Pase muy sufrido - Barça - El Periódico
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Lamentable primera parte la del FC Barcelona en el Benito Villamarín. No se recuerda en la era de Guardiola un juego más irregular y una defensa más desastrosa que la que se vio en el partido de vuelta ante el Betis.
Los sustos empezaron pronto. Milito, muy lento y perdido durante todo el partido, hacía falta sobre Pereira en el lateral del área, ofreciendo una estimable oportunidad al conjunto bético de adelantarse en el marcador. Y no lo desaprovecharon. Jorge Molina marcaba el primer gol de la noche en el primer minuto del partido. Con este gol se rompía una racha de 13 partidos seguidos sin encajar un gol durante la primera parte y se convertía en el gol en contra más tempranero del Barça.
La defensa, un coladero
La inseguridad empezaba a apoderarse de los culés. Siete minutos después, un nuevo golpe. De nuevo, Jorge Molina volvía a aprovechar un nuevo error de Milito para marcar el segundo gol del Betis. Las cosas se ponían realmente feas para el Barça. En los oídos de muchos azulgranas resonaban las palabras de Pep Guardiola antes del encuentro advirtiendo del peligro de los hombres de Pepe Mel y que tantos comentarios había provocado.
El Barça prueba de su propia medicina
Lo que denotaba este resultado era la motivación extra que estaban experimentando los béticos. A priori, el resultado del partido de ida podría haber llevado a una rendición prematura, pero los sevillanos optaron por intentar dar la vuelta a la eliminatoria aunque pareciera un imposible. Les salió bien en un principio, consiguiendo aquello que muchos habían intentado y pocos, o ninguno, habían conseguido: poner contra las cuerdas al Barça. Los verdiblancos pudieron haber engrosado el marcador en numerosas ocasiones, pero la suerte, que no la irregular defensa que se presentó, lo impidieron.
Los azulgrana, por su parte, experimentaban por primera vez la sensación que los demás equipos sienten ante ellos yendo detrás de un balón que no consiguen hacer suyo. Ni Messi, desaparecido salvo en un par de ocasiones, ni Xavi, ni los demás daban garantías de reconducir el ritmo. Sólo Afellay, con muchas ganas ante su primera titularidad, intentaba sorprender con alguna que otra jugada por el extremo. Mientras, Guardiola en la banda, se desesperaba.
Sustos hasta el final
No fue hasta el minuto 37 cuando Messi, el de siempre, daba un respiro a los culés con un gol hecho a medida con un autopase que lo colocaba ante el portero y lo batía por bajo. La racha bética se paraba por un momento, pero sólo por un momento. Los sustos se sucedieron hasta el final de la primera parte cuando Arzu, en el 46, aprovechaba el error lamentable de Milito que le dejaba el balón en bandeja para poner una piedra más en el zapato barcelonista.
Hacen valer el resultado de ida
En la reanudación pocas cosas cambiaron. El Betis seguía mostrando un gran fútbol, mientras que el Barça intentaba poner las cosas en orden. La defensa azulgrana siguió haciendo aguas, mientras Guardiola pensaba cómo arreglar ese desbarajuste. El estadio, totalmente entregado a su equipo, cantaba "olés" y animaba sin cesar. El partido se había convertido en una fiesta, aunque el premio gordo estaba muy difícil de conseguir. La imagen de la impotencia barcelonista fue ver a Leo Messi fallando un penalti que habría apaciguado mucho los ánimos.
El resto del partido siguió la misma tónica. El Betis dominando claramente, mientras que el Barça, aún los cambios, no lograba encontrar su camino. El premio del pase a semifinales pareció más un regalo que un merecimiento. Viendo este partido se puede llegar a pensar en qué diferentes habrían sido las cosas si el Betis hubiera tenido el atino y el ímpetu del partido de vuelta y no haber caído goleado. Seguramente, otro gallo cantaría.
Los sustos empezaron pronto. Milito, muy lento y perdido durante todo el partido, hacía falta sobre Pereira en el lateral del área, ofreciendo una estimable oportunidad al conjunto bético de adelantarse en el marcador. Y no lo desaprovecharon. Jorge Molina marcaba el primer gol de la noche en el primer minuto del partido. Con este gol se rompía una racha de 13 partidos seguidos sin encajar un gol durante la primera parte y se convertía en el gol en contra más tempranero del Barça.
La defensa, un coladero
La inseguridad empezaba a apoderarse de los culés. Siete minutos después, un nuevo golpe. De nuevo, Jorge Molina volvía a aprovechar un nuevo error de Milito para marcar el segundo gol del Betis. Las cosas se ponían realmente feas para el Barça. En los oídos de muchos azulgranas resonaban las palabras de Pep Guardiola antes del encuentro advirtiendo del peligro de los hombres de Pepe Mel y que tantos comentarios había provocado.
El Barça prueba de su propia medicina
Lo que denotaba este resultado era la motivación extra que estaban experimentando los béticos. A priori, el resultado del partido de ida podría haber llevado a una rendición prematura, pero los sevillanos optaron por intentar dar la vuelta a la eliminatoria aunque pareciera un imposible. Les salió bien en un principio, consiguiendo aquello que muchos habían intentado y pocos, o ninguno, habían conseguido: poner contra las cuerdas al Barça. Los verdiblancos pudieron haber engrosado el marcador en numerosas ocasiones, pero la suerte, que no la irregular defensa que se presentó, lo impidieron.
Los azulgrana, por su parte, experimentaban por primera vez la sensación que los demás equipos sienten ante ellos yendo detrás de un balón que no consiguen hacer suyo. Ni Messi, desaparecido salvo en un par de ocasiones, ni Xavi, ni los demás daban garantías de reconducir el ritmo. Sólo Afellay, con muchas ganas ante su primera titularidad, intentaba sorprender con alguna que otra jugada por el extremo. Mientras, Guardiola en la banda, se desesperaba.
Sustos hasta el final
No fue hasta el minuto 37 cuando Messi, el de siempre, daba un respiro a los culés con un gol hecho a medida con un autopase que lo colocaba ante el portero y lo batía por bajo. La racha bética se paraba por un momento, pero sólo por un momento. Los sustos se sucedieron hasta el final de la primera parte cuando Arzu, en el 46, aprovechaba el error lamentable de Milito que le dejaba el balón en bandeja para poner una piedra más en el zapato barcelonista.
Hacen valer el resultado de ida
En la reanudación pocas cosas cambiaron. El Betis seguía mostrando un gran fútbol, mientras que el Barça intentaba poner las cosas en orden. La defensa azulgrana siguió haciendo aguas, mientras Guardiola pensaba cómo arreglar ese desbarajuste. El estadio, totalmente entregado a su equipo, cantaba "olés" y animaba sin cesar. El partido se había convertido en una fiesta, aunque el premio gordo estaba muy difícil de conseguir. La imagen de la impotencia barcelonista fue ver a Leo Messi fallando un penalti que habría apaciguado mucho los ánimos.
El resto del partido siguió la misma tónica. El Betis dominando claramente, mientras que el Barça, aún los cambios, no lograba encontrar su camino. El premio del pase a semifinales pareció más un regalo que un merecimiento. Viendo este partido se puede llegar a pensar en qué diferentes habrían sido las cosas si el Betis hubiera tenido el atino y el ímpetu del partido de vuelta y no haber caído goleado. Seguramente, otro gallo cantaría.
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