La afición del Betis no es la del Sporting
El Real Betis está a siete puntos del descenso. Siete puntos que lo mantienen en su objetivo de la permanencia y que permiten tener al Betis una presión "preciosa", según Pepe Mel. Y es cierto, el equipo verdiblanco está de momento en su objetivo, tiene cerca la salvación y un triunfo ante el Racing el próximo domingo podría ser casi definitivo. Pero a pesar de ello, hay un desencanto generalizado entre los aficionados heliopolitanos, un desencanto que parecen obviar en el equipo bético. Porque el aficionado bético, que apoyará hasta el último momento, que gritará hasta el último aliento y que no dejará a su equipo solo, no tiene por qué, y hace bien, confundir la felicidad con la lealtad. De lo segundo va sobrado, de lo primero, tras los últimos resultados, no tanto.
Cuando las cosas van mal en el Betis el mensaje es el del objetivo. Cuando las cosas van bien, además del objetivo se tocan otras 'fibras', llámese imagen, ilusión, estilo... El caso es que cuando las cosas no marchan tan bien, no se le puede enviar al aficionado de Betis un mensaje de conformismo porque el equipo está siete puntos por encima del descenso. Porque aun estando siete puntos por encima del descenso, el aficionado del Betis no está contento si ve que su equipo puede estar más arriba o si ve que su equipo cada vez pierde más señas de identidad.
El aficionado del Betis no es, con todos los respetos, el aficionado del Sporting, ni del Racing, ni del Rayo. El aficionado del Betis se contentará con la permanencia por seguir en Primera, claro, pero al mismo tiempo sabe detectar los agujeros negros de su equipo y sabe que se está dejando ir en las últimas semanas, en las últimas jornadas (2 puntos de 15 en los cinco últimos partidos).
El mensaje que se traslada desde el equipo verdiblanco quizás sea política y deportivamente correcto, pero es totalmente ajeno a la realidad de sus aficionados, que ven cómo su equipo va perdiendo fuelle, estilo y fútbol por igual sin que nadie ponga remedio.
Álvaro Ramírez
El Real Betis está a siete puntos del descenso. Siete puntos que lo mantienen en su objetivo de la permanencia y que permiten tener al Betis una presión "preciosa", según Pepe Mel. Y es cierto, el equipo verdiblanco está de momento en su objetivo, tiene cerca la salvación y un triunfo ante el Racing el próximo domingo podría ser casi definitivo. Pero a pesar de ello, hay un desencanto generalizado entre los aficionados heliopolitanos, un desencanto que parecen obviar en el equipo bético. Porque el aficionado bético, que apoyará hasta el último momento, que gritará hasta el último aliento y que no dejará a su equipo solo, no tiene por qué, y hace bien, confundir la felicidad con la lealtad. De lo segundo va sobrado, de lo primero, tras los últimos resultados, no tanto.
Cuando las cosas van mal en el Betis el mensaje es el del objetivo. Cuando las cosas van bien, además del objetivo se tocan otras 'fibras', llámese imagen, ilusión, estilo... El caso es que cuando las cosas no marchan tan bien, no se le puede enviar al aficionado de Betis un mensaje de conformismo porque el equipo está siete puntos por encima del descenso. Porque aun estando siete puntos por encima del descenso, el aficionado del Betis no está contento si ve que su equipo puede estar más arriba o si ve que su equipo cada vez pierde más señas de identidad.
El aficionado del Betis no es, con todos los respetos, el aficionado del Sporting, ni del Racing, ni del Rayo. El aficionado del Betis se contentará con la permanencia por seguir en Primera, claro, pero al mismo tiempo sabe detectar los agujeros negros de su equipo y sabe que se está dejando ir en las últimas semanas, en las últimas jornadas (2 puntos de 15 en los cinco últimos partidos).
El mensaje que se traslada desde el equipo verdiblanco quizás sea política y deportivamente correcto, pero es totalmente ajeno a la realidad de sus aficionados, que ven cómo su equipo va perdiendo fuelle, estilo y fútbol por igual sin que nadie ponga remedio.
Álvaro Ramírez
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