Ésta es la historia de un padre que disfrutó el partido contra Osasuna de una forma especial. El Betis se salvó, pero su historia empieza antes... Es padre, es bético, pero siendo padre y bético nunca ha querido influir en sus hijos con sus colores. Ha rechazado incluso que su asociación le regale el carné del Betis a sus hijos, prefiriendo que destinen ese dinero a otros fines, ni mejores ni peores, sino a otros fines. Con su hijo mayor la cosa le salió rana, con dos años fue al campo y salió espantado del ruido. El Betis ruidoso decía. Pues nada, era su deseo y no volvió a pisar el campo del Betis.
Con los años a ese niño le acompañó una hermanita con la que su padre siguió con la misma política de no influir en sus gustos. Lo que no se imaginaba su padre es que en esas ropitas que se van heredando de hermanos a primos y de ahí a otros primos y vuelven con el tiempo (economía de guerra familiar) volviese un pequeño chandal del Betis que ya vistió su hermano. La locura del chandal hizo fiesta en casa y no se lo quería quitar ni para dormir.
Pero empezó a insistir en que quería ir al Betis y su hermano también. Sorprendido, su padre esperó al siguiente partido con horario decente y allí se plantó. Pero no todo es hermoso en la historia. Por sus compromisos, el padre tuvo que dejar a los niños con su primo y su tío. A través de un zoom contempló ese primer día de la niña en el Villamarín. Desde el otro lado del campo, con ganas de abrazarla en el gol, pero sabiendo que con su familia estaba más que bien.
Por lo menos alguien les hizo una foto juntos, una foto que salía todo el mundo, todo un campo y aunque alejados por 60 metros, también ese padre con su hija en su primer día en verdiblanco.
Al salir y encontrarse los niños estaban risueños y la niña, al preguntarle si quería volver al Betis, decía que sí sin pestañear. Hay bautizo bético, y alegría de un padre.
Con los años a ese niño le acompañó una hermanita con la que su padre siguió con la misma política de no influir en sus gustos. Lo que no se imaginaba su padre es que en esas ropitas que se van heredando de hermanos a primos y de ahí a otros primos y vuelven con el tiempo (economía de guerra familiar) volviese un pequeño chandal del Betis que ya vistió su hermano. La locura del chandal hizo fiesta en casa y no se lo quería quitar ni para dormir.
Pero empezó a insistir en que quería ir al Betis y su hermano también. Sorprendido, su padre esperó al siguiente partido con horario decente y allí se plantó. Pero no todo es hermoso en la historia. Por sus compromisos, el padre tuvo que dejar a los niños con su primo y su tío. A través de un zoom contempló ese primer día de la niña en el Villamarín. Desde el otro lado del campo, con ganas de abrazarla en el gol, pero sabiendo que con su familia estaba más que bien.
Por lo menos alguien les hizo una foto juntos, una foto que salía todo el mundo, todo un campo y aunque alejados por 60 metros, también ese padre con su hija en su primer día en verdiblanco.
Al salir y encontrarse los niños estaban risueños y la niña, al preguntarle si quería volver al Betis, decía que sí sin pestañear. Hay bautizo bético, y alegría de un padre.
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