Inaguro hoy una nueva sección de este, mi humilde, querido y novísimo blog. Se trata de “Mitos en verdiblanco”, en la que iré desgranando en capítulos individuales la semblanza de los hombres que han ido forjando la leyenda de las trece barras a lo largo de sus más de cien años de historia.
Inicio mitos en verdiblanco escribiendo sobre Finidi George. El espigado atleta nigeriano llegó al Betis allá por el verano de 1996 cuando contaba con 25 años. Desde sus primeras apariciones con la elástica verdiblanca demostró la inmensa calidad que atesoraba en sus botas. Recuerdo que cuando lo veía galopar por la banda derecha del Villamarín tenía la sensación de que estaba viendo en vivo y en directo lo que después iba a ser historia pura del Betis, una de esas leyendas que jalonan la dilatada trayectoria deportiva del club heliopolitano. Y ahora, pasados los años, sé a ciencia cierta que no me equivocaba. Para mí y muchos jóvenes aficionados del Betis (soy de quinta del 77) Finidi George ha sido sino el que más, uno de los jugadores con más clase que hemos visto en activo con la camisola Verde, Blanca y otra vez Verde. Ver a la pantera nigeriana esbozando ilusiones al trasluz del sol ardiendo en la media tarde por preferencia era una auténtica delicia. Parecía que jugaba a cámara lenta, que clase, que elegancia en el manejo del balón, que maestría señor George. Finidi sentaba cátedra de ingeniería en cada uno de sus regates, despacio, muy despacito, iba dibujando auténticas obras de arte sobre el polvo de la cal, su infatigable compañera de viaje, de la banda derecha de Heliópolis.
Aún recuerdo una jugada, creo que era un partido frente al Valladolid, en que sobre la mismísima línea de fondo se paró en seco, parecía haber detenido el tiempo, otro de sus “posibles imposibles”, y mandó literalmente fuera del rectángulo de juego a los dos defensores que lo acosaban.
Pero era en el área donde su fútbol explotaba en un arcoíris de posibilidades y creatividad portentoso para encumbrar y encumbrarse a sí mismo, a los delanteros de turno de su equipo y por supuesto, al Real Betis Balompié. Finidi era sinónimo de pura fantasía, cuando estaba sobre el césped todo era posible, porque su imaginación para inventar escorzos, desmarques, pases, disparos y jugadas inverosímiles no tenía límites. Para él y para todos los béticos va este pequeño homenaje de recuerdo a un grande de nuestro Betis, Don Finidi George.
Juan Sin Miedo
www.mibetisdesiempre.blogspot.com
Inicio mitos en verdiblanco escribiendo sobre Finidi George. El espigado atleta nigeriano llegó al Betis allá por el verano de 1996 cuando contaba con 25 años. Desde sus primeras apariciones con la elástica verdiblanca demostró la inmensa calidad que atesoraba en sus botas. Recuerdo que cuando lo veía galopar por la banda derecha del Villamarín tenía la sensación de que estaba viendo en vivo y en directo lo que después iba a ser historia pura del Betis, una de esas leyendas que jalonan la dilatada trayectoria deportiva del club heliopolitano. Y ahora, pasados los años, sé a ciencia cierta que no me equivocaba. Para mí y muchos jóvenes aficionados del Betis (soy de quinta del 77) Finidi George ha sido sino el que más, uno de los jugadores con más clase que hemos visto en activo con la camisola Verde, Blanca y otra vez Verde. Ver a la pantera nigeriana esbozando ilusiones al trasluz del sol ardiendo en la media tarde por preferencia era una auténtica delicia. Parecía que jugaba a cámara lenta, que clase, que elegancia en el manejo del balón, que maestría señor George. Finidi sentaba cátedra de ingeniería en cada uno de sus regates, despacio, muy despacito, iba dibujando auténticas obras de arte sobre el polvo de la cal, su infatigable compañera de viaje, de la banda derecha de Heliópolis.
Aún recuerdo una jugada, creo que era un partido frente al Valladolid, en que sobre la mismísima línea de fondo se paró en seco, parecía haber detenido el tiempo, otro de sus “posibles imposibles”, y mandó literalmente fuera del rectángulo de juego a los dos defensores que lo acosaban.
Pero era en el área donde su fútbol explotaba en un arcoíris de posibilidades y creatividad portentoso para encumbrar y encumbrarse a sí mismo, a los delanteros de turno de su equipo y por supuesto, al Real Betis Balompié. Finidi era sinónimo de pura fantasía, cuando estaba sobre el césped todo era posible, porque su imaginación para inventar escorzos, desmarques, pases, disparos y jugadas inverosímiles no tenía límites. Para él y para todos los béticos va este pequeño homenaje de recuerdo a un grande de nuestro Betis, Don Finidi George.
Juan Sin Miedo
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