Realmente hacía tiempo que no escribía con la asiduidad que lo solía hacer antes. Por diversos motivos, o por diversas circunstancias deportivas, no encontraba ni las palabras ni la composición correcta de mis frases para sacar mediante líneas lo que tenía por dentro. Pero gracias ayer, hoy todo para mí resulta diferente.
Este no será un post de pitorreo ante el eterno rival, no voy hacer sangre ni voy a pretender que el sevillista se sienta herido. Yo, a diferencia de muchos conocidos sevillistas y no tan conocidos, no necesito pisotearlos para hacer mi ego más fuerte. El beticismo no vive de un partido, el beticismo vive de un sentimiento que le llegó desde antes de nacer. El beticismo es tan fuerte y tan grande, que no necesitamos dar el campanazo para sentirnos amantes de nuestro equipo.
Pero como es lógico en mi, tampoco voy a faltar a la verdad. La verdad, ¿cuál es esa verdad?. La verdad, la única, era que ayer el Betis iba hacer el ridículo, iba a ser masacrado y pisoteado en Nervión, iban a ser capaces de encajarles algo menos de media docena, iban tan seguros de que ellos no estaban a la altura, seguridad de que el Betis, mi Betis, no era rival para ellos, era de otra liga, seguridad de que nos ganarían fácil... Ellos, un equipo hecho para jugar la Liga de Campeones, el Betis, ese Betis, el otro de la ciudad, un recién ascendido, que solo era carne de segunda división. No pretendo hacer daño, pretendo contar verdades. Si tú como lector te sientes ofendido por estas palabras, cree en mí, que no era esa mi intención, pero es que a veces las verdades hacen daño.
Esta victoria, se la quiero dedicar a cada uno de los béticos, que permanecimos inmunes ante la bajeza de las palabras vecinas, ante la falta de respeto a un rival, y sobre todo, ante la poca clase de gente que debería saber como es esto del balompié. Por tantas y tantas razones, quiero dedicarle la noche de ayer al señor Marcelino y por supuesto, al recién llegado, y ya tan sentido sevillista de boca, el señor Michel.
Por lo demás, solo puedo alegrarme, y revivir el momento mágico de anoche una y otra vez. Cuidado, no me mofo de mis amigos sevillistas, pues se lo que están pasando, por muy por encima nuestro que se crean. No me río de ninguno de ellos, solo disfruto de la alegría, quizás como ellos lo harían, y no por ello hago daño a nadie.
En definitiva, esto no es más que un punto y seguido, 3 puntos que nos saben a gloria, quizás no tan necesarios para nosotros, pero que seguro le encontraremos utilidad cuando acabe la Liga. Soy feliz porque mi Betis, el equipo de mi sangre, pasó por encima de mofas y desprestigio, porque su Liga y su clase, están por encima de las malas palabras. Y ahora, voy a disfrutar el tiempo que me de la gana, sin tener que sentirme mal por ello, de la victoria, de la gloria, y sobre todo, porque de esta forma hemos y estamos callando bocas.
Para la siguiente, recordemos todos, que por la boca muere el pez, o tal vez, como dice Fito y Fitipaldis, por la boca vive el pez, depende del lado de la ciudad donde nos coloquemos.
Gracias Pepe, gracias equipo, gracias afición. ¡VIVA EL BETIS MANQUEPIERDA!
Este no será un post de pitorreo ante el eterno rival, no voy hacer sangre ni voy a pretender que el sevillista se sienta herido. Yo, a diferencia de muchos conocidos sevillistas y no tan conocidos, no necesito pisotearlos para hacer mi ego más fuerte. El beticismo no vive de un partido, el beticismo vive de un sentimiento que le llegó desde antes de nacer. El beticismo es tan fuerte y tan grande, que no necesitamos dar el campanazo para sentirnos amantes de nuestro equipo.
Pero como es lógico en mi, tampoco voy a faltar a la verdad. La verdad, ¿cuál es esa verdad?. La verdad, la única, era que ayer el Betis iba hacer el ridículo, iba a ser masacrado y pisoteado en Nervión, iban a ser capaces de encajarles algo menos de media docena, iban tan seguros de que ellos no estaban a la altura, seguridad de que el Betis, mi Betis, no era rival para ellos, era de otra liga, seguridad de que nos ganarían fácil... Ellos, un equipo hecho para jugar la Liga de Campeones, el Betis, ese Betis, el otro de la ciudad, un recién ascendido, que solo era carne de segunda división. No pretendo hacer daño, pretendo contar verdades. Si tú como lector te sientes ofendido por estas palabras, cree en mí, que no era esa mi intención, pero es que a veces las verdades hacen daño.
Esta victoria, se la quiero dedicar a cada uno de los béticos, que permanecimos inmunes ante la bajeza de las palabras vecinas, ante la falta de respeto a un rival, y sobre todo, ante la poca clase de gente que debería saber como es esto del balompié. Por tantas y tantas razones, quiero dedicarle la noche de ayer al señor Marcelino y por supuesto, al recién llegado, y ya tan sentido sevillista de boca, el señor Michel.
Por lo demás, solo puedo alegrarme, y revivir el momento mágico de anoche una y otra vez. Cuidado, no me mofo de mis amigos sevillistas, pues se lo que están pasando, por muy por encima nuestro que se crean. No me río de ninguno de ellos, solo disfruto de la alegría, quizás como ellos lo harían, y no por ello hago daño a nadie.
En definitiva, esto no es más que un punto y seguido, 3 puntos que nos saben a gloria, quizás no tan necesarios para nosotros, pero que seguro le encontraremos utilidad cuando acabe la Liga. Soy feliz porque mi Betis, el equipo de mi sangre, pasó por encima de mofas y desprestigio, porque su Liga y su clase, están por encima de las malas palabras. Y ahora, voy a disfrutar el tiempo que me de la gana, sin tener que sentirme mal por ello, de la victoria, de la gloria, y sobre todo, porque de esta forma hemos y estamos callando bocas.
Para la siguiente, recordemos todos, que por la boca muere el pez, o tal vez, como dice Fito y Fitipaldis, por la boca vive el pez, depende del lado de la ciudad donde nos coloquemos.
Gracias Pepe, gracias equipo, gracias afición. ¡VIVA EL BETIS MANQUEPIERDA!
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