Muchos culpables y pocas soluciones

En los malos momentos surge la imperiosa necesidad de señalar a alguien con el dedo. No es algo exclusivo del fútbol, pero en este mundo sucede con más frecuencia de lo habitual. Derrocar al presunto culpable de todos los males genera una tranquilidad tan grande como ficticia, pero no suele ser la panacea y el Betis es un buen ejemplo de ello. Durante los últimos años todas las críticas iban a parar a Lopera y con razón, pero ahora el empresario del Fontanal ya no está, los problemas deportivos persisten y la afición no sabe muy bien a quién exigir responsabilidades.

El eslabón más débil siempre es el banquillo. Sin embargo, pese a haber sumado sólo un punto de los últimos veintisiete posibles, Pepe Mel sigue contando con la confianza de la mayor parte de la grada. Yo también pienso que, dadas las posibilidades económicas del club, es el mejor entrenador que puede tener el Betis en estos momentos, aunque eso no quiere decir que no haya cometido errores. De hecho, Mel es cómplice de la nefasta planificación deportiva, basada en la obsesión de fichar jugadores que tuvieran experiencia en Primera división -como si ese único aval garantizara un buen rendimiento- y desconfiar irracionalmente del mercado internacional. También es responsable directo de que el equipo parezca más malo de lo que es y de que jugadores que no están dando la talla sigan siendo titulares casi por decreto.

Un peldaño más arriba está Stosic, pero a diferencia de Mel, el serbio no participó directamente en el ascenso y no tiene un crédito acumulado, por lo que su figura se puede desgastar más fácilmente. Además, el nivel que están mostrando los refuerzos dejan su trabajo en entredicho y algunas de las decisiones que tomó en verano son más incomprensibles conforme pasan los días. Una de ellas fue descartar a Miguel Lopes por su propensión a las lesiones, al tiempo que fichaba a Mario y Santa Cruz, y mantenía a Juanma y Momo, habituales todos ellos de la enfermería. Lo mínimo que se espera de una amplia secretaría técnica que maneja poco dinero es que busque buenos jugadores desconocidos, porque para apostar por malos conocidos no hace falta sacarse ningún título.
En la cúspide se encuentran Bosch, Gordillo y Guillén por ese orden, aunque el organigrama oficial diga otra cosa. Huelga decir que su trabajo en la parcela económica está siendo encomiable y que a nivel institucional el club ha recobrado la normalidad, pero muchas de sus decisiones deportivas, que al fin y al cabo son las más importantes, han sido incoherentes. La rencorosa ‘caza de brujas’ se llevó por delante a un profesional como la copa de un pino llamado Jesús Paredes y a otros técnicos muy válidos de los escalafones inferiores, es decir, a los verdaderos artífices de que hoy se pueda presumir de cantera. Esta directiva también fue la que se escandalizó por la renovación que firmó Mel antes de marcharse de Oliver mientras decidía contratar a toda la secretaría técnica por tres años, a sabiendas de que las medidas cautelares no durarían tanto tiempo.

Con todo lo expuesto, no cabe duda de que todos los estamentos de la entidad tienen su cuota de responsabilidad. Ahora toca encontrar la manera de reconducir la situación y no estaría de más que limaran asperezas en vez de hacer cada uno la guerra por su cuenta. El inmovilismo no sirve para nada y hay que actuar ya. El bético se ha cansado de buscar culpables y lo que quiere son soluciones.

Opinión publicada por nuestro compañero David Díaz en la edición impresa de ESTADIO DEPORTIVO.