Estadio Mercedes Alaya
De Donmanué a Oliver… y por aquí te quiero ver. De Monteseirín a Marchena, ese rey mago que dejará en ventanas y balcones abiertos a la magia de la Epifanía el muñeco de moda: Imputator. Y de Torrijos a Carlos Vázquez, que llama talibanes a los que le dan de comer con sus impuestos. ¡Vaya Sevilla! Oliver compara con los nazis a Mercedes la Loca, esa juez Alaya que soporta las maledicencias que el Régimen teje en la oscuridad de la murmuración. ¿Progresistas y feministas? Eso no se lo cree ni Marchena cuando le llevan la cuenta para que la pague de su bolsillo. Estos progres de boquilla son más falsos que la factura de un bolardo macareno. Por eso atacan en voz baja, levantando calumnias y atentando contra el honor de la gente que los critica en público:
—Ese tío debería ir a un psiquiatra, porque tiene un problema sexual muy grave, toda esa mala uva le viene de su falta de definición, no sabe si le gusta la carne o el pescado…
Eso lo dice alguien que ha dado sobradas muestras de su amor por los animales: de las patas rusas a las bocas, y no pago porque no me toca… Lo mismo están haciendo con la juez que se atreve a investigar el caso de corrupción más grave que ha sucedido en las tres décadas de democracia municipal. Y como toda tragedia se repite en forma de farsa, ahí viene el tal Oliver que ha sucedido a Donmanué para soltar esa perla en forma de insulto. Ahora bien: como este Oliver del por aquí te quiero ver es tan valiente, en cuanto ha podido se ha desmarcado —supera a Messi y a Cristiano juntos— y les ha echado la culpa a los periodistas en una hazaña digna de una medalla al Valor extrafino o al Nestlé con almendras.
A la juez Alaya la están atacando por los dos flancos. Un toro astifino, cinqueño y resabiado, quiere llevarla al hule de la enfermería. Un toro que es la peor Sevilla reencarnada en la política y en el fútbol. Por el pitón izquierdo, el Régimen que acumula un poder desmedido, impropio en una democracia moderna. Por el derecho, el frikismo balompédico que mueve masas y que en su día siguió, cegado por la profecía y el fanatismo, a Dieter Von Tannal: así se dice ditero del Fontanal en el idioma alemán que hablaba Lopera cuando vendía Telefunken. Y llegó Oliver para terminar con el cuadro mientras los operarios le quitaban el nombre del estadio que se reinauguró —esa foto es la mejor demostración de la Sevilla falsa y entregada— con todas las autoridades de cuerpo presente para mayor gloria del ditero loperiano.
Estadio Mercedes Alaya. No hay mejor homenaje para esta juez que está resistiendo carros y carretas en la ciudad de la ojana y la ojaneta. Pero ese estadio no sería el de Heliópolis. Frío, frío como el albariño que acompaña a las cigalas del mago Melchor. El estadio Mercedes Alaya sería el presuntamente olímpico que está en la Cartuja. Allí donde jugarían el Betis de Oliver y el Mercasevilla FC.
De Donmanué a Oliver… y por aquí te quiero ver. De Monteseirín a Marchena, ese rey mago que dejará en ventanas y balcones abiertos a la magia de la Epifanía el muñeco de moda: Imputator. Y de Torrijos a Carlos Vázquez, que llama talibanes a los que le dan de comer con sus impuestos. ¡Vaya Sevilla! Oliver compara con los nazis a Mercedes la Loca, esa juez Alaya que soporta las maledicencias que el Régimen teje en la oscuridad de la murmuración. ¿Progresistas y feministas? Eso no se lo cree ni Marchena cuando le llevan la cuenta para que la pague de su bolsillo. Estos progres de boquilla son más falsos que la factura de un bolardo macareno. Por eso atacan en voz baja, levantando calumnias y atentando contra el honor de la gente que los critica en público:
—Ese tío debería ir a un psiquiatra, porque tiene un problema sexual muy grave, toda esa mala uva le viene de su falta de definición, no sabe si le gusta la carne o el pescado…
Eso lo dice alguien que ha dado sobradas muestras de su amor por los animales: de las patas rusas a las bocas, y no pago porque no me toca… Lo mismo están haciendo con la juez que se atreve a investigar el caso de corrupción más grave que ha sucedido en las tres décadas de democracia municipal. Y como toda tragedia se repite en forma de farsa, ahí viene el tal Oliver que ha sucedido a Donmanué para soltar esa perla en forma de insulto. Ahora bien: como este Oliver del por aquí te quiero ver es tan valiente, en cuanto ha podido se ha desmarcado —supera a Messi y a Cristiano juntos— y les ha echado la culpa a los periodistas en una hazaña digna de una medalla al Valor extrafino o al Nestlé con almendras.
A la juez Alaya la están atacando por los dos flancos. Un toro astifino, cinqueño y resabiado, quiere llevarla al hule de la enfermería. Un toro que es la peor Sevilla reencarnada en la política y en el fútbol. Por el pitón izquierdo, el Régimen que acumula un poder desmedido, impropio en una democracia moderna. Por el derecho, el frikismo balompédico que mueve masas y que en su día siguió, cegado por la profecía y el fanatismo, a Dieter Von Tannal: así se dice ditero del Fontanal en el idioma alemán que hablaba Lopera cuando vendía Telefunken. Y llegó Oliver para terminar con el cuadro mientras los operarios le quitaban el nombre del estadio que se reinauguró —esa foto es la mejor demostración de la Sevilla falsa y entregada— con todas las autoridades de cuerpo presente para mayor gloria del ditero loperiano.
Estadio Mercedes Alaya. No hay mejor homenaje para esta juez que está resistiendo carros y carretas en la ciudad de la ojana y la ojaneta. Pero ese estadio no sería el de Heliópolis. Frío, frío como el albariño que acompaña a las cigalas del mago Melchor. El estadio Mercedes Alaya sería el presuntamente olímpico que está en la Cartuja. Allí donde jugarían el Betis de Oliver y el Mercasevilla FC.
http://www.abcdesevilla.es/20101029/...010282125.html
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