La contracrónica
Bernardo Ruiz
El Real Betis, en un estado de inestabilidad interior, asestó dos golpes mortales a un Málaga que exhibió petrodólares e impotencia.
El fútbol es una especie de encrucijada en la que el éxito depende de los matices. De un fogonazo de calidad. De una soberbia demostración de solidez y firmeza. El Real Betis, en un estado de inestabilidad interior, asestó dos golpes mortales a un Málaga que exhibió petrodólares e impotencia.
La calidad de Rubén Castro, un auténtico depredador del área, y la fortuna de Dorado, accidental goleador y mariscal de la zaga, decidieron un encuentro que abrocha la salvación virtual de un plantel repleto de currantes de medias y calzonas. El conjunto de La Palmera necesita paz y sosiego para combatir un final de Liga de auténtico vértigo. Un calendario de alto voltaje ante rivales directos y candidatos al título para cerrar un retorno plácido a la elite del fútbol patrio.
Paz y sosiego que debe fomentar Pepe Mel desde la templanza. Su rueda de prensa previa al encuentro de Martiricos incendió la rutina de los últimos días. Su carácter no debe interferir en el rendimiento de un plantel diseñado con calculadora de tres dígitos y negociaciones a tres bandas.
Vlada Stosic, el tipo que ha fichado a Paulao, soberbio, Agra, revelación en Portugal, Jefferson, velocidad y desparpajo, y Mario, mariscal de área si las lesiones no fuesen su martirio, asume con naturalidad que un sector del entorno idolatre a un Mel inteligente en el manejo de los intereses ocultos, aquellos que alivian la carga de una semana dramática. El madrileño esquiva la presión, ataca en sus comparecencias y se crece con las victorias. Es su modus operandi, aplaudido por un sector de la prensa y censurado por otro al que se le niega el pan y la sal a diario.
El Betis es más Betis tras el 0-2 de La Rosaleda, resultado de relevancia sobresaliente. El plantel de La Palmera se impuso allí donde sólo Barça y Real Madrid habían alzado el dedo en señal de triunfo. Una victoria de tamañas proporciones gracias al orden y a la solidez de un escuadrón de currantes natos. Ayer hubo sonrisas de alivio. De confianza suprema.
El Málaga de Van Nistelrooy, suplente en un banquillo de lujo, y Cazorla, apagado, fue incapaz de derribar un muro de contención, el del Betis, que creyó en su ideario. El cuadro de Heliópolis recuperó la esencia del Vicente Calderón para recobrar la sonrisa e inaugurar una semana de calma. Ya habrá tiempo de saturar la calculadora. Hoy es día de fiesta. Hoy es Domingo de Ramos.
Bernardo Ruiz
El Real Betis, en un estado de inestabilidad interior, asestó dos golpes mortales a un Málaga que exhibió petrodólares e impotencia.
El fútbol es una especie de encrucijada en la que el éxito depende de los matices. De un fogonazo de calidad. De una soberbia demostración de solidez y firmeza. El Real Betis, en un estado de inestabilidad interior, asestó dos golpes mortales a un Málaga que exhibió petrodólares e impotencia.
La calidad de Rubén Castro, un auténtico depredador del área, y la fortuna de Dorado, accidental goleador y mariscal de la zaga, decidieron un encuentro que abrocha la salvación virtual de un plantel repleto de currantes de medias y calzonas. El conjunto de La Palmera necesita paz y sosiego para combatir un final de Liga de auténtico vértigo. Un calendario de alto voltaje ante rivales directos y candidatos al título para cerrar un retorno plácido a la elite del fútbol patrio.
Paz y sosiego que debe fomentar Pepe Mel desde la templanza. Su rueda de prensa previa al encuentro de Martiricos incendió la rutina de los últimos días. Su carácter no debe interferir en el rendimiento de un plantel diseñado con calculadora de tres dígitos y negociaciones a tres bandas.
Vlada Stosic, el tipo que ha fichado a Paulao, soberbio, Agra, revelación en Portugal, Jefferson, velocidad y desparpajo, y Mario, mariscal de área si las lesiones no fuesen su martirio, asume con naturalidad que un sector del entorno idolatre a un Mel inteligente en el manejo de los intereses ocultos, aquellos que alivian la carga de una semana dramática. El madrileño esquiva la presión, ataca en sus comparecencias y se crece con las victorias. Es su modus operandi, aplaudido por un sector de la prensa y censurado por otro al que se le niega el pan y la sal a diario.
El Betis es más Betis tras el 0-2 de La Rosaleda, resultado de relevancia sobresaliente. El plantel de La Palmera se impuso allí donde sólo Barça y Real Madrid habían alzado el dedo en señal de triunfo. Una victoria de tamañas proporciones gracias al orden y a la solidez de un escuadrón de currantes natos. Ayer hubo sonrisas de alivio. De confianza suprema.
El Málaga de Van Nistelrooy, suplente en un banquillo de lujo, y Cazorla, apagado, fue incapaz de derribar un muro de contención, el del Betis, que creyó en su ideario. El cuadro de Heliópolis recuperó la esencia del Vicente Calderón para recobrar la sonrisa e inaugurar una semana de calma. Ya habrá tiempo de saturar la calculadora. Hoy es día de fiesta. Hoy es Domingo de Ramos.
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