocopa, ni tampoco la más recordada. Tanto es así que en la de 2000, en Bélgica y Holanda, volvió a participar en todos los partidos, brillando con luz propia en el que midió a la ‘Roja’ con Yugoslavia. En él, anotó dos goles, el segundo de ellos en el tiempo de prolongación y firmando una remontada que dio el pase de ronda a los por entonces pupilos de Camacho. Luego, la Francia de Zidane, Blanc, Barthez y compañía acabó con el sueño patrio, de nuevo, en cuartos.
Así llegamos a 2004, en Portugal, con dos nuevos protagonistas salidos de la cantera heliopolitana: Juanito y Joaquín. Ciertamente, ni uno ni otro tuvieron un papel relevante en una selección que se quedó en la fase de grupos. No obstante, sus presencias sirvieron para prolongar el idilio verdiblanco con España en las fases finales del torneo continental, algo que, de momento, tuvo su último capítulo en 2008.
Entonces, Juanito repitió convocatoria, teniendo un papel testimonial en la segunda Copa de Europa ganada por nuestro combinado nacional. No en vano, el gaditano apenas jugó los 90 minutos del duelo frente a Grecia, por lo que tuvo que limitarse a disfrutar desde el banquillo de cómo los Xavi, Iniesta, Casillas, Puyol y compañía cambiaban por fin la historia del fútbol en nuestro país.
Ahora, a prácticamente tres semanas para que la Eurocopa de Polonia y Ucrania arranque, Beñat intentará convertirse en el siguiente eslabón de esta cadena. No lo tendrá nada fácil, puesto que, a priori, parece claro que en cuanto Del Bosque tire de gente del Barcelona y del Athletic se quedará sin sitio.
Aun así, al vasco le quedan por delante dos amistosos para convencer al seleccionador de que es absolutamente válido para este equipo que está marcando una época en el fútbol mundial. Para él, pelear por ganarse un puesto no es ningún reto, está acostumbrado a ello. Calidad tiene de sobra para lograrlo y, además, los precedentes le avalan, porque no habido fase final de un campeonato continental en el que la ‘Roja’ no tuviese algún tinte verdiblanco.
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