Escrito por Ramón Román
Jueves 29 de Julio de 2010 19:50
“Esto es una farsa y una mentira”. 18 años ha tardado Rufino González en darse cuenta de la realidad del Betis. Y su declaración de intenciones podría valer si no fuera porque lo siguiente que tendría que haber hecho tras hablar con los medios era haber presentado su dimisión. Pero no, todo es una farsa y una mentira pero él no se va, por lo que es un cómplice más de esta pesadilla que nunca acaba y que cada día se supera. Manolo Castaño era el otro consejero que quería acabar con Oliver y que se marchó de la reunión dando gritos de indignación. Y es que a última hora un voto que tenía controlado se cambió de bando para que Oliver siguiera al frente. Por supuesto, otro que no dimite y que participará en la destrucción del Betis.
Pero lo peor es que estos dos consejeros tenían un pase porque, supuestamente, tras 18 años a las órdenes de Lopera no iban a permitir que un perjudicado (se supone que perdió dos millones de euros) por don Manué se hiciera cargo del equipo de sus amores. Uno más se ha unido a ellos dos, pero quiere mantenerse en el anonimato y otros dos se han arrepentido a última hora porque, se suponía, algo por otro lado muy típico en este Betis, iban a apoyar a los dos máximos accionistas del consejo. Estos dos traidores, que salen del trío Jaime Rodríguez Sacristán, Antonio Álvarez y el querido portavoz (todavía se espera la rueda de prensa que anunció) dirán dentro de un tiempo que todo lo hicieron por el Betis. El problema, para ellos, es que a lo mejor lo tienen que decir delante de la juez…
Artículo aparte merece Pepe León, ése que dice ser presidente del Real Betis Balompié, tres palabras que no es que le vengan grande, sino que es una ofensa que las represente. Otro que, al más puro estilo loperiano, dice ser bético desde chiquitito y que hoy ha quedado retratado definitivamente. Como Oliver que, por mucho que quiera desviar la atención vendiendo que se va a querellar contra Manuel Ruiz de Lopera, sigue contando con los hombres que estaban en el consejo con el de El Fontanal y, lo que es más triste y sospechoso, depende de la firma de León, algo fuera de la lógica para una persona que, se supone, ha comprado algo. De chirigota, y el nombre está claro: Lo que diga don Manué…
Jueves 29 de Julio de 2010 19:50
“Esto es una farsa y una mentira”. 18 años ha tardado Rufino González en darse cuenta de la realidad del Betis. Y su declaración de intenciones podría valer si no fuera porque lo siguiente que tendría que haber hecho tras hablar con los medios era haber presentado su dimisión. Pero no, todo es una farsa y una mentira pero él no se va, por lo que es un cómplice más de esta pesadilla que nunca acaba y que cada día se supera. Manolo Castaño era el otro consejero que quería acabar con Oliver y que se marchó de la reunión dando gritos de indignación. Y es que a última hora un voto que tenía controlado se cambió de bando para que Oliver siguiera al frente. Por supuesto, otro que no dimite y que participará en la destrucción del Betis.
Pero lo peor es que estos dos consejeros tenían un pase porque, supuestamente, tras 18 años a las órdenes de Lopera no iban a permitir que un perjudicado (se supone que perdió dos millones de euros) por don Manué se hiciera cargo del equipo de sus amores. Uno más se ha unido a ellos dos, pero quiere mantenerse en el anonimato y otros dos se han arrepentido a última hora porque, se suponía, algo por otro lado muy típico en este Betis, iban a apoyar a los dos máximos accionistas del consejo. Estos dos traidores, que salen del trío Jaime Rodríguez Sacristán, Antonio Álvarez y el querido portavoz (todavía se espera la rueda de prensa que anunció) dirán dentro de un tiempo que todo lo hicieron por el Betis. El problema, para ellos, es que a lo mejor lo tienen que decir delante de la juez…
Artículo aparte merece Pepe León, ése que dice ser presidente del Real Betis Balompié, tres palabras que no es que le vengan grande, sino que es una ofensa que las represente. Otro que, al más puro estilo loperiano, dice ser bético desde chiquitito y que hoy ha quedado retratado definitivamente. Como Oliver que, por mucho que quiera desviar la atención vendiendo que se va a querellar contra Manuel Ruiz de Lopera, sigue contando con los hombres que estaban en el consejo con el de El Fontanal y, lo que es más triste y sospechoso, depende de la firma de León, algo fuera de la lógica para una persona que, se supone, ha comprado algo. De chirigota, y el nombre está claro: Lo que diga don Manué…
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